Ted 2
Si nos atenemos a lo visto hasta el momento, podríamos decir que Seth MacFarlane parece uno de esos adolescentes empeñados en demostrar por activa y por pasiva que es el más graciosillo de la clase. Si lo que se ha propuesto es ser uno de los enfants terribles de Hollywood, la verdad es que lo está consiguiendo. Aunque, lo mismo, no en el sentido que éste pretende. Obsesionado por no abandonar nunca las zonas difusas que existen entre los límites del humor y utilizando siempre lo políticamente incorrecto, el estadounidense logra, a base de reiteración y poca inventiva, que sus chistes pierdan la chispa en cuanto escuchas otros siete iguales. Lo dicho; igualito que el típico payasete que se sentaba en las filas de atrás de nuestra clase en el cole.
Como crítico y espectador, el único margen que puedo darle a MacFarlane es el que pertenece por derecho propio a su aclamada serie de televisión, Padre de familia (1999). Serie la cual por cierto también perdería frescura y gracia a medida que iba acumulando temporadas. Aun así, en su momento, la irrupción del espíritu transgresor y gamberro que ésta demostraba supuso todo un soplo de aire fresco en el panorama. Su espíritu de aires punk, su delirante humor negro de tintes absurdos y su mordacidad vitriólica respecto a la sociedad norteamericana (con el permiso de South Park) sabía a novedad y valentía a partes iguales. Pero dejando de lado todo lo que tiene que ver con Peter Griffin y compañía, la verdad, es que poco hay que merezca la pena en el trabajo del director. Ni en sus demás incursiones en la animación, ni en sus largometrajes para la gran pantalla. Es más, me aventuro a decir sin medias tintas que tanto Ted (2012), como Mil maneras de morder el polvo (2014), o la película que nos ocupa en esta ocasión, Ted 2 (2015), dan auténtica vergüenza ajena.
En esta ocasión John y el oso Ted («encarnados» por Mark Wahlbeg y el propio Seth MacFarlane respectivamente) se embarcan en dos aventuras personales por las que todos o la mayoría de nosotros hemos pasado (o vamos a pasar) en algún momento de nuestras vidas. Por un lado John deberá enfrentarse a sus miedos para abrirse de nuevo al amor. Y por el otro, Ted, recién casado con Tami-Lynn (una guapísima, pero horrible Jessica Barth), tratará de tener un hijo. Aunque ninguna de sus odiseas personales será fácil, ya que, por distintos motivos, la vida le pondrá todas las trabas posibles. En resumen, una trama que no es más que una mera excusa para que los chistes propios del autor fluyan sin ningún tipo de filtro y para que de, nuevo, se haga una exaltación del lado más pueril y «peterpanesco» de la amistad y el amor. Nada que nos podamos tomar en serio, ni siquiera en lo que a comedia se refiere.
No vamos a engañar a nadie, el público que va a disfrutar con Ted 2 es exactamente el mismo que disfrutó con la primera parte. El humor es el mismo; el mismo tono grueso y fuera de tono y el mismo terco (y torpe) afán de provocar por la vía fácil. Los actores también son los mismos y los tics que se denotaban en su entrega anterior igualmente aparecen en esta entrega. Por tanto, podemos decir que MacFarlane ha apostado sin demasiada vergüenza por marcarse un «más de lo mismo» (y sí… la reiteración de la palabrita de turno también la utilizo intencionadamente). Una reutilización de fórmula que no le viene nada bien a un tipo de humor con un alma tan parecida a la de la comida rápida.
Aun así, cabe decir que, curiosamente, los patrones que el realizador y guionista adoptaba en la primera entrega se perciben algo suavizados ahora, en esta nueva producción. Parece que MacFarlane ha querido ampliar su target a un público de tolerancia más estandarizada, por lo que muchos de sus chistes y gracietas parecen intencionadamente tamizadas y rebajadas en cuanto a mala baba y mal gusto. Aun así, no se preocupen, los chistes escatológicos, palabras malsonantes y referencias sexuales abundan por doquier. Y bueno… las drogas también, claro. La apología del fumeta feliz y su anteposición habitual con la del tipo responsable en el que la vida nos suele obligar a convertirnos sigue también ahí. ¿Ven lo que les digo? pura reiteración. Cero creatividad.
No se me escapa que en la película existen ciertos momentos puntuales de gracia y que además ésta tiene la capacidad para producir algún que otro fogonazo que es realmente provocador, pero los que de verdad amamos el cine y la buena comedia, necesitamos más. Habrá a quienes les guste que les cuenten un mismo chiste cuarenta veces, pero objetivamente Ted 2 no merece el aprobado ni de largo. Es más, es realmente cuestionable que siquiera debiera existir. La única razón positiva que se me ocurre para ello es que este tipo de cine nos hace valorar las buenas obras que salen habitualmente en un género al que a veces tendemos a menospreciar y que es más difícil de lo que parece.
Y no… no me vale la típica excusa de que es el tipo de película para ver bajo los efectos del alcohol o alguna de las sustancias habituales que fuman sus protagonistas. No me vale porque así se ríe cualquiera, incluso mirando una pared.
En definitiva, y tirando de humor facilón para ir en consonancia: un espectáculo horror(oso).
Calificación: 0’5/10.
Año: 2015
Duración: 115 min.
País: Estados Unidos
Director: Seth MacFarlane
Guion: Seth MacFarlane, Alec Sulkin, Wellesley Wild
Música: Walter Murphy
Fotografía: Michael Barrett
Reparto: Mark Wahlberg, Seth MacFarlane, Amanda Seyfried, Liam Neeson, Morgan Freeman, Patrick Warburton, Dennis Haysbert, Michael Dorn, Martin Klebba,Richard Schiff, Jessica Barth, Sam J. Jones, Bill Smitrovich, Maggie Geha
Productora: Universal Pictures / Media Rights Capital