Warcraft: El origen

Dejemos clara una cosa.

Warcraft no es ni de lejos tan mala como se ha dicho. De hecho, está bastante bien.

Es verdad que tiene problemas, algunos de ellos algo graves. Le falta emoción, le falta conexión entre espectadores y personajes, y eso ocurre porque también falta desarrollo y descripción en los personajes. Le falta, en otras palabras, ese encanto tan ochentero que tenían obras menos logradas en lo puramente cinematográfico, como Legend (Ridley Scott, 1985), La Historia Interminable (Wolfgang Peterse, 1985), La Princesa Prometida (Rob Reiner, 1987), que sin embargo lograron quedarse en la memoria y el corazón de generaciones distintas de espectadores gracias a sus carismáticos personajes, algo que seguramente Warcraft no conseguirá. Sin embargo, es una muy correcta vuelta a la fantasía que se hacía antes, esa fantasía para todos los públicos, ingenua, sencilla (que no simple), llena de aventura y de acción, de magia y criaturas fantásticas. Warcraft es eso, el placer de disfrutar durante dos horas con una aventura de fantasía, tal cual. Sin pensar, sin reflexiones filosóficas, sin tonterías. Y, la verdad, para qué pedirle más, sobre todo cuando esquiva tan bien los problemas que normalmente suelen acosar a las adaptaciones de videojuegos (la comparación con Dragones y mazmorras, el más desgraciado ejemplo de adaptación funesta d eun videojuego a la gran pantalla) es insultante).

Mucho se ha hablado también sobre si Duncan Jones, el director, ha perdido la personalidad y el toque especial que exhibió en sus dos primeros y excelentes trabajos, Moon (2009) y Código Fuente (2011). Lo cierto es que no es fácil reconocer a Jones en Warcraft, pero tampoco podía esperarse otra cosa tratándose de una película tan dependiente del ordenador y el croma. suele ser habitual que los realizadores, al ponerse al servicio del fandom y el blockbuster, vean difuminada su personalidad, pero el hijo del recientemente fallecido David Bowie maneja muy bien la acción y también las escenas de diálogo, y así debería reconocerse, en vez de criticar el cambio de estilo respecto a sus anteriores trabajos.

 

Quizás está tomada demasiado en serio, quizás no le hubiera venido mal un poco más de humor (apenas tiene frases divertidas), quizás estaría bien que Travis Fimmel fuera más expresivo (algo que también le pasa cuando da vida a Ragnar Lothbrok en la serie Vikings, sobre todo en esta última temporada), pero se le perdona porque no engaña a nadie y es lo que es con total honestidad y con un aspecto visual espectacular.

En definitiva, una muy decente vuelta a la fantasía ochentera pero con medios de ahora.

Lo mejor: Su sana apuesta por la fantasía de toda la vida
Lo peor: Le falta un poquito de conexión emocional entre personajes y audiencias

Calificación: 7/10

 
 

Título original: Warcraft: The Beginning

Año: 2016

Duración: 123 min.

País: Estados Unidos

Director: Duncan Jones

Guión: Charles Leavitt, Duncan Jones (Historia: Chris Metzen)

Música: Ramin Djawadi

Fotografía: Simon Duggan

Reparto: Travis Fimmel, Robert Kazinsky, Ben Foster, Toby Kebbell, Dominic Cooper, Paula Patton, Daniel Wu, Clancy Brown

Productora: Universal Pictures / Legendary Pictures / Blizzard Entertainment

 

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