Star Wars. Episodio IV: Una nueva esperanza
La ciencia ficción siempre será flipante. Ya sea por el garbo con el que aparecen esos personajes de mil formas y mil diseños distintos, o por la complejidad/magnificencia de tramas hechas para enamorar; uno termina amando ese tipo de cine, al que no le importa innovar aunque en ciertas ocasiones se deje su salud en el camino.
Si hablas de ciencia ficción, tienes sí o sí que pasar por el espacio. Siempre nos ha fascinado eso de visitar otras galaxias sin movernos del sitio, solo aportando palomitas, refrescos (+ frutos secos en algunos casos) e imaginación, visitando los mundos que K.Dick o Asimov (entre otros) pusieron ahí para nosotros, aislando nuestra mente a otro tiempo, a otra realidad, a otra dimensión.
Todo lo espacial y todo lo temporal, tiene cabida en el corazón de muchos, vuelvo a repetir. Aquellos que se criaron con las Nike de McFly, los que se siguen riendo del robot casposo de Perdidos en el espacio o los que sigue saludando «rollo Spock» saben de lo que hablo: amor hacía unos colores definidos por siempre e ilusión por gustar a un batallón de fieles, que encuentran válvulas de escape geniales ante tanta monotonía vital. Pues ahí, en ese hueco, en el que priman los sentimientos más irracionales y más puros, siempre aparecerá la obra culmen, la referencia magnífica que todo amante (o casi casi todo) de la ciencia ficción se mete por vena (perdón por las molestias) alguna vez en su vida. Sí, sí, se trata de Star Wars, de esa lucha entre el bien y el mal antológica creada por Mr. George Lucas casi a finales de los 70 (1977 para ser exactos).
Hoy, para calentar motores antes del estreno del episodio VII (18 de diciembre), es el turno de analizar la primera parte de la antigua trilogía, para ser exactos el episodio IV. El inicio de las andadas de aquel chaval cuasi anónimo de Tattoine, que curraba con su tío hasta descubrir que él iba a ser el precursor de una auténtica epopeya con amigos, enemigos y rebeliones en la búsqueda del bien y del equilibrio. Estamos ante el origen, el kilómetro cero de una saga que lleva 40 años poblando nuestras videotecas; es Star Wars: una nueva esperanza.
Punto de inflexión para lo que viene después, en esta primera parte (en nuestra cronología) queda claro cuáles son las armas de los buenos (Jedis, rebeldes, androides, criaturas varías) y los malos (Darth Vader, El Emperador y asociados) para defender la paz galáctica en el primer caso o controlar a la misma con ambición y oscuridad como en el segundo. En eso se basa todo, ni más ni menos. Una nueva esperanza es el inicio del cuento en el que se narra el despertar del joven Luke Skywalker en una galaxia muy muy lejana, su adiestramiento como Jedi (un caballero de la justicia), su primera toma de contacto con el lado oscuro (los malotes) y sus primeros pasos como cabeza visible de la Alianza Rebelde (que así se hacen llamar los buenos). El bien y el mal dándose de leches a nivel interestelar. Una metáfora de la ambición humana aplicada a campos como la política o la economía pero en clave de aventura épica y su reverso positivo manifestado por aquellos que buscan el orden, la cordura, la libertad y la luz.
Personajes bizarros, cazadores de recompensas, mercenarios (que al final se tornan amigos-como en el caso de Han Solo-) y amigos de la Fuerza (Obi-Wan Kenobi) aparecen como protagonistas absolutos de una historia épica, directa, enternecedora, ilusa en algunas ocasiones y excesivamente sencilla, y más teniendo en cuenta el desarrollo posterior de la saga. Los principales puntos fuertes aquí radican en su impacto estético; esa capacidad para inventar, en crear planetas y criaturas de la nada; además de la excelencia y el mimo con el que aparecen los efectos especiales, algo rudimentarios (hay que tener en cuenta la época y el grado de avance en las tecnologías por aquel entonces) pero 100% artesanos. Pero, no nos engañemos, Star Wars es simple. Muy simple. Eso es indudable. Su guion se podría escribir en 5 líneas. La profundidad en el diseño de personajes es casi nula, tirando siempre de estereotipos (el joven inocente, la muchacha tímida pero fuerte, el bocazas encantador), a lo que se une una inexistente originalidad para inventar situaciones frescas, rompedoras, no repetitivas (demasiados tiempos de carga además y demasiado barullo de láseres). Pero Star Wars tiene algo especial sin duda: una combinación casi perfecta de espíritu, bondad, cercanía, alma y una banda sonora que permanecerá en nosotros toda la vida (Bendito John Williams). Se ven sus fallos pero se le perdona por esas ganas de gustar, por ser real, por ser de las primeras y por traernos una historia por siempre recordada.
Calificación: 7/10
Año: 1977
Duración: 121 min.
País: Estados Unidos
Director: George Lucas
Guión: George Lucas
Música: John Williams
Fotografía: Gilbert Taylor
Reparto: Mark Hamill, Harrison Ford, Carrie Fisher, Alec Guinness, Peter Cushing, David Prowse, Peter Mayhew, Anthony Daniels, Kenny Baker, Phil Brown, Shelagh Fraser,Garrick Hagon, Denis Lawson, Alex McCrindle, Richard LeParmentier, Drewe Henley, Jack Purvis, Don Henderson, William Hootkins, Malcolm Tierney
Productora: 20th Century Fox / Lucasfilm Ltd. Production