Silencio
Una de las ventajas de acercarse a las nuevas obras de autores consagrados es tener la certeza de que todo en éstas es premeditado, no hay imposiciones del estudio, ajustes en el presupuesto ni para por el estilo. Con esto presente es extraño leer que lo último de Scorsese es un tostón; difícilmente algún crítico tenga más conocimientos sobre el ritmo de una película que Martin Scorsese, sobre todo teniendo en cuenta la propuesta que ha llevado a cabo el genio de Queens es una película sobre la (su) fe y la cercanía de Dios. La opinión de un servidor es que con el tiempo (parte de) la crítica cinematográfica internacional se ha ido amoldando hacia las formas de cines más extendidas actualmente, cerrando así su amplitud de miras en lo que ha técnicas diversas se refiere.
Pero vayamos a lo importante, Silencio. Scorsese nos presenta su película menos comercial en años, o décadas, mejor dicho. Una cinta profundamente contemplativa, introspectiva y densa, pero que en ningún momento cede ni se doblega a lo condescendiente o vacuo, desgarrándonos por dentro.
Desde su primer (y silente) fotograma, que conecta su prólogo y epilogo en el que nos introduce en su viaje, se hace el silencio en la sala (y en mitad de un buen puñado de películas ruidosas) sumergiéndonos en su particular trance, difícil, complejo y repleto de lecturas, a la antigua, podríamos decir, de cuando los directores (y productores) no moderaban ni simplificaban su lenguaje para llegar al gran público. La propuesta de Scorsese no es accesible ni divertida, como la gran mayoría de sus filmes anteriores, pero es una obra genial, profunda, trascendental y grandiosa. Su cine se magnifica para transformarse en una experiencia cruda, en especial en una genial y muy particular escena desde el interior de una prisión de madera en la que, de manera tortuosa, somos testigos impotentes de imágenes terribles que nos hace preguntarnos si realmente estamos atrapados con el protagonista o detrás de la pantalla. El mensaje religioso no debería extrañar viniendo de quien viene, pero resulta mucho más gratificante cuando se va desgranando en un sinfín de analogías, siendo el lenguaje, la pureza y la fe en el cine la más emocionante de ellas, Scorsese parece estar confesándose en su senectud cinematográfica, volviendo a la esencia. No sabemos cuántas película le quedan aun a Scorsese, ojalá que muchas, pero con el estreno de éste silencio ya puede dormir tranquilo, que si su trabajo terminara hoy, a nadie le quedará la más mínima duda de que fue, es y será un grande entre los grandes.
Calificación: 10/10
Año: 2016
Duración: 159 min.
País: Estados Unidos
Director: Martin Scorsese
Guion: Jay Cocks, Martin Scorsese (Novela: Shusaku Endo)
Música: Kim Allen Kluge, Kathryn Kluge
Fotografía: Rodrigo Prieto
Reparto: Andrew Garfield, Adam Driver, Liam Neeson, Ciarán Hinds, Issei Ogata, Tadanobu Asano, Shin’ya Tsukamoto, Ryô Kase, Sabu (AKA Hiroyuki Tanaka), Nana Komatsu,Yôsuke Kubozuka, Yoshi Oida, Ten Miyazawa
Productora: Coproducción EEUU-Italia-México-Japón; Cappa Defina Productions / Cecchi Gori Pictures / Fábrica de Cine / SharpSword Films / Sikelia Productions / Verdi Productions / Waypoint Entertainment