Una pastelería en Tokio
Naomi Kawase se ha convertido a lo largo de los últimos años en una de las directoras más importantes y apreciadas del cine contemporáneo japonés. En las dos últimas ediciones del Festival de Cannes ha presentado dos películas muy diferentes entre sí. El año pasado compitió en la sección oficial con Aguas tranquilas, y este año fue la encargada de inaugurar la sección «Un certain regard» con la producción que ahora nos ocupa. Posteriormente, también se ha proyectado en la sección oficial de la Seminci de Valladolid de este año.
Aunque estamos ante una película de tono sencillo y mensaje amable, no por ello estamos hablando de algo simple. La directora sabe jugar con los elementos más básicos para elaborar un argumento que va mucho más allá de lo que significa vender dorayakis.( pastel típico japonés ).
Los famosos pasteles japoneses son la excusa perfecta que Kawase utiliza para hablar de lo que significa el trabajo, los sueños frustrados, las relaciones intergeneracionales o la relación que el ser humano tiene con la naturaleza y sus semejantes, y eso está claro que no son temas menores…
Los protagonistas se necesitan los unos a los otros, de una forma más espiritual que material, estableciéndose una relación sana, de continuo aprendizaje, tanto fuera como dentro de esos fogones donde cocinan el producto estrella de la repostería nipona.
Los actores cumplen pero el que más destaca sobre los demás es Tokue, su protagonista femenina. Su personaje está dotado de una encantadora humanidad que hace que te enamores de ella desde el principio. Su personalidad es pura y transparente. Empatizas desde la primera secuencia con ella y compartes sus decisiones a lo largo de todo el metraje. Ella es la maestra de Sentaro en la cocina, pero también es la encargada de ayudarle a encontrar un camino que ella nunca tuvo. Su generosidad es emotiva y admirable.
Quizás la película sea algo alargada pero también sería un error haberla tratado de una forma acelerada. Si algo nos ha enseñado la repostería es que las cosas se hacen con mimo y calma, y nunca con prisa.
Kawase sabe transmitir su particular sensibilidad de la mirada a través de la cámara. Por esa razón apuesta por relatos sencillos, de pocos personajes y conflictos nimios pero con gran trasfondo.
Una pastelería en Tokio goza de unos primeros minutos intensos y tremendamente humanos. La actitud vitalista de la anciana se contrapone a la pasividad y tristeza del pastelero que con el tiempo empieza a apreciarla. En este sentido, la secuencia en la que elaboran por primera vez juntos el relleno de los pasteles es totalmente hermosa tanto visual como emocionalmente.
Es innegable que Naomi Kawase tiene un estilo propio, una forma especial de componer los planos, en la que predominan los planos detalle y los rostros entrecortados como si estuviera forzándonos a entrar al interior de los personajes.
Podríamos decir que, ya solo por ver como se preparan los icónicos dorayakis, esta película merece ser vista y reflexionada.
Calificación: 7/10
Año: 2015
Duración: 113 min.
País: Japón
Director: Naomi Kawase
Guión: Naomi Kawase (Novela: Durian Sukegawa)
Música: David Hadjadj
Fotografía: Shigeki Akiyama
Reparto: Kirin Kiki, Miyoko Asada, Etsuko Ichihara, Miki Mizuno, Masatoshi Nagase, Kyara Uchida
Productora: Coproducción Japón-Francia-Alemania; Comme des Cinemas / Nagoya Broadcasting Network / Twenty Twenty Vision, ZDF/Arte / MAM / An Film Partner
Que suerte. Probablemente no pueda llegar a ver esta película en cine, por no vivir en una ciudad grande. Tendré que esperar que salga en edición domestica, y poder disfrutarla en casa.
Me gusta mucho la temática japonesa, y muchas de sus películas. Y no me refiero a clásicas antiguas, ni a las recientes de terror.
Me gustan las historias de hoy, contemporáneas. La que nos muestra esa sociedad tan especial que es la nipona, tan local e intimista y tan poco influenciada por el mundo occidental. Me abren los ojos como platos cada vez que nos llega algo.
Sigo considerando «Una Historia de Tokyo», de lo mejor que he visto en los últimos años. Y por lo que cuentas, este película, ahora en principio con temática de pastelería de por medio, pero realmente sumergida en las relaciones y aspiraciones de sus personajes, me llaman muchísimo la atención.
Incluso cosas insulsas como «The Ramen Girl» tienen ese puntito que carece la gran mayoria de cine que se hace hoy en día.
Gracias por el articulo, Isabel.
Es una lástima que esta película no haya llegado a más salas. Comparto y suscribo tu comentario sobre el cine japonés. Se trata de una sociedad especial, diferente y opuesta a la occidental. Una pastelería de Tokio es un una joya que merece ser descubierta y saboreada, con tranquilidad y sosiego. En estos tiempos que nos ha tocado vivir, donde todo corre prisa y es urgente, se agradece poder disfrutar de historias cotidianas de ritmo pausado para poder así abstraer la mente y que en nuestro rostro se dibuje una cálida sonrisa.
Alejandro, muchas gracias por tu comentario y por seguirnos en la web.