Mi amor
El cuarto trabajo de la cineasta francesa Maïwenn Le Besco, el cual estuvo en la última edición del Festival de Cannes, nos presenta la historia de un romance protagonizado por Vincent Cassel y Emmanuelle Bercot, (esta última premiada como mejor actriz del certamen). Nos hallamos ante un estudio a flor de piel de las pasiones humanas ligadas a una relación de pareja. Las pasiones torrenciales tienen el deber cinematográfico de apasionar al espectador, de contener personajes que entusiasmen, enternezcan y estremezcan con su historia de felicidad y de inevitable fatalidad. La directora francesa nos habla de una de estas relaciones de pasión brutal en dos tiempos. Conocemos al personaje femenino y la vemos lamiéndose las heridas tanto físicas, (causadas por un accidente de esquí), como psicológicas,-que las irá mostrando con el recuerdo de su pasado junto a su «Rey» (el título original del filme es «Mon roi»)-. Nos presenta un romance destructivo junto a Georgio, -un hombre atractivo y manipulador que encarna el actor Vincent Cassel-.
Así es Mi amor, un filme que pretende ser un profundo y detallado análisis sobre las etapas por las que pasa una relación amorosa. El amor es capaz de lo mejor y de lo peor. Cuando surge es grande y bonito, te hace pasar los mejores momentos de tu vida, hace que te sientas vivo. Pero este mismo amor puede volverse un arma de doble filo y destruirlo todo.Ya la primera escena de la película revela mucha información. Tony (Emmanuelle Bercot), está esquiando con su hijo y sufre una caída que más bien parece un intento de hacerse daño, un profundo deseo de hacer físico un dolor que hasta el momento solo había sido emocional. Ingresa en una clínica donde llevará a cabo su terapia de recuperación. En realidad, la lesión de ligamentos es una metáfora de la lesión emocional de su corazón y su estancia en la clínica representa también el doloroso proceso de renovación interior que tiene que llevar a cabo para superar las heridas sentimentales causadas por los más de diez años de vaivenes amorosos junto a Georgio).
A través de flashbacks somos testigos de lo que ha pasado: Tony conoce a Georgio, ambos se enamoran perdidamente e inician una relación sentimental muy intensa y pasional, (de esas que te suben en una nube, y donde la caída es dolorosa y traumática). Y vaya si lo es… En su disección de la pasión amorosa y de la vida de pareja, la directora intenta manejar (lo importante es la intención, dicen),los paulatinos cambios emocionales de sus personajes. La frustación de Tony, una mujer siempre racional y controlada se irá acrecentando cada vez más y acabará desembocando, -justo en el momento en el que se convierte en madre-, en un desequilibrio anímico que parece rozar la histeria. La interpretación de Bercot, se convierte en uno de los puntos fuertes de la cinta protagonizando con dignidad escenas de gran peso dramático y adaptándose convenientemente a cada una de las fases emocionales por las que pasa su personaje.
El otro punto fuerte de la película es Georgio, interpretado por un inmenso Vincent Cassel, se trata de un hombre inmaduro, seductor, engatusador, estratega en las relaciones y manifiestamente fiestero, que seduce con su labia a las mujeres. Entre sus armas cuenta con un magnetismo arrebatador y una gracia francesa muy elegante, que hace perder el conocimiento a un alto porcentaje de féminas sin distinción de clase social o pais de origen.
Al unirse esta pareja tan dispar, los problemas no tardar en aparecer. Los celos, las infidelidades y pérdidas de respeto, se agravan con el nacimiento de su hijo. Su historia se va convirtiendo en una historia de amor-odio destructivo. Como si se tratara de una montaña rusa de emociones, alcanzan el cielo y bajan a los infiernos en tiempo record. Todo es blanco o negro. No existen grises. Se pasa de un extremo al otro. Hoy te quiero; mañana te odio. Y vuelta a empezar. Un “déjà vu emocional”. Un torbellino de pasiones disfrutadas con un mismo patrón y un desenlace abierto pero con futuro muy predecible. Su historia tiene mucho de corazón y muy poco de cabeza. Dos personas que se aman pero de diferente manera: una egoístamente y la otra dando todo lo que tiene; que es mucho. Una que dejaría a un lado todo lo que posee y todo lo que es desdeñando los consejos familiares, y otra que jamás abandonaría viejos hábitos ni antiguas conquistas de portada de revista. Los dos conocen los puntos débiles del otro pero mientras que uno aprovecha ese conocimiento para intentar arreglar esa relación el otro los usa para atacar y hacer daño.
Mi amor coloca en un altar a sus dos protagonistas a los que endiosa con una interpretación colosal y grandiosa. Los gritos, lloros y sufrimientos que padecen son tan reales que no solo nos los creemos sino que los hacemos nuestros guardándolos como si de un tesoro se tratase. Esta historia no nos cuenta nada nuevo. Desgraciadamente en el mundo existen muchos «Georgios», y muchas «Tonys». Las parejas desequilibradas e histriónicas están a la orden del día y hace que muchas veces las relaciones se padezcan y por tanto sean difíciles de entender. Un sector de la crítica ha tachado a la película de irreal y excesiva. Creo que excesiva sí lo es. Pero yo diría que es excesivamente real o real en exceso.
Calificación: 7/10
Año: 2015
Duración: 130 min.
País: Francia Francia
Director: Maïwenn Le Besco
Guion: Etienne Comar, Maïwenn Le Besco
Fotografía: Claire Mathon
Reparto: Vincent Cassel, Emmanuelle Bercot, Louis Garrel, Isild Le Besco, Chrystèle Saint Louis Augustin, Patrick Raynal, Yann Goven, Paul Hamy, Djemel Barek, Slim El Hedli, Lionnel Desruelles, Laetitia Dosch, Félix Bossuet, Giovanni Pucci, Michael Evans, Vincent Nemeth
Productora : France 2 Cinéma