Múltiple

 


Algún día alguien hará un documental acerca de qué demonios le ocurre a M. Night Shyamalan con los trailers de sus películas, porque o bien les hace un flaco favor vendiéndolas como lo que no son (caso flagrante de El bosque y La joven del agua, dos de sus mejores y más infravaloradas películas, condenadas a muerte por un trailer que las presentaba como películas de terror, cuando eran más drama puro que otra cosa) o bien las destripa sin piedad.

Si han visto el trailer de Múltiple, ya han visto lo más inquietante que tiene.

Presentar esta, la duodécima cinta del realizador indio, como una película de terror es cuanto menos engañoso. No es una cinta de terror. Y este es uno de sus mayores problemas, porque sin duda tenía material para ser más inquietante. Sí, sin duda hay escenas que generan una cierta inquietud en el espectador (especialmente todas las que envuelven a las tres chicas secuestradas), pero en ningún momento el espectador siente la angustia de las tres jóvenes encerradas en esos sótanos inmundos. Dicho de otra manera, los abuelitos de La visita, la anterior película de Shyamalan, daban mucho, pero muchísimo más mal rollo que el bueno de Kevin y sus 24 personalidades, aunque las comparaciones sean odiosas. Así, lo que es Múltiple es básicamente un thriller mezclado con algunas notas de drama que lanza un compasivo mensaje en favor no sólo de los afectados por trastornos mentales, sino de todos aquellos que, como Cassie, sufren en silencio y con valor las situaciones más horrendas. Es en esos momentos, en los que Shyamalan introduce sin anestesia los horrores del pasado de Cassie en forma de flashbacks (mucho peor lo que se intuye que lo que se ve), donde parece querer salir a la luz ese extraordinario narrador dramático que fue el director desde 1999 hasta 2006, y que obviamente no parece que vaya a volver a tenor de los palos críticos y económicos que se llevó por ello a partir de cierto momento.

Pero el principal problema de Múltiple aparece en su tercio final. Por razones obvias no daremos detalles, pero tiene que ver con la personalidad número 24 de Kevin, llamada «la Bestia». Hubiera sido mucho más interesante que Shyamalan, para presentar a esta personalidad, optara por lo que todos los espectadores tienen en mente desde el primer momento en que vemos a las tres adolescentes secuestradas en el sótano y que parece que va a ocurrir desde ese primer encuentro de las chicas con su secuestrador, pero lo que se ha sacado de la manga el realizador es… cuanto menos extraño, bastante increíble y en ocasiones incluso roza lo ridículo por recordar, aunque parezca una locura decirlo, a cosas que vimos en cintas como Van Helsing o La liga de los hombres extraordinarios. No es una buena señal. Además, en este último tercio de cinta se nota mucho más claramente ese problema antes mencionado de falta de tensión. No hay que ser un lince para adivinar quién va a morir y quién no, y la carrera de la protagonista escopeta en mano por el sótano no produce demasiada inquietud.

Por suerte, no todo es decepcionante en Múltiple. Hay algo que sigue siendo evidente para cualquiera que tenga dos ojos en la cara, que es que Shyamalan sigue siendo un maestro de la técnica cinematográfica. La película está fantásticamente bien rodada, tiene una atmósfera malsana muy bien conseguida (mérito de la fotografía y del espléndido trabajo de decoración y dirección artística), y además resulta entretenida gracias a multitud de escenas muy conseguidas (atención a la secuencia del secuestro, o la primera interacción de «Dennis» con las tres chicas, o la cena que les prepara «Patricia» a las secuestradas). Por supuesto, hay que alabar también el fantástico trabajo de Anya Taylor Joy, la joven revelación de La bruja (Robert Eggers, 2015), conscientemente inexpresiva al principio y llena de fuerza según avanza la acción. Tampoco cabe olvidar a la veterana Betty Buckley en un personaje importantísimo para la trama, al que la actriz recubre de dignidad y también mucha valentía.

Pero si hay algo por lo que se va a recordar Múltiple es por el superlativo esfuerzo interpretativo de ese inmenso actor camaleónico que es James McAvoy. Su talento para dar vida a todas las personalidades de Kevin es sencillamente apabullante y hace obligatorio el visionado de la cinta en versión original para poder apreciar cada matiz en su voz, especialmente cuando Kevin se convierte en «Hedwig». Las escenas entre «Hedwig» y Cassie son sin duda de lo mejor de la película, y es gracias a la exhibición del escocés que la película sube muchos puntos incluso en esos momentos más flojos antes descritos.

En definitiva, una cinta correcta, ayudada además por ese epílogo tan… tan… curioso y especial, pero que deja con un sabor agridulce.

Lo mejor: James McAvoy, enorme.
Lo peor: Pierde credibilidad en su tercio final.

Calificación: 6/10

 
 

Título original: Split

Año: 2016

Duración: 116 min.

País: Estados Unidos

Director: M. Night Shyamalan

Guión: M. Night Shyamalan

Música: West Dylan Thordson

Fotografía: Michael Gioulakis

Reparto: James McAvoy, Anya Taylor Joy, Betty Buckley, Brad William Henke, Haley Lu Richardson, Sterling K. Brown, Kim Director, Sebastian Arcelus, Lyne Renee, Neal Huff, Jessica Sula, Maria Breyman, Steven Dennis, Peter Patrikios, Matthew Nadu

Productora: Universal / Blinding Edge Pictures / Blumhouse Productions

 

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