Monuments Men
Desde que en 1998 Steven Spielberg diese a luz su obra maestra Salvar al soldado Ryan (Saving Private Ryan), el género bélico dejó de ser el que estábamos acostumbrados a ver en pantalla. De repente cobraba una vital importancia hacer hincapié en un estilo agresivo, realista, tenso y crudo; el nervio y los movimientos de cámara agitaban las butacas como nunca, y el uso afilado del sonido hacía que más de uno casi quisiera refugiarse bajo alguna de ellas. En otras palabras, el apartado técnico pasó a convertirse en el arma perfecta para que el espectador se sintiese inmerso en pleno campo de batalla. La película protagonizada por Tom Hanks fue esa vuelta de tuerca que revolucionó y evolucionó el género tal y como lo conocíamos. Hasta tal punto lo hizo, que a día de hoy es influencia directa en un sinfín de producciones deudoras de su estilo moderno: Hermanos de sangre (Band of Brothers, Stephen Ambrose, 2001), Lazos de guerra (Tae Guk Gi: The Brotherhood of War, Kang Je Gyu, 2004), o la infravalorada cinta de Ridley Scott Black Hawk Derribado (Black Hawk Down, 2001) pueden servirnos de ejemplos adecuados para lo que expongo.
Desde entonces, evidentemente, la tecnología audiovisual ha dado un gran salto, y con éste, un tremendo impulso a la imaginación y las posibilidades técnicas de los realizadores actuales. De hecho, hoy día, pensar en una película bélica es pensar en acción desenfrenada y violencia explícita. No es ningún misterio que dicha evolución persigue una meta muy lógica; la de contar y denunciar los horrores de la guerra mostrándosela al espectador en su faceta más horrible y dantesca posible. Pero los que aman el cine bélico desde hace décadas saben que en otros tiempos las cosas se hacían de otra forma. Quienes hayan visto películas como La gran evasión (The Great Escape, John Sturges, 1963) o Doce del patíbulo (Dirty Dozen, Robert Aldrich, 1967) sabrán de lo que hablo.
Los cánones clásicos del cine de guerra eran totalmente distintos a los cánones actuales, por entonces el género se permitía flirtear con el cine de aventuras y el drama o incluso se permitía dar pinceladas de comedia. Y lo que hoy es mero impacto audiovisual, antes era adrenalina, riesgo, misterio y situaciones límite. Por aquel entonces pesaban más en la producción los personajes y el guión que las innumerables explosiones y disparos. Aunque no era un cine mejor ni peor, simplemente era distinto.
Y No. No me he vuelto loco… todo este rodeo es para daros un aviso y libraros del prejuicio en el que podéis tropezar cuando vayáis a ver Monuments Men (The Monuments Men, 2014), porque ésta vez George Clooney ha rodado una historia que bebe de los cánones clásicos del género. O sea, que quienes busquen un frenesí de acción y tiros van a encontrarse con la cinta equivocada. De hecho, todo tiene su razón, pues los personajes que forman los Monuments Men no son soldados, sino expertos en arte alistados por una causa en común: Salvar las grandes obras de arte del expolio y la destrucción que la invasión Nazi estaba llevando a cabo en Europa. Por tanto, es normal que gente como ésta valga más metiendo sus hocicos en otros lugares más interesantes que en primera línea de fuego.
De lo que se nos narra, ya he adelantado la parte más importante, pero es mejor si lo detallamos un poco: Transcurren los últimos años de la II Guerra mundial y un peculiar grupo de expertos en arte e historiadores es reclutado por el bando aliado para recuperar las obras de arte que los Nazis han expoliado durante la ocupación de parte de Europa. Su objetivo final es volver a poner las obras en manos de sus legítimos dueños para que estos sigan conservándolos en sus museos. Lo que ya parece de por sí una misión difícil se torna casi imposible al ir en contra del reloj, pues los Nazis en su retirada pretenden destruir todas las obras expropiadas y convertirlas en cenizas. Por tanto, debido a su inexperiencia en combate y la urgencia del problema, se trata de una misión prácticamente suicida, pero los Momuments Men no se niegan a llevarla a cabo, pues su conciencia les dice que ellos son los elegidos para intentar ser los salvadores de esos cientos de años de patrimonio artístico.
