The Grandmaster
Lo primero de todo va a ser lanzar un aviso para navegantes: Cuidado con el cebo.
Me explico. Os acordáis de aquello de “sabe el diablo más por viejo que por diablo”, ¿no? Pues bien, cuando se trata de marketing, ya no hay ni viejo, ni diablo que valga. Esa gente se las saben todas y pueden engañar a cualquiera como si fuera un niño si no se anda con cuidado. No podemos culparlos tampoco, es su trabajo. Pero no sería la primera vez que le arruinan a más de uno sus expectativas cinéfilas poniéndole en el morro un anzuelo apetitoso que luego resulta ser una desagradable sorpresa. Y sí, es ahora cuando muchos piensan en la injustamente denostada El Bosque (The Village, 2001) de M. Night Shyamalan.
Con el nuevo estreno de Wong Kar Wai, The Grandmaster (de título original, Yut doi jung si, 2013), se han puesto en práctica varios artificios que nos pueden hacer picar fácilmente. El primero de ellos es el típico cebo que se pone en el cartel, que en este caso lleva el nombre del que quizás sea mayor icono de las artes marciales en el cine, Bruce Lee. Si nos fijamos, la cinta se nos vende literalmente como una oportunidad para descubrir “La leyenda del maestro de Bruce Lee”, o sea, que lo lógico sería esperarse un biopic del gran maestro de Kung-Fu, Ip Man, en el que, tarde o temprano, apareciese la mítica figura de su discípulo. Pero no, malas noticias para los fans de Bruce, no hay ni rastro de él en los 130 minutos que dura la película.
El caso es que quien vaya buscando una obra que se centre estrictamente en la figura de Ip Man igualmente puede quedar de alguna forma defraudado, pues Won Kar Wai no se conforma con eso, sino que tira de ambición y también pasa por retratar pasajes de la historia del Kung-Fu en general, de la historia y la cultura china y/o de la vida de otros grandes maestros de la disciplina. De hecho (y aquí viene el otro truco del departamento de marketing) el nombre de la película originalmente se tradujo al inglés como The Grandmasters, título que en principio haría más justicia a lo que es la esencia real de la película, pero como nunca está de más acaparar beneficios extra, el título se ha vuelto a cambiar en otros países singularizándose, por lo que, lo que era un anzuelo se convierte en red, y el intento de atraer a las salas de cine a los fans de Bruce Lee, se convierte en el intento de atraer también a los de su maestro. Casi nada.
Una vez aclarado el embrollo comercial, vamos a la película. The Grandmaster es un relato grandilocuente de esencia sinfónica y preciosista en el que se intenta retratar el alma de las artes marciales desde un punto de vista poético, filosófico e incluso podría decirse que místico.
La historia se centra principalmente en dos de los grandes maestros del Kung-Fu, Ip Man (personaje encarnado por Tony Leung), y Gong Er (interpretada por la atractiva, aunque hierática Zhang Ziyi), cuyos destinos se verán unidos y separados por las trágicas vicisitudes que la invasión japonesa de 1936 causaría en China. Todo arranca en plena época dorada del Kung-Fu, concretamente en 1911. Por aquel entonces las grandes escuelas se regían por un férreo código de justicia, honor y lealtad y se concebía la disciplina como un arte casi más cercano a la danza que a la pelea. Era una época en la que el dorado y el rojo de los grandes prostíbulos cobijaban a los grandes maestros, y el equilibrio y la filosofía se transmitía de generación en generación a través de sus discípulos. Pero el caos de la guerra no respeta nada, y ésta será el detonante implacable que salpique todo con el negro color de la traición, el conflicto y la división, haciendo de la historia una trágica metáfora sobre la supervivencia más pura, y de la película una obra crepuscular en la que no hay casi lugar para el amor y la harmonía, o para el respeto por las tradiciones más ancestrales.
Aseguraba Wong Kar Wai que ésta es su obra más ambiciosa y que con ella pretendía, además de querer filmar una obra más profunda, acercarse a una audiencia distinta a la habitual. Es por ello comprensible que el autor se aleje en esta ocasión de la temática que le dio sus más notables triunfos y rehúya de sus características tramas amorosas e intimistas presentes en anteriores trabajos como Deseando Amar (In The Mood For Love, 2000), o su cinta del 2007 My Blueberry Nights, sustituyéndolas por otra a priori más atractiva para las masas. Y es cierto que muchos podrán argumentar que en The Grandmaster subyace una historia de amor muy del sello del director, pero lo que es evidente es que ésta no es el motor de la historia.
Donde sí se puede palpar la esencia del cineasta en su plenitud es en la factura técnica. Admitámoslo, cada escena de Wong Kar Wai es un regalo para la vista, y en esta ocasión, las cotas de virtuosismo técnico y de belleza alcanzan tales niveles, que no sería ninguna barbaridad afirmar que estamos ante una de las lentes maestras del cine actual. Ya sea por su abrumadora estética, por sus coreografías filmadas con todo lujo de detalles o por su archiconocido uso de la cámara lenta, el disfrute visual es impagable y hace de por sí mismo una excusa de suficiente peso a la hora de pagar la entrada. Además, hay un equilibrio entre drama y acción atípica en las producciones del género, por lo que todo huele aún más a sello de autor.
Pero el lado oscuro de todo esto es que Wong Kar Wai es siempre Wong Kar Wai incluso cuando hablamos de sus puntos débiles, pues una vez más, el aspecto negativo recae en el guion y la forma en que se nos narra todo. La historia en The Grandmaster presenta tantas lagunas, y sus elipsis narrativas son de tal magnitud, que se hace horriblemente farragoso para el espectador intentar atar cabos, por lo que todas las virtudes del apartado técnico quedan empañadas sin remedio. Ni siquiera los numerosos carteles explicativos que intentan despejar un poco la niebla evitan el recurrente sentimiento de confusión que nos embarga a medida que todo se desarrolla. Sin duda éste es el gran fallo que dinamita lo que podía haber sido una obra notable, pues al final, se queda la agria impresión de que Wong Kar Wai se ha gustado tanto en lo visual, que se ha olvidado de que también necesitamos comprender, o al menos, que no nos saquen de la historia a base de tumbos narrativos.
Dicho lo dicho… Acércate y juzga por ti mismo; merece la pena probar. Tanto si eres fan de Bruce Lee como si no. Tanto si conocías a Ip Man, como si no. Ya seas un asiduo al cine de Wong Kar Wai o un completo profano en la materia. Incluso si eres de los que se fían de las frases de los carteles de las películas; ¿qué más da? Ve al cine y prueba. Te podrá gustar o no… tiene buenos actores, incluso algún premio en festivales.
Prueba.
Pero no te quejes de que no te habían avisado de lo que ibas a ver.
Calificación: 5/10
Título original: Yut doi jung si
Año: 2013
Duración: 130 min.
País: Hong Kong – China
Director: Wong Kar Wai
Guion: Wong Kar-Wai, Xu Haofeng, Zou Jinzhi (Historia: Wong Kar-Wai)
Música: Shigeru Umebayashi
Fotografía: Philippe Le Sourd
Reparto: Tony Leung Chiu Wai, Zhang Ziyi, Zhao Benshan, Chang Chen, Brigitte Lin, Zhang Jin, Song Hye-kyo, Wang Qingxiang, Cung Le, Lo Hoi-pang, Liu Xun
Productora: Block 2 Pictures / Jet Tone Production / Sil-Metropole Organisation / Annapurna Pictures