¿Qué pasa con los videojuegos?

SF_MC
Las ideas se acaban y la creatividad cada vez florece menos en la industria hollywoodiense chavales. Parece ser que ahora está de moda hacer adaptaciones de libros, cómics e incluso de cuentos (en general de todo lo que se ponga por delante); una forma sencilla de explotar las buenas ideas que otros tuvieron sin exprimirse demasiado el tarro… pero no siempre sale bien. Más allá de las geniales adaptaciones que está haciendo Marvel de sus superhéroes de cómics, aparecen películas infames que bien podrían ser dignas de multas y/o sanciones por los niveles de infracalidad que rezuman. Sirvan de ejemplo Divergente, Crepúsculo o la propia Cincuenta sombras de Grey; películas diseñadas para un sector de la población al que se la sopla la propia calidad de la propuesta o la calidad de las interpretaciones, lo más importante es que aparezcan jetas bonitas y cuerpos esculturales dispuestos a amarse hasta el fin. Pan pal’ pueblo.

Pero no siempre fue así; allá por los noventa  y el principio de este nuevo milenio, lo que estaba de moda era (y sigue siendo pero en menor medida) hacer adaptaciones de videojuegos. Ya sea por la calidez en sus historias, su propia espectacularidad o el público al que iban dirigidos algunos realizadores pensaban que el futuro del cine de acción y aventuras debía pasar por el inexorable checkpoint del videojuego… pero que equivocados estaban maldita sea. Proponiendo principalmente cintas erráticas, mal dirigidas, gravemente descompensadas y difícilmente digeribles; las adaptaciones de videojuegos se convirtieron con el tiempo en meras cagaditas en el recorrido de algunos realizadores, en obras con unos niveles de calidad demasiado negativos que no hacían homenaje ni a un 25% a lo mostrado en las grandes producciones de la multimedia en la que estaban basadas.

Hoy repasamos algunas de esas «fechorías» entrañables. Cinco de las peores cintas basadas en videojuegos. Cinco propuestas terroríficas que duelen cual patada en el bajo vientre, aunque no por ello dejen de ser carne de quedada con colegas y birras.

1. Street Fighter, la última batalla (1994)

«Es un juego de lucha, no pretendas crear una obra de quilates». «Para destrozar un mito siempre hay tiempo tío». «¿Tienes idea de dirigir? Eso es lo que le deberían de haber dicho a Steven E. De Souza (guionista de La Jungla de Cristal), antes de ponerse el mono de faena y hacer su particular versión del mítico videojuego de lucha de Capcom. Con una ambientación estúpida, unos actores de risa (¿eran profesionales?) con una caracterización del todo ridícula (Blanka, Sagat y Dhalsim dan verdadera pena), unas interpretaciones más forzadas que un cd en una Supernes, una historia floja a más no poder  (todos contra Mr.Bison) y una dirección en niveles negativos; el realizador americano se encargó de reventar el mito con C4 desde dentro, y de paso darle una patada giratoria a la carrera de Jean Claude Van-Damme y de Raul Juliá (La Familia Adams) en toda la face. Street Fighter, la última batalla lo único que ofrece son galletas mal dadas, a Kylie Minogue tremendona (también sale sí) y risa a borbotones. Del resto olvídate socio. Carne de videoclub vamos.

Guile (Van Damme) infringiendo castigo a Bison (Raul Juliá)
Guile (Van Damme) infringiendo castigo a Bison (Raul Juliá)

2. Double Dragon (1994)

Mark Dacascos en los noventa se transformó en una especie de ídolo de masas, para muchos en el nuevo Bruce Lee, en el nuevo boom de las artes marciales; para otros siempre quedará en nuestra memoria su papel mierder en Double Dragon, adaptación del beat em’up (videojuego de avanza y pega) homónimo. La historia se centra en los hermanos Lee, maestros en kung- fu, poseedores de un amuleto que otorga poderes especiales, objeto de deseo del malote de turno que buscará en el amuleto tener el control sobre el hampa; el resto, ya te puedes imaginar: luchas por un tubo, diálogos extraordinariamente tontos, coreografías hasta para ir al baño, un guión en modo servilleta y unas actuaciones demasiado tibias (tampoco se puede pedir demasiado en este caso) que sirven a James Yukich para darle vida a este error de la naturaleza, algo así como la cara b de Golpe en la pequeña China  fusionada con The Warriors  pero con artes marciales de garrafón y más colorista si cabe. Aquí huele a cuco, ni se acerquen.

