Phoenix
La Alemania nazi. Una época mala donde prácticamente todos sufrían y ninguno de ellos salía ganando, excepto cuatro o cinco. Ha habido infinidad de películas sobre este tema. La lista de Schindler podría ser una de las mejores, tratando el tema desde dentro y conociendo bien los tejemanejes, con la dureza y frialdad que caracteriza a Spielberg en sus obras más realistas. El gran dictador sería el referente cómico, con esa escena mítica e inolvidable donde Chaplin maneja el mundo como quiere. Una de las últimas es Malditos Bastardos, una invención magnífica de Quentin Tarantino donde se inventa una historia juntando los dos bandos y mezclándolos con su universo particular, y nos deja una de las mejores actuaciones de los últimos años.
Phoenix, ganadora del premio FIPRESCI en el último festival de San Sebastián, es una de esas obras ambientadas en la Alemania nazi (mas bien la época postholocausto). Nina es una cantante que ha sido traicionada y llevada a un campo de concentración, sin embargo ella consigue sobrevivir. No todo es bueno, pues su cara ha quedado completamente desfigurada y se somete a una intervención quirúrgica para recomponerle el rostro. Ella quiere buscar a su marido, y acaba encontrándolo, pero no es como ella se esperaba, pues… él no la reconoce, y empieza una aventura hacia los más sucios objetivos.
Una obra dramática con muchos tintes de intriga. Lenta, lo cual consigue todavía intrigar más al dar una enorme sensación de que no se va a resolver la historia, que no será así. Él no reconoce a ella, sin embargo entablan una relación de amistad donde él va buscando la herencia de su mujer (a la que cree muerta), y ella simplemente se deja llevar por amor. Un obtuso plan del que ella misma es cómplice y, por mucho que hablen y le explique la situación real de que ella es su mujer, él no se lo cree.
Un ambiente oscuro y húmedo se introduce en nuestra piel, viviendo una especie de paralelismo entre las aventuras conjuntas y la entrevista que ella tiene con su amiga, la que le salvó del pozo y consiguió que no muriese. Se observan las notables diferencias de comportamiento en ambos casos, con una gran actuación de la protagonista, que por a su marido hace exactamente todo lo que le pide, pero que a su vez desearía que él se diese cuenta de todo y le creyese. Una gran frase se extrae de todas las conversaciones: “Cuando él habla de mí sin saber que soy yo, tengo celos de mí”. Todo ello desembarcará en un final previsible que aun así te abraza hasta que no puedes evitar sentirlo, con esa mirada perdida de su marido y una fotografía fija e impecable de todos los invitados, que están mirando fijamente a no se sabe muy bien qué.
Phoenix es reflexión y sentimientos, pero una avalancha de repetitividad cae sobre la película. No se esconde en reconocer que le dan vueltas a lo mismo. Aun así, no deja de ser un buen trabajo que acaba llegando. Lógicamente no es algo para todo el mundo y todos los momentos, lo cual ocurre con absolutamente todo tipo de cine. Para los acostumbrados a la paciencia y perseverancia les encantará, el resto tal vez se desespere algunos momentos y no llegue a sentir la rabia y la moraleja que aguarda, pero comprenderá la complejidad que conlleva.
Calificación: 7/10
Año: 2014
Duración: 98 minutos.
País: Alemania
Director: Christian Petzold
Guión: Christian Petzold, Harun Farocki (Novela: Hubert Monteilhet)
Música: Stefan Will
Fotografía: Hans Fromm
Reparto: Nina Hoss, Ronald Zehrfeld, Uwe Preuss, Nina Kunzendorf, Michael Maertens, Uwe Preuss, Imogen Kogge, Eva Bay, Kirsten Block, Megan Gay, Valerie Koch
Productora: Schramm Film Koerner & Weber / Bayerischer Rundfunk (BR) / Tempus / Arte / Westdeutscher Rundfunk (WDR)