Magnolia

Magnolia_MC1

El ser humano es frágil. Intenta por todos los medios hacerse fuerte ante la adversidad, hacer del orgullo su seña de identidad, pero, definitivamente es frágil. Se rompe con facilidad, siempre está buscando el apoyo y la aceptación de otros para agradar y encajar, para poder mantener un equilibrio que lo mantenga lejos del estupor generado por la huella inquebrantable del tiempo. Esa huella que deja heridas no en la piel si no en el corazón y en la memoria. Heridas que son difíciles de suturar.

Muchos han intentado e intentan comprender mejor los sentimientos humanos, las motivaciones que nos hacen comportarnos de esta o de aquella forma, lo que nos hace actuar a veces como el centro del universo y otras como un mero acompañante ante la inmensidad de la vida y de todas sus ramificaciones. Dentro del basto mundo del cine hay directores que intentan convertirse en esa “herramienta fundamental” para comprender a la persona como sistema en continuo cambio; pero si, hay que destacar uno, con el permiso del gran Terrence Malick y su amplio estudio de la naturaleza, ese es Paul Thomas Anderson y su larga y tediosa tesis acerca del entendimiento del ser como ente complejo y cambiante.

Magnolia supuso y sigue suponiendo su gran aportación a esto del séptimo arte, su gran pieza, su creación más reconocida (hasta este año con Puro vicio) y, quizás, su película menos experimental y más sólida hasta la fecha. La creación de Anderson no es más que un tutorial acerca de la conducta, una lección medianamente hábil de cine que nos sumerge en los desequilibrios vitales que todos sufrimos alguna vez en esta inmensa existencia, que nos beneficia pero también el algún momento termina por perjudicarnos. Su fin principal es mostrar con lujo de detalles los claroscuros de la personalidad humana y la continua evolución y desevolución de esta; las lagunas que aparecen en nuestro comportamiento fruto de la soledad y de nuestra ineptitud e incapacidad a la hora de reaccionar ante ciertos acontecimientos vividos. A través de 9 personajes, que únicamente comparten desequilibrios emocionales comunes y su procedencia (El Valle de San Fernando, Los Ángeles), con caracteres e intenciones totalmente distintas pero con ciertas interconexiones; la cinta ofrece un recorrido visual potente pero reiterativo, una dosis larga aunque demasiado vaga de amor, sufrimiento y soledad. Una lección vital remarcada y constante que deja en el aire un mensaje potente y claro: si quieres ser feliz aprende a no sufrir.

Magnolia_MC2

Un guion repleto de matices y artificiosidad pero limitado en cuanto a extensión; unas actuaciones parcialmente irregulares, una música fantástica y repetitiva a partes iguales y una duración abusiva son las piedras sobre las que se levanta Magnolia como obra maestra del autor, como cinta mítica y clásico de finales de los noventa: ¿Está sobrevalorada? ¿Realmente merece ese reconocimiento? Su visión exagerada de la realidad y el encanto de sus personajes resultan cautivadores, frescos y atrayentes en un principio; pero tras visionar la primera mitad de la peli, terminan por, perdonen la expresión, “soplártela” en exceso. Todo es tan reiterativo, tan repetitivo que finalmente eso desvirtúa todo lo generado en su inicio, abandonando esa frescura inicial, insertando al espectador en un aburrimiento plomizo que se hace más grave durante la última hora. Los personajes empiezan siendo prometedores para terminar desdibujándose, pero, ¿es esa la intención del director?, ¿pierden efervescencia adrede? Su caída está cantada ya desde el principio, pero uno no termina de entender esa pérdida de fugacidad tan abrumadora al final. Sus 3 horas podrían haberse quedado en la mitad. Cuenta demasiado poco para lo que abarca y termina siendo un continuo videoclip en bucle en bucle; buena música, tremendas intenciones, pero demasiado redundante. Bonita, pero sin gas.

Es de remarcar, por otra parte, el nivelazo que destila Tom Cruise en su interpretación de Jack McKey, un personaje enloquecido por su propio carácter y por sus miedos pasados: el papel de su vida sin lugar a dudas. Excepcional. Además de este tanto Philip Seymour Hoffman, siempre que le dejan, como John C.Reilly, con su esfuerzo y su frescura en escena, elevan la calidad de la cinta, consiguiendo que en parte oxigenemos ese nivel de aburrimiento creciente. Y qué decir de Julianne Moore. Exagerada, desmedida e injustificadamente explosiva en su rol de secundaria aquí solo consigue empeorar minuto a minuto, acción tras acción; demasiado poco creíble en su contribución. Para lo de William H.Macy no hay palabras.

Magnolia_MC3

 

 

 

Magnolia es algo así como Jekyll y Mr.Hyde. Con una primera parte buena e inteligente y una segunda decreciente y decepcionante, para muchos supondrá la frescura en su estado más puro, un retrato de la humanidad y mil trescientas cosas más. Para el resto solo será una obra inflada, suficiente e interesante, pero para nada sobresaliente. Si entras por el exclusivo aro poco maleable de Paul Thomas Anderson, Magnolia estará cerca de la obra maestra. Si no comprendes su galaxia puede que no encuentres salida a sus mundos de magia, dolor y redundancia. Director distinto.

Calificación: 5,5/10

 
 

magnolia_cartel_MCTítulo original: Magnolia

Año: 1999

Duración: 188 min.

País: Estados Unidos

Director: Paul Thomas Anderson

Guión: Paul Thomas Anderson

Música: Jon Brion (Canciones: Aimee Mann)

Fotografía: Robert Elswit

Reparto: Tom Cruise, John C. Reilly, Philip Baker Hall, William H. Macy, Jeremy Blackman,Melora Walters, Jason Robards, Julianne Moore, Philip Seymour Hoffman, Melinda Dillon, April Grace, Henry Gibson, Michael Bowen, Alfred Molina, Emmanuel Johnson, Felicity Huffman, Michael Murphy, Don McManus, Luis Guzmán, Patton Oswalt, Miriam Margolyes, Pat Healy

Productora: New Line Cinema

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.