Y de repente tú
Tras aproximadamente tres años haciéndonos esperar, vuelve Judd Apatow a nuestras carteleras con una comedia escrita y protagonizada por la actriz, comediante, guionista y productora norteamericana, Amy Schumer. Y de repente tú (Trainwreck, 2015), que así se llama la obra que nos ocupa, no es más que la confirmación de que el que fuera el hijo pródigo de la nueva comedia americana se ha asentado en un terreno del que no se piensa mover hasta que los números fallen. Se ve que el director que en su día nos trajo la fresquísima Virgen a los 40 (The-40-Year-Old-Virgin, 2005) o la ahora serie de culto Freaks & Geeks (1999) ha decidido que su aclamada fórmula tiene el suficiente empaque como para ser reutilizada con eficiencia una y otra vez, por lo que su nueva entrega no deja de ser una especie de «actualización» de sus ya habituales patrones formales y temáticos. Una especie de versión 2.0 del mismo Apatow que ya conocemos, pero pasada por el filtro mordaz y desinhibido de Schumer.
Quienes ya estén habituados al estilo y tono del realizador se van a encontrar como pez en el agua una vez se sienten en la butaca, pues el cine de Apatow es como un tren que nunca abandona su vía, ya que todo sigue el curso previsto hasta llegar al destino habitual al que llegan todas sus demás obras. O lo que viene a ser lo mismo, de nuevo nos encontraremos con una comedia que usa como vehículo el humor gamberro y en la que no faltan las continuas referencias sexuales, ni se ocultan ciertos elementos dramáticos de su trasfondo. Y es que, para bien o para mal, estamos ante un autor mucho más previsible de lo que parece o se cuenta por ahí. Así que en lo que a sorpresas o elementos nuevos se refiere, pocas noticias caben en cualquier reseña. De nuevo encontraremos las mismas virtudes y de nuevo percibiremos los mismos defectos.
Quizás, o mejor dicho, con toda seguridad el aspecto principal a resaltar de Y de repente tú es la irrupción en la gran pantalla como actriz protagonista de la ya mencionada Amy Schumer. Y es que ella es el pilar que sostiene una cinta la cual, sin su presencia, seguramente ni siquiera se podría haber concebido como tal. Más que una intuición, hablamos de una evidencia, casi todo lo que merece la pena en esta nueva producción de Apatow se lo debemos a la carismática figura y el ingenio de la cómica neoyorquina, sin duda, una de las actrices y escritoras con más proyección del género a día de hoy. Lo demás se percibe como un ejercicio producto de la mera inercia y la repetición, pues Apatow parece tener bastante poco reparo en hacer una marca de su propio estilo hasta el punto de parecer que rueda con el piloto automático.
¿Y de qué va Trainwreck? De las desventuras libertinas y desatadas de Amy (interpretada por la propia Schumer quien, por cierto, afirma haber basado su rol y su texto en sus propias experiencias personales), una chica que hace tiempo que renegó de todo romanticismo y se dedica a vivir la vida llevando aquello del Carpe Diem al extremo más alejado del qué dirán. Amy es una chica que disfruta del sexo, las drogas o el alcohol sin prejuicios, ni miramientos. Simpática, inteligente e independiente, ella decide sin ningún tipo de remordimientos con quien pasa un buen rato en la cama o con quien se coge una buena borrachera. Pero lo que al principio le aportaba una sensación de gozo y libertad, de repente parece que la ha llevado a una especie de punto muerto, pues Amy tiene la sensación de que últimamente solo se relaciona con tarados que no le llenan en absoluto. Un panorama que cambiará cuando ésta conozca a Aaron (Bill Hader), un exitoso y amable doctor deportivo que hará que Amy, esa especie de crápula femenina y eterna renegada del compromiso, no tenga más remedio que empezar a replantearse su postura ante las relaciones sentimentales.
Por tanto, como salta a la vista, estamos ante una comedia romántica de las de siempre, pero pasada por el tamiz del director que ayudó a asentar la llamada nueva comedia americana junto a Seth Rogen, Paul Feig y compañía. Es decir, la historia de chica conoce a chico y se empieza a enamorar de él, pero vista desde una perspectiva bastante más desvergonzada, gamberra y con algunos toques satíricos. La mala noticia es que esa «nueva comedia» a más de uno le está empezando a parecer algo desgastada e incluso estandarizada, por lo que cabe la posibilidad de que las aproximadamente dos horas que dura Trainwreck puedan suponer un trance algo difícil de superar sin terminar por caer en el aburrimiento. Y es que, pensándolo bien, la falta de dominio del ritmo y el evidente desequilibrio entre los distintos tramos de sus películas sigue siendo uno de los grandes fallos que lastran las virtudes de Apatow como director. Lo dicho, mismos errores, mismos aciertos. Ni siquiera el supuesto espíritu transgresor que más de un crítico está empeñado en atribuirle a Apatow se percibe como un elemento realmente vivo e íntegro. Aquí podríamos haber caído en una confusión de términos, porque la provocación del director que filmó Lío embarazoso tiene con frecuencia unos matices demasiado evidentes y simplistas para estar hablando de transgredir ninguna barrera verdadera.
Al César lo que es del César y a Apatow lo que le pertenece. No cabe duda de que estamos ante un autor que ha sabido renovar el panorama del género y que éste es una figura clave a la hora de entender la comedia en el cine y televisión de las últimas dos décadas, pero de ahí a tacharlo de transgresor quizás va un paso demasiado grande; concretamente el de no querer darse cuenta de las frecuentes moralinas y elevados niveles de azúcar que normalmente se esconden tras la superficie siempre desatada, licenciosa y aparentemente despreocupada de cualquiera de sus películas. Créanme, si Apatow fuera un verdadero trasgresor y no traicionase de alguna forma su descaro con este tipo de concesiones conservadoras, otro gallo cantaría y a lo mejor sí que sería merecedor de tal calificativo. Pero, ¿serían entonces financiadas sus cintas por las grandes productoras de Hollywood? Creo que la mera duda habla bastante de por sí sola en cuanto a esta última cuestión.
Quizás cuando Apatow se despoje de sus propios vicios y miedos como director se convierta en un referente a la altura de los dioses de la comedia cinematográfica. Hasta entonces, parece que nos queda ir recibiendo la de cal y la de arena, no siempre en ese orden, pero seguramente lo contrario. En cuanto a Y de repente tú, dejando de lado las ambigüedades y siendo lo más objetivo posible, se lleva el aprobado raspado que merece una propuesta tan a todas luces irregular, y sí, lean esto dos veces si quieren… poco arriesgada.
En resumen. Ni frío ni calor. Salvo si eres un habitual de la vieja fórmula de esta escuela de cómicos Trainwreck seguramente no te apasionará ni te aportará más allá de alguna risotada esporádica.
Calificación: 5/10
Año: 2015
Duración: 125 min.
País: Estados Unidos
Director: Judd Apatow
Guion: Amy Schumer
Música: Jon Brion
Fotografía: Jody Lee Lipes
Reparto: Amy Schumer, Bill Hader, Tilda Swinton, Brie Larson, Colin Quinn, Vanessa Bayer,John Cena, Ezra Miller, LeBron James, Randall Park, Jon Glaser
Productora: Apatow Productions / Universal Pictures