Mandela, del mito al hombre
El pasado 5 de Diciembre, cuando el 2013 casi daba sus últimos estertores, falleció a los 95 años una de las figuras políticas y humanas más relevantes de nuestra historia contemporánea, Nelson Mandela. Todos pudimos ver por televisión cómo Sudáfrica y el mundo entero despidió entre el llanto y la celebración a un hombre que consiguió que el largo conflicto racial que existía en la zona desde hacía decenas de años avanzase a pasos agigantados hacia la concordia y los terrenos de la paz. No fue sin embargo un camino fácil el que tuvo que seguir, pues como muchos saben, la figura de quien hace poco recibía los halagos de parte de casi todos los líderes mundiales, fue en otros tiempos tachada de revolucionaria o incluso de terrorista.
Suele ocurrir que la historia no espera a nadie y los acontecimientos importantes a veces van por delante de nuestro propio entendimiento; con la muerte de Mandela no fue distinto, y así como muchos se lamentaron por la triste noticia de su fallecimiento, gran parte del mundo ignoraba totalmente, o al menos en gran medida, tanto quién fue, como qué hizo para que se le llorase por todos los rincones del planeta. Afortunadamente, mucho se ha escrito sobre la historia de Nelson Mandela. Tenemos una infinidad de documentos históricos a los que recurrir para a esclarecer todas nuestras dudas y satisfacer nuestra curiosidad. Mandela, del mito al hombre (Mandela: Long Walk to Freedom, Justin Chadwik, 2013), se apoya directamente en una de las fuentes más conocidas a la hora de acercarse a la ya mítica figura sudafricana, su autobiografía Long Walk to Freedom, la cual ha sido adaptada en esta ocasión al lenguaje cinematográfico por el reconocido guionista de películas como El Gladiador. (Gladiator, Ridley Scott, 2000) y Los Miserables (Les Misérables, Tom Hooper, 2012), William Nicholson.
Sin duda, a primera vista, éste es quizás uno de los reclamos más poderosos de la nueva película de Justin Chadwick; su guionista. Pero una vez hayamos visto desfilar ante nuestros ojos sus 139 minutos, nos daremos cuenta de que quizás lo único realmente sobresaliente con lo que cuenta la cinta es con la actuación de Idris Elba, actor que progresivamente se está haciendo un hueco más importante en esto del cine desde que bordara su papel en la impecable serie de televisión de la HBO The Wire: Bajo Escucha (The Wire, David Simon, 2002).
Como ya hemos insinuado anteriormente, a pesar de los buenos precedentes con los que contaba el guionista de Mandela, del mito al hombre, su trabajo en esta ocasión no es del todo destacable, aunque para ser justos haya que decir que tampoco se lo pueda tachar de malo. El caso es que es de sobra sabido que llevar la vida de alguien a la gran pantalla es algo que siempre resulta difícil por el simple hecho de que hay que saber elegir los momentos que queremos contar y los que no. En todo Biopic habrá opiniones a favor y en contra sobre el tratamiento dado al personaje en cuestión. Como ya se ha señalado, en la nueva cinta de Justin Chedwick puede decirse que el tratamiento es correcto y académico en cuanto que trata de darnos a conocer a Mandela como figura política y como persona, aunque por desgracia lo haga sin transmitir demasiada profundidad ni pasión. Incluso me atrevería a decir que algunas personas que no tengan un bagaje previo sobre el político sudafricano, se podrán sentir algo perdidos en algunos momentos de la película, no porque ésta sea complicada de por sí o porque esté mal contada, sino porque puede quedarle la sensación de que hay muchos cabos que quedan sueltos. Aún así, la cinta no es una mala opción para querer acercarse al ya fallecido mito, pues se narran los acontecimientos más conocidos sobre su vida y trayectoria política, desde sus inicios como abogado y sus primeros amores, hasta sus posteriores problemas con la justicia sudafricana, pasando sus escarceos con la violencia organizada, su famoso encarcelamiento y su posterior ascensión a la presidencia del país, hecho que sería clave para la nación del sur del continente africano.
