Matar el tiempo
También existe vida más allá de la comedia. Parece que empezamos a darnos cuenta. Últimamente, y menos mal, aparecen películas con otro rollo, diferentes, que sirven de contrapunto perfecto a la tendencia hacía el humor tan acusada que ha habido desde siempre en este país en el que vivimos. Está cambiando la tendencia. Con La isla mínima y El niño (entre otras), hemos descubierto un nuevo mundo de posibilidades, dónde lo que premia es la creatividad y la diversidad en las historias, se empieza a tener más cuenta la genialidad que la normalidad. Poco a poco estamos soltando marras. Nos estamos dejando llevar por la imaginación, y eso es siempre una buena noticia.
El thriller está siendo el gran beneficiado en ese lavado de cara, cosa que se hace notoria en la nueva propuesta de Antonio Hernández, Matar el tiempo, dónde intriga, suspense y acción aparecen como principales ingredientes en su particular coctelera, aunque con desigual resultado. Todo parte aquí de la soledad. De la frustración de una persona que necesita entablar relaciones con los demás para no caer en la autodestrucción y que acude al sexo por Internet como única vía para aliviar su dolor. Aunque finalmente encuentra algo más. Encuentra amor y entendimiento; pero también problemas, dificultades y violencia: efectos secundarios tóxicos para su propia existencia. Para poder paliarlos deberá adentrarse en los bajos fondos del crimen luchando por su vida y la de otros, para así encontrar redención y paz, razones para vivir. Una verdadera odisea para hacer el bien combatiendo el mal que puebla el mundo y que alimenta sus propias dudas.
Apoyándose en el uso de webcams, tal como ya hizo Vigalondo con Open Windows, Antonio Hernández sintetiza una historia sencilla pero con atributos suficientes para diferenciarse de otras propuestas y ganar. Tejiendo una historia sencilla pero suficiente en la que hombre solitario (viudo y con problemas) se enamora de prostituta con problemas y ayuda a esta ante los efectos secundarios de estos, consigue crear un producto normal e interesante con un envase apetecible y parcialmente rompedor. Pero tampoco es una propuesta notable. Falta tensión, descaro y acción; una dosis adicional de «mala hostia» que eleve la cinta hasta niveles de desenfreno. Jamás resulta vertiginosa, pero si predecible y blanda. Y qué decir del desnivel en el desempeño de actores. Ben Temple (el gran protagonista) lo hace genial pero aparece demasiado distanciado del resto en cuanto a ejecución e intención destacando la poca credibilidad en el lado criminal de la dupla Yon González- Aitor Luna (también hermanos) que aparecen en escena como monigotes grotescos poco creíbles, y que junto a Luisa Martín y su burdo intento de parecer prima hermana castiza de Tony Soprano, hacen que el barco se tambalee demasiado conforme van ganando peso en la historia. Esos desajustes castigan pero no matan; aunque casi.
Matar el tiempo tiene intención de dar un golpe de autoridad, aunque al final termina en caricia. Con más acción y unas interpretaciones más sólidas hubiera conseguido ser una muestra potente y cruda; pero se queda a la mitad. Aun así una propuesta distinta dentro del incomparable marco del 18º Festival de Málaga Cine Español. Muy recomendable si buscas otra versión, algo más light eso sí, de las «one man army» de Liam Neeson. Suficiente.
Calificación: 5/10
Título original: Matar el tiempo
Año: 2015
País: España
Director: Antonio Hernández
Guión: Antonio Hernández
Fotografía: Javier Salmones
Reparto: Ben Temple, Esther Méndez, Yon González, Aitor Luna, Luisa Martín, Frank Feys,Sergio Caballero, Alfonso Torregrosa, Alejandro Jornet, Susana Merino
Productora: Matar el tiempo AIE / La canica films / Kaliu / Laberinto / Mecomlys P.T