Miyamatsu to Yamashita

La identidad haciéndose

La cinta japonesa Miyamatsu to Yamashita fue una de las más interesantes de la sección New Directors del Festival de San Sebastián. El filme, que dura poco más de media hora, ha sido el gran debut de esta colaboración colectiva de tres cineastas japoneses (Masahiko Sato, Yataro Seki, Kentaro Hirase), los cuales dicen haber construido, juntos, otra nueva personalidad (como si de un ente-creador se tratara) para poder haber realizado, en consenso, esta película. Justamente es la identidad –lo igual a sí mismo– uno de los temas metafísicos que cruza la obra, estando muy bien desdibujado, ya que la película muestra y no explica, atravesando pues, a su personaje principal; encarnado por el veterano actor Teruyuki Kagawa, que deslumbra con una alta capacidad interpretativa. Kagawa roza lo inexpresivo con poso, y es que, para llegar a esa sencillez, a esa “nada” actuada, tiene que haber habido mucha expresión mostrada con anterioridad para que todo lo “que no se dice” siga existiendo, desde los adentros de uno y no desde el maquillar de una mueca.

La trama parece sencilla: Miyamatsu, que trabaja como operario en un teleférico, es también extra de cine y a través de sus diversos personajes ha estado viviendo la vida de un extraño, interpretando solo ese papel. Finalmente, se encuentra cara a cara con su propia vida, aquella que había perdido. En la rueda de prensa se realizaron diversas preguntas sobre el proceso que ha supuesto guionizar, dirigir y montar la película a seis manos, seis miradas, tres puntos de vista: el debate, como instrumento creativo, estuvo presente en cada idea, cada plano, cada sonido, y parece ser que el resultado ha sido impecable, al menos, Miyamatsu to Yamashita posee uno de los mejores inicios que se ha visto en esta edición en la sección New Directors. Como ellos mismos comentan, la idea fue conseguir un inicio incierto. Yo añado, de una belleza primorosa y alcanzando confundir al espectador para que no asiente ninguna base de lo que se puede ir encontrando. Nosotros, como seres humanos, necesitamos agarrarlo, definirlo y entenderlo todo; en cambio, estos tres realizadores rompen con gentileza esta perspectiva y nos dejan flotando hasta que se hace inevitable empezar a construir el mosaico. Queríamos un nuevo estilo visual, donde el espectador no pudiera confiar en lo que está viendo.

A diferencia de lo que ocurre con el resto de entes, la pregunta por la identidad no es una pregunta científica. La pregunta por nuestro ser es existencial. En ella no se busca un “qué” –como en el resto de objetos, sino un “quién”, una existencia, una vida. Pero parece ser que el protagonista de esta película, ese “quién”, no es el protagonista de su película, si no que parece solo ser el secundario, el extra, el bulto, de muchas otras. Un ser algo callado, que apenas habla, que está silenciado, primero por él mismo, por estar huyendo él de él. Se presenta un hombre que entra en escena y muere, vuelve a entrar en escena y lo vuelven a matar, y así, mil veces más en un original juego metacinematográfico. El largometraje tiene una reiteración que no cansa, por el contrario, potencia un juego de humor inteligente que envuelve toda una trama algo más sutilmente trágica. ¿Se puede ser bello y cómico al mismo tiempo? ¿La comicidad, para que sea, debe de ser vulgar? Esta cinta nos demuestra que se puede cuidar una fotografía simétrica (la belleza también mostrada en la cantidad) junto a un humor, entre blanco (sin llegar a lo clown), y absurdo (lo disparatado, lo irracional) donde, no es la oratoria el arma para hacer reír, si no que lo consigue a través de la propia imagen, con sus planos estáticos y fijos, entre idílicos y crudos, con el preciso corte de planos y la longitud de los mismos.

El cine es tiempo, ¿y cómo manejarlo? Es decir, el humor de esta película (Roleless en su título internacional) está sostenido por el uso del tiempo, de lo que pasa en la imagen y de la reiteración, que logran revelarnos una risa interna e imperante. Miyamatsu muere en vidas que no le pertenecen. La vida, en su faceta más dramática, es cómica, y Sato, Seki e Hirase así lo demuestran, abriendo, dentro del humor, otro género, el drama familiar. Así, el trío creador atina en dar más preguntas que respuestas. Seguro nosotros también vivimos vidas que no nos pertenecen y morimos a cada instante. La identidad se hace, como cuando representamos un papel. Mira esos actores besarse en la película. ¿Ese beso es de verdad o de mentira? No lo sabemos. La identidad no pre-existe al sujeto. Somos lo que hacemos. Nos definen los actos. No hay un ser-Miyamatsu, sino que Miyamatsu se hace. ¿Tal vez? ¿O es la propia memoria lo que nos da identidad? Hay gente que decide no recordar, dice Miyamatsu en esta ópera prima hipnótica.

 
 

Título original: Miyamatsu to Yamashita

Año: 2022

Duración: 85 min.

País: Japón

Dirección: Masahiko Sato, Yutaro Seki, Hirase Kentaro

Guion: Masahiko Sato, Yutaro Seki, Hirase Kentaro

Fotografía: Shigeto Kunii

Música: Masayuki Toyoda

Reparto: Teruyuki Kagawa, Noriko Nakagoshi, Kanji Tsuda

Productora: Dentsu Inc.

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