Sabotage

La última película del director y guionista norteamericano David Ayer, autor de cintas como la original pero irregular Sin tregua (End of Watch, 2012) o el fenomenal texto de la arrolladora película de Antoine Fuqua, Training Day (2001) es una de esas obras que por desastrosa y deleznable queda impregnada en la memoria colectiva. Vaya por delante que por mucho que el cartel tire del mítico Arnold Schwarzenegger para tratar darle tirón a su propuesta, estamos sin duda ante un subproducto mediocre que pretende rememorar y homenajear tiempos gloriosos del cine de acción, pero va a acabar en las cloacas del cine al lado de otras calamidades cinematográficas dignas de Razzies. Y es que, señoras y señores, a Sabotage (2014) no hay por dónde cogerla, se mire por donde se la mire.

En principio cuesta hacerse a la idea de cómo una propuesta a priori tan asequible de llevarse a cabo con éxito ha terminado por hacerse digna del calificativo de engendro. El espíritu que se intuye, como ya hemos sugerido, era el de honrar aquellas películas de acción que a partir de la década de los 80 nos hicieron disfrutar como niños con pistolas de juguete viendo las hostias, tiros y persecuciones que protagonizaban los Schwarzenegger, Stallone, Van Damme, Chuck Norris y compañía. De aquellos tiempos que forjaron el género nos quedan mitos intocables que dentro de las limitadas pretensiones de su arte se hicieron por méritos propios un hueco entre los iconos del cine más popular. A día de hoy, sagas como la de Los Mercenarios (The Expendables, 2010/12) mantienen viva la llama de la nostalgia a base de buen hacer y de no tomarse demasiado en serio a sí mismas, dando una oportunidad a nuestros míticos héroes de acción para reaparecer en pantalla junto a nuevas promesas del género. Como decimos, en la película de David Ayer se intuye un espíritu similar al de la mencionada saga. Parece que el rollo revival tiene mucho tirón y que al homenaje se le podía añadir un plus de taquilla más que curioso, cosa que, desde luego, no sé si conseguirá. Lo que sí afirmo desde ya es que lo que pretendía ser un homenaje es casi un insulto involuntario al género por los niveles de infamia y poco saber hacer que se desprenden del resultado final de la obra.

Como hemos señalado, la idea argumental de la que parte la cinta era más que sencilla. En un tono que renquea miserablemente entre el thriller y la acción se nos presenta a la DEA, un grupo de élite liderado por John “Breacher” Wanton (Arnold Schwarzenegger) que se encarga de acometer importantes operaciones anti-droga para el gobierno de los Estados Unidos. Tan excéntricos como profesionales, y quizás llevados por las consecuencias de tener que actuar continuamente como agentes infiltrados, el grupo entero está compuesto por unos agentes que destacan por unas formas de trabajar que, si bien son estrictamente profesionales, destacan por ser más bien poco ortodoxas. De puertas para afuera puede parecer que son un equipo rudo y violento en exceso, pero íntimamente. los lazos que les unen dejan entrever que más que un equipo son como una familia en la que todos sus miembros llevan a sus espaldas los sacrificios y tragedias que una profesión como la suya conlleva.

El problema que pone en jaque la confianza que impera en el grupo de John Wanton surge, como tantas otras veces, cuando el dinero sale a relucir a escena. Será después de aprovechar una importante operación contra un cártel de la droga para apoderarse ilegalmente de un jugoso botín en efectivo cuando las rencillas y la desconfianza harán mella en el antes prestigioso cuerpo de élite. Y no les faltará razón a ninguno de ellos, pues el dinero desaparecerá sin que nadie sepa dónde ha ido a parar, y para colmo, alguien comenzará a matar uno por uno a cada miembro del grupo. Así pues, la intriga está servida, dónde está la pasta y quién y por qué está asesinando a los discípulos de John “Breacher” son las cuestiones a resolver en la hora y media aproximada que dura Sabotage.