Basada en hechos reales, la cinta de George Clooney es una adaptación de la novela homónima de Robert Esdel. La gran producción dispone de un impresionante reparto de actores; Bill Murray, Matt Damon, John Goodman, Cate Blanchett y el propio George Clooney se dejan ver en la gran pantalla. De hecho, éste es el gran atractivo de la cinta, pues es difícil resistirse ante un plantel de actores tan reconocido y con tanto carisma. Aunque, lamentablemente, Monuments Men es una película que aparenta ser mucho más de lo que luego es. Lo que en principio parece una apuesta segura por el entretenimiento, se torna en un descafeinado batiburrillo de géneros que no termina de funcionar en ninguno de los campos que pisa.
Podría decirse que el principal problema de esta película es que juega a tener varias identidades para luego no quedarse con ninguna en concreto. Su guión pretende darnos grandes dosis de aventura, pero inexplicablemente viviremos menos aventuras de las que se nos insinúa en principio. Hay también lugar para el romance, pero Matt Damon y Cate Blanchett nos ofrecen una historia tan poco atractiva, que difícilmente empatizaremos con sus sentimientos. Y lo que más despista de todo es la enome cantidad de chistes y el tono amable que puebla la película, lo cual sólo contribuye a que el espectador se sienta tan confuso que a momentos no sabe si tomarse esta guerra en serio, o llevarse a su familia a disfrutarla junto a esos soldados.
George Clooney parece haber querido entregarnos una cinta en la que la guerra está presente, pero para quedarse en un segundo plano. Aquí el conflicto bélico salpica puntualmente la pantalla en forma de tragedia, pero que en el fondo sirve de mero contexto para lo que es el verdadero argumento. Monuments Men es en realidad el relato de un grupo de amantes del arte que arriesgaron sus vidas por salvar los máximos exponentes de nuestra cultura occidental. Una película con afan de divertir y crear conciencia que tristemente se queda a medio camino en sus pretensiones, pues sólo divierte en ocasiones, y sólo concienciará a quienes no tengan la costumbre de profundizar en las cuestiones que se les plantea.
Al final de todo salen a relucir varias preguntas: ¿Merece la pena sacrificar una sola vida humana por salvar una obra de arte? ¿Aprovechó el gobierno de los Estados Unidos esa misión para apropiarse de parte del material robado por los Nazis? ¿No nos estarán contando otra vez una maniquea historia de buenos y malos donde las verdades sólo se cuentan a medias y los héroes siempre son los mismos? Quién sabe. Hay mucho arte aún circulando a día de hoy por el mercado negro. De todas formas, a la primera pregunta ya se encarga Clooney de contestar numerosas veces a lo largo de la película, por algo se auto-reserva los mejores (y repetitivos) discursos de la cinta. Esa conclusión nos la quiere dar bien masticadita.
Respecto a las otras preguntas nos tendremos que procurar las respuestas cada uno de nosotros. Aunque antes de meternos en conjeturas se me ocurre incluso otra más: ¿Debería George Clooney dedicarse exclusivamente a actuar?
Calificación: 4,5/10
Título original: The Monuments Men
Año: 2014
Duración: 118 min.
País: Estados Unidos
Director: George Clooney
Guion: George Clooney, Grant Heslov (Novela: Robert Edsel)
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Phedon Papamichael
Reparto: George Clooney, Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Cate Blanchett, Bob Balaban, Jean Dujardin, Hugh Bonneville, Dimitri Leonidas
Productora: 20th Century Fox / Columbia Pictures / Smoke House / Studio Babelsberg