El discurso de la cinta es claro, la historia política de Sudáfrica, y quizás la del mundo entero, no sería la misma sin Nelson Mandela. Fue él quien nos ayudó a entender que el odio sólo genera más odio y que la paz de una nación y la las libertades se consiguen mejor a través del diálogo, dejando aparte el lenguaje de la violencia, en la que cualquier conflicto racial o social se acaba traduciendo. Sudáfrica estaba desangrándose por la constante lucha entre blancos y negros. Durante años, el Apartheid y la guerrilla más puramente urbana fue el lenguaje de la relación entre las diferentes caras de su sociedad. El odio, la segregación racial, la muerte… todo esa senda, se cambió por la de la libertad y los derechos humanos, tomando como pilares los valores de la concordia, el perdón y el diálogo. Fue Mandela el que hizo comprender a toda una nación que conseguir la paz estaba por encima de cualquier rencor personal o social, fue él quien demostró que sin sacrificio, nada cambia en la sociedad.
Justin Chedwick transmite este mensaje con claridad, pero sin virtuosismo. Incluso cuando se adentra en los claroscuros más personales del mito, peca de frialdad, quedando como resultado un Biopic algo deslucido en cuanto al contenido en sí, y lo que es peor, en cuanto a entretenimiento. Hay que decir que el director tampoco cuenta con obras de demasiado renombre, si acaso, podemos recordar su drama histórico Las Hermanas Bolena (The Other Boleyn Girl, 2008), pero viendo la trayectoria del director británico, tampoco es sorprendente encontrarse con una película incapaz de llegar a cotas más altas.
Por otro lado, ya existen otras cintas que se acercan con más lucidez y justicia a lo que fue la figura de Nelson Mandela. Todos recordamos la reciente Invictus (Invictus, The Human Factor, 2009), en la que Clint Eastwood se acercaba de manera distinta, pero mucho más acertada, al icono de la política, así que resulta imposible no pedirle un poquito más a esta película, por mucho que se consideren odiosas las comparaciones.
Si bien esta crítica se centra sobre todo en el guión, es precisamente porque en el género biográfico éste se considera resulta una pieza clave. Aunque por supuesto, como en toda película, hay otras cosas que cabe mencionar, ya sea para bien o para mal.
Ya hemos señalado que lo más destacable de la película es Idris Elba; de hecho es el pilar en el que se basa toda la producción, ya que, sin su gran trabajo, seguro que el resultado final hubiese bajado muchísimos enteros. Aunque cabe a destacar, igualmente, el fiero y apasionado papel que interpreta Naomie Harris, actriz que de seguro ganará puntos tras su actuación en esta cinta. El resto del reparto cumple sin más.
Decir también que técnicamente tiene sus altibajos. La fotografía de Lol Crawley presenta a veces aspecto de Telefilme y no llama la atención salvo en puntuales momentos. Y la tan aclamada banda sonora, corre en esta ocasión a cargo de Alex Heffes, aunque personalmente he de decir que no me aporta nada nuevo, pues en esencia no deja de ser puro dramatismo rebozado en música étnica. Si acaso se salvan algunos chisporroteos en forma de Calipso.
Concluyendo. Estamos ante una cinta correcta y entretenida en general, aunque con pozos notables de aburrimiento, sobre todo en su tramo inicial. Por supuesto, no muy recomendable si no se tiene un interés previo en conocer a Nelson Mandela. Parece una perogrullada, pero si no eres de los que no presta demasiada atención a la política, más te vale irte a otra sala… esta no es tu cinta. Aquí se viene a aprender…
Calificación: 6/10
Título original: Mandela: Long Walk to Freedom
Año: 2013
Duración: 139 min.
País: Reino Unido
Director: Justin Chadwick
Guion: William Nicholson (Autobiografía: Nelson Mandela)
Música: Alex Heffes
Fotografía: Lol Crawley
Reparto: Idris Elba, Naomie Harris, Tony Kgoroge, Riaad Moosa, Jamie Bartlett, Lindiwe Matshikiza, Terry Pheto, Deon Lotz, Mark Elderkin, Michelle Scott
Productora: Coproducción Sudáfrica-Reino Unido; Pathé / Distant Horizon / Film Afrika Worldwide