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La respuesta sobre quién es capaz de defenestrar un punto de partida tan convencional y sencillo como el expuesto ya la tenemos resuelta. El pobre diablo de David Ayer. Si algunos vieron en sus anteriores películas algún atisbo de talento en cualquiera de sus aspectos como director, que se olvide de encontrar nada de valor aquí. Siendo generosos, podría decirse que solamente son destacables algunos planos puntuales y la interpretación de Olivia Williams, que sale a flote entre tanto caos manteniendo la dignidad que se le supone a su profesión. Lo demás es un cúmulo de errores y tonterías que a más de uno se lo va a llevar a un terreno en el que no va a saber muy bien si echarse a reír o a llorar. Gazapos, giros de guión más que confusos, errores de raccord, cabos sueltos, un montaje que parece haberlo hecho un simio, unos diálogos vergonzosamente irrisorios y lo que es peor, una nula capacidad para entretener, son el sello de identidad de una cinta que ni funciona como thriller de acción, ni como slasher, ni como película en sí.

Que una película de acción se haga larga y aséptica es inaceptable, y más cuando la voluntad de impactar en los espectadores queda más que patente a merced de la esperpéntica violencia gráfica con la que contínuamente se nos quiere sobrecoger. Pero no, los océanos de sangre y tripas son totalmente ineficaces cuando nuestra adrenalina y nuestros niveles de empatía hacia la historia rozan registros parecidos a los de los cadáveres que aparecen en la pantalla.

Qué no os engañen algunos nombres del reparto; ni Sam Worthington, ni Terrence Howard, ni el portento físico del ya anciano Schwarzenegger salvan el aquelarre fílmico que es Sabotage. Ninguna interpretación, salvo la ya citada de Olivia Williams merece la pena de ser vista ya que el guión les otorga un rancio papel que no va más allá de ser meros monigotes a punto de ser acribillados o torpes resortes narrativos que harán que la historia salte hacia su propio precipicio. De hecho, cada uno de ellos es tan plano que calificarlos de estereotipados como conjunto se queda en un piropo agradecido. Cabe hacer una especial mención a Lizzy Murray, interpretada de una manera detestable por Mireille Enos, su actuación en Sabotage bastaría de por sí misma para huir a kilómetros de cualquier sala donde se proyecte la película. Otro más de los incontables defectos de la desgraciada cinta.

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Y es que, a pesar de parecer que me quiera cebar especialmente con el último trabajo de David Ayer, tengo que afirmar que me siento respaldado por una más que evidente razón para redactar una crítica tan negativa; la de que estamos ante una de las peores películas que han llegado a nuestras carteleras en lo que llevamos de año. Lo peor de todo es que casi apostaría a que figurará entre las diez peores cuando el mes de Diciembre de este mismo año esté llegando a su fin.

Sea como sea, los habrá que se acerquen a ella buscando ver al bueno de Arnold volviendo a pegar tiros. Cada uno es libre de hacer con su salud mental lo que quiera. Yo personalmente elegiría hacerle mi propio homenaje viendo algunas de sus cintas más míticas pegándome alguna doble sesión que otra. Estoy seguro que es mucho mejor que tener que ver como una vieja gloria se tiene que arrastrar penosamente por una producción de Serie Z y encima con ese peinadito de tasca y vasito de mosto.

Resumiendo: Mucha tela.

Calificación: 1/10

 
 

Sabotage_GE_MC_Cartel_originalTítulo original: Sabotage

Año: 2014

Duración: 109 min.

País: Estados Unidos

Director: David Ayer

Guión: Skip Woods, David Ayer

Música: David Sardy

Fotografía: Bruce McCLeery

Reparto: Arnold Schwarzenegger, Sam Worthington, Olivia Williams, Terrence Howard, Joe Manganiello, Mireille Enos, Max Martini, Josh Holloway, Dawn Olivieri, Malin Akerman, Harold Perrineau, Ralf Moeller, Martin Donovan

Productora: Open Road Films / Qed International / Albert S. Ruddy Productions / Crave Films

 

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