Victor Frankenstein

No creo que Mary Shelley, en aquella desapacible noche en Suiza en 1816 en la que bosquejó el primer borrador de Frankenstein o el moderno Prometeo (una de las noches más famosas de la Historia de la Literatura, por cierto, en la que se reunieron artistas como Lord Byron, Percy B. Shelley o John William Polidori para leer historias de terror y escribir sus propios relatos), imaginara la repercusión que iba a tener su obra maestra. Lo que seguro que no podía atisbar siquiera es que su historia de transgresión, la tragedia del pobre Viktor Frankenstein en su lucha contra su propia creación y las consecuencias de su ambición, iba a ser objeto de tantísimas y tan bizarras revisiones, absolutamente elajadas del espíritu con el que ella lo plasmó en sus páginas.

El gran problema de este Victor Frankenstein no es que escupa, como tantas antes, sobre la novela maravillosa de Shelley (¿cuándo llegará una adaptación verdaderamente fiel de la historia? No es tan difícil… lo más cercano que ha dado el cine es la versión de Kenneth Branagh, aun con su ida de olla final, que era tremebunda… y con eso queda dicho todo), sino que no sabe lo que quiere ser. ¿Qué es la película de Paul McGuigan? ¿Una cinta de terror? ¿Un drama? ¿Una revisión modernilla tipo las Sherlock Holmes de Guy Ritchie protagonizadas Robert Downey Jr? ¿Una de acción? Pues tiene algo de todo eso y más cosas, y la sensación que deja es de híbrido, tanto o más que la famosa criatura de Frankenstein, pero de híbrido incompleto. Es como una montaña rusa sin mucho orden ni concierto, y cuando termina no se encuentra nada que verdaderamente merezca la pena ser recordado. La culpa sin duda es del guión, un guirigay sin sentido que salta de un lado a otro sin dar tiempo al espectador a procesar lo que ocurre, porque tiene demasiada prisa por meter más y más cosas e imágenes supuestamente impactantes. Además, no es ni demasiado divertida, y había cancha para ello teniendo en cuenta sus características, ni demasiado emocionante. La historia de amor entre Igor y Lorelei también es un elemento bastante innecesario, a pesar del placer que es siempre ver a Jessica Brown-Findlay en la pantalla, y no sólo por su belleza. La actriz de Downton Abbey tiene madera para mucho más de lo que le han permitido hasta ahora en el cine. Esperemos que pronto tenga la oportunidad de demostrarlo.

Por suerte, Daniel Radcliffe y James McAvoy forman una gran pareja y aportan mucho entretenimiento y diversión al espectador. McAvoy no tiene ya que demostrar nada a estas alturas sobre su talento o su versatilidad, pero siempre sorprende la entrega y la seriedad con la que se enfrenta a todos sus personajes, por excesivos que sean (y este lo es). Radcliffe, por su parte, se está labrando una muy interesante carrera que merece que se deje ya de mencionar siempre junto a su nombre el del personaje que le dio la fama durante diez años. Interpretaciones tan arriesgadas y diferentes como las de La mujer de negro (James Watkins, 2012), Amigos de más (Michael Dowse, 2013) o Horns (Alexandre Aja, 2013) dan fe del actor en el que se quiere convertir el inglés, siempre sorprendiendo y cambiando de género.

Lástima que no sea suficiente para salvar a la película del suspenso.

Lo mejor: El esfuerzo de McAvoy y Radcliffe.
Lo peor: Su indefinición.

Calificación: 4/10

 
 

Título original: Victor Frankenstein

Año: 2015

Duración: 109 min.

País: Estados Unidos

Director: Paul McGuigan

Guión: Max Landis (Novela: Mary Shelley)

Música: Craig Armstrong

Fotografía: Fabian Wagner

Reparto: Daniel Radcliffe, James McAvoy, Jessica Brown Findlay, Mark Gatiss, Andrew Scott, Louise Brealey, Alistair Petrie, Daniel Mays, Freddie Fox, Adrian Palmer,Adrian Schiller, Spencer Wilding

Productora: Davis Entertainment / Twentieth Century Fox Film Corporation

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