Todos están muertos
Todos están muertos es una película española dirigida por la directora y productora Beatriz Sanchís, que con este filme se estrena en el largometraje. Protagonizada por la que otrora fuese su pareja sentimental Elena Anaya, así como por Angélica Aragón, Nahuel Pérez Biscayart, Macarena García, Patrick Criado y Cristian Bernal, esta cinta tuvo su preestreno en el Festival de Málaga de este mismo año en donde se convirtió en una de las producciones más aclamadas, alzándose con la Biznaga de Plata Premio Especial del Jurado, la Biznaga de Plata a la Mejor Actriz para Elena Anaya ex aequo con Natalia Tena por 10.000 km. y la Biznaga de Plata a la Mejor Banda Sonora Original. Las expectativas pues, eran altas.
Todos están muertos nos narra la historia de Lupe, una madre deprimida que sufre agorafobia y que se pasa el día entero en bata y zapatillas haciendo tartas de manzanas. Estamos en 1996 y nadie imaginaría que esta mujer fue un icono del rock español en la movida madrileña de los 80. Pero las cosas han cambiado, y ahora malvive en una casa junto a su desamparado hijo y su supersticiosa madre, quienes intentan ayudarla para que salga de casa y vuelva a saborear la vida. Pronto todo se tuerce al llamar a la puerta el hermano de Lupe, el otro miembro del grupo Groenlandia (posible guiño a ‘Los Zombies’) del que ella formaba parte. Lo insólito del asunto es que su hermano Diego falleció años atrás…
Una interesantísima premisa que se ejecuta además de manera elegante, con un planteamiento fresco, original a la par que misterioso y tragicómico. Lamentablemente ese curioso esbozo se deshace en un irregular y deficiente guion repleto de lugares comunes y tópicos del cine independiente europeo. Excesivamente edulcorada, la película de Sanchís pretende hablarnos de fantasmas, reales o imaginarios, fantasmas del pasado que hacen acto de presencia en el presente, de la muerte, ya sea en vida, ya sea la que fue, o que vendrá. Todo plasmado con una atmósfera claramente inspirada en el realismo mágico latinoamericano (la madre de la protagonista es mexicana y cree en conjuros y sesiones con espíritus).
Ese “buenrollismo” de la realizadora con su obra le permite no requerir de atrevimientos más allá de su propuesta, y la falta de mordacidad y sarcasmo en un retrato demasiado infantil hace flaquear al propio corazón de la movida. El escenario era perfecto para haber radiografiado con mucha más acritud y agudeza esa post-movida que a tantos desorientó.
Es de celebrar ciertos aspectos técnicos como la lograda fotografía de Álvaro Gutiérrez, tan atractiva y extraña como los protagonistas del relato. El maquillaje y el vestuario están igualmente muy bien medidos e incrustan verosimilitud en el espectador para adentrarse en aquella época. La caracterización de Nahuel Pérez Biscayart como estrella del rock ochentero patrio que regresa a la vida tiempo después de su muerte es bastante loable. Y el videoclip de ‘Corazón automático’ (single del grupo ficticio Groenlandia), que se nos incrusta como destellos a lo largo de la cinta es un notable ejercicio de montaje, sonido, fotografía, caracterización, etcétera, para lograr un vídeo musical que parece ser sacado de la mismísima movida. Canción, que por cierto, bien merecería un reconocimiento en la próxima edición de los Premios Goya.
En cuanto a los actores se refiere, veo a todos ellos deslizarse en lo amable, lo benevolente, ni rastro de la oscuridad, el misterio o la comedia negra tan presente en el realismo mágico. Se ha destacado mucho la interpretación de Elena Anaya, y aunque realiza una composición correcta de un personaje cargado de matices, observo un papel sencillo de interpretar y de la que además en ningún momento consigue brillar. Aún así, solo por ver a Anaya, una de las mejores actrices en la actualidad, merece la pena su visionado. Correctos están Nahuel Pérez Biscayart, Angélica Aragón y Patrick Criado. Menos afortunados se encuentran Macarena Gómez y un novato Cristian Bernal. Ese supuesto sufrimiento que padece la desquebrajada familia protagonista no termino de creérmela.
En resumen, Todos están muertos es una llamativa propuesta que malgasta sus poderosas armas en una feliz, educada y elogiosa mirada hacia la movida. Un irregular debut de Beatriz Sanchís que consiguió demasiado en tierras malacitanas. Aún espero esa obra cumbre sobre la movida madrileña de los 80. Un retrato tan desinhibido, desenfrenado, caótico y libre como punzante, socarrón y agudo, tal y como debiera observarse esa generación, esa época que cumple ya más de tres décadas.
Calificación: 4/10
Título original: Todos están muertos
Año: 2014
Duración: 88 min.
País: España
Director: Beatriz Sanchís
Guion: Beatriz Sanchís
Música: Juan Manuel del Saso, Juan Pastor, Aaron Rux
Fotografía: Álvaro Gutiérrez
Reparto: Elena Anaya, Macarena García, Angélica Aragón, Nahuel Pérez Biscayart, Patrick Criado, Christian Bernal
Productora: Avalon P.C.
Una crítica cuasi perfecta. Enhorabuena