Los hermanos Lee (Mark Dacascos y Scott Wolf) preparados para la acción
Los hermanos Lee (Mark Dacascos y Scott Wolf) preparados para la acción

3. Super Mario Bros (1993)

Es casi imposible no haber echado alguna que otra partida con el fontanero más conocido del mundo y con su joven hermano, un par de tipos empeñados siempre en rescatar a la princesa Peach de las garras del Rey Tortuga Bowser. Fantasía, aventuras y mucha acción hacen de Super Mario Bros una de las mayores producciones de este sector jamás creadas. Pues bien, partiendo de eso, y aprovechando el tirón de Mario y compañía, Annabel Jankel y Rocky Morton se lanzaron a la piscina de cabeza y sin manguitos, creando una de las peores adaptaciones basadas en juegos hasta la fecha. Totalmente torpe en su realización, con un argumento basado en la propuesta inicial pero con un rollo más futurista y unas interpretaciones pésimas, con Bob Hoskins (Mario), John Leguizamo (Luigi) y Dennis Hopper (Koopa) rozando el ridículo desde el minuto uno; se nos presenta esta retro obra de ingeniería bizarra y decadente, una fumada totalmente perturbadora donde tanto personajes como animalillos (dinosaurios/reptiles) varios aparecen en escena como participantes de un teatro perverso y sin sentido, un corto en modo droga de Terry Gilliam pero sin pies ni cabeza. De lo peor que se puede ver sin duda alguna.

Koopa (Dennis Hopper) y un subodinado reptiliano.
Koopa (Dennis Hopper) y un subodinado reptiliano

4. DOA: Dead or alive (2006)

Tías con poca ropa, provocación y acción sin límites; en eso se basaba el videojuego de lucha de PSX y la película lo sigue a raja tabla. Olvídate de historia y de encontrarle demasiado sentido, aquí lo único que encontrarás son tías casi en bolas ahostiándose como si no existiera un mañana en un torneo de artes marciales: nada más. En DOA importa más bien poco los diálogos, la complejidad en el guión o la frescura en su propia historia; lo único que interesa es mostrar a tías imponentes para deleite del espectador enzarzándose en una lucha continua con incisos totalmente estúpidos, resultando una copia casi calcada a lo mostrado en las cintas de Tekken pero con algo de más picante. El resto sobra. Para los que están buscando una peli de acción en condiciones, solo cabe decir que DOA se aleja tanto del buen de cine de galletas como Plutón del Sol. Es difícil sacarle «peras» al olmo. Vuelvan a Seagal y cía.

Christie Allen (Holly Valance) en una escena de lucha
Christie Allen (Holly Valance) en una escena de lucha y sin ropa

5. Alone in the dark

Era imposible marcharse de este pequeño recorrido infernal sin entrar dentro del mundo de uno de los directores que más han tirado de este género sin duda alguna, su nombre es Uwe Boll. Nacido en Alemania pero criado en los pantanosos universos de la serie B, si por algo se caracteriza Uwe es por ser un digno sucesor de Ed Wood, uno de los firmes candidatos a “peor director de la historia del cine”. De entre toda su subterránea y extensa filmografía como director elegir una sola cinta (todas son tan genialmente espesas…), es cuanto menos complicado. Pero si hay que escoger una, valorando tanto la riqueza de la propuesta como el repertorio mostrado por el artista, está es sin duda Alone in the dark, una de sus producciones más ambiciosas hasta la fecha.

Basada en el videojuego de PSX, un survival horror algo menos brutal que Resident Evil, aunque si más atmosférico y fantasmal que este; la acción toma como punto de partida un caso paranormal a resolver, para así profundizar en la figura de Edward Carnby, investigador especializado en este tipo de lindes que se encargará de solucionar el mismo, no sin ello sufrir en sus propias carnes el miedo hacía la oscuridad y todo lo que significa esto (sustos incluidos). Siguiendo ese hilo conductor, la cinta de Boll, nos sitúa justamente en se mismo plano; pero de qué forma señores. Tanto la penosa interpretación de Christian Slater (Edward Carnby), la propia realización (más cercana a un telefilme que otra cosa) como las deficiencias tanto en la ambientación como en la propia ejecución del guión definen un trabajo que podría haber pasado perfectamente por broma macabra de Saw. Alone in the dark es una de esas pérdidas de tiempo que ni todo el dinero del mundo podría devolverte. Una peli de terror de las sobremesas de Antena 3. Bendito seas Uwe.

Edward Carnby (Christian Slater) con pose fotográfica
Edward Carnby (Christian Slater) con pose de victoria + animalillo de fondo

Fuera de la lista queda la saga Resident Evil, las de Tomb Raider o incluso Doom; cintas algo mejores y que al menos rozan niveles algo más dignos. Películas que se han convertido en muestras suficientes que se acercan algo más a los blockbusters de acción y que tirando de fuerza y una mayor dosis de frescura se han quedado en la memoria del espectador.

Aquí tienen mis cinco. Sin ellas el cine no sería tan divertido como lo es actualmente. Hay palos, pero también cariño.

Sigan disfrutando del cine.

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