Petite nature

Aspiración de un yo-futuro

Samuel Theis nos presenta su segundo largometraje tras Mil noches, una boda, el cual codirigió junto a Marie Amachoukeli-Barsacq y Claire Burger en 2014, que terminó consiguiendo la Cámara de Oro de Cannes en 2014. La carrera actoral que lleva Theis en las espaldas ha influido positivamente para el claro potencial en la dirección de actores: Aliocha Reinert, el joven actor protagonista, atina con una interpretación delicada y verdadera. Theis repite escenario y vuelve a situar la trama en Forbach –como hizo con Mil noches, un boda y como lo hará en su siguiente obra– ciudad obrera francesa que hace frontera con Alemania.

El film empieza con Johnny (Aliocha Reinert), un niño de diez años con largos cabellos rubios y rostro angelical, liando un cigarrillo al amante de su madre –voceríos de un adiós agrietado– y la pequeña-gran mudanza de Sonia (Mélissa Olexa), sus tres hijos, pocas bolsas, un perro, algunos peces y mucha vergüenza: ¿Dónde vas tan deprisa?, interpela Sonia a su hijo. Me da mucha vergüenza, aclara Johnny. Y es precisamente la vergüenza social uno de los grandes temas que atraviesa el argumento de la película.

El nuevo hogar (vivienda de protección oficial) no tiene nada de nuevo en lo que influye a Johnny y su ímproba labor en casa, pues su elevada responsabilidad lo encarrila hacia el rol más maduro de su linaje. Johnny ampara a una madre que frecuenta la noche y el alcohol, que apenas gana dinero y que parece no saber hacerlo mejor (si alguien te jode, le aprietas la cabeza y le rompes la nariz), un hermano adolescente que no ayuda, una hermana pequeña a la que debe atender y un perro al que pasear. Aun con todo, el autor da en el clavo con los claroscuros, el vínculo que manejan madre e hijo es peculiar: ¿Qué es Dios para ti?, pregunta el joven a su madre. Para mí es el amor, compartir. Los hijos preciosos que me ha dado. Un angelito como tú. Dios son muchos besos, muchos abrazos, responde con caricias la madre.

Todo parece poder cambiar cuando su maestro Adamski (Antoine Reinartz), mudado recientemente a Forbach junto a su pareja desde Lyon, despierta en el muchacho una mirada hacia nuevos horizontes. Un profesor que sabe ver y que se atreve a ayudar a un diamante en bruto y un niño desamparado con ansias de limpieza colisionan cuando el chaval se lanza a querer ser el único ante su mentor. Tal vez a quienes no les suelen dar la mano, cuando reciben una, no entienden dónde termina ésta y dónde empieza el brazo, y cómo no. El niño que divisa más de lo que contempla el resto –todos son una panda de vagos, piensa el joven– no deja de ser un crío que no capta la linde de lo impropio, lo inmoral. Los niños siempre van más lejos, experimentan, hasta que son advertidos de lo contrario. Ahora bien, Theis sí traza en el adulto los límites propios sin atisbo de resquicio.

La película no se conforma sólo en el descubrimiento de la sexualidad de un preadolescente, por el contrario, la curiosidad va ligada a una necesidad –convertida en deseo– de salvación que el niño angelical encuentra en la construcción de una figura idealizada que le enseña. ¿Se transforma pues, en una aspiración de un yo-futuro? Empieza con una mudanza y acaba con otro anhelo de mudanza porque Johnny no puede esperar cumplir los dieciocho años para sufrir la necesidad imperiosa de darle la espalda a su familia, dejarlo todo y aspirar a… algo distinto. Salir del entorno social de origen es difícil: tal vez los estudios auxilien y puedan ser una llave importante.

El realizador nos regala una mirada sencilla, pura, incómoda. Huye de los lugares comunes. Tampoco hace ademán de señalar a nadie, ser aleccionador, ni busca culpables en este cuidadoso coming-of-age que consiguió el premio a la mejor película en la Sección Oficial del Atlántida Mallorca Film Fest. Se adentra en sus vivencias personales –expresaba el director en una entrevista– para hablarnos, a través de su memoria, de la clase obrera de su ciudad natal, que habita con escasa confianza de progreso. Lo hace mediante una mirada inocente –en el punto de vista de Johnny– y que lejos está de victimizar al protagonista, al que acompañamos con planos cerrados que lo persiguen. Una puesta en escena trabajada y eficaz que ayuda a enmarcar los temas citados anteriormente. Samuel Theis acierta con Petite Nature –que puede recordar a Tomboy (Céline Sciamma, 2011)– una pequeña preciosidad, de la mano de la infancia, para su gran debut con sello de autor.

 

 

Título original: Petite nature

Año: 2021

Duración: 95 min.

País: Francia

Dirección: Samuel Theis

Guion: Samuel Theis

Fotografía: Jacques Girault

Montaje: Ulysse Klotz

Reparto: Aliocha Reinert, Melissa Olexa, Antoine Reinartz, Ilario Gallo, Izia Higelin, Jade Schwartz, Samuel Theis

Productor: Avenue B Productions, France 3 Cinéma, CNC, Région Grand Est, Cinécap 3, Cinéventure, Canal+, Ciné+, France Télévision

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