Lost River
Parece que Ryan Gosling ha decidido sumarse a la lista de actores reconocidos que deciden ponerse tras la cámara y ha probado suerte con Lost River (2014), una suerte de obra intrincada que bebe directamente de algunos de los autores que más han influido en su carrera cinematográfica como intérprete (o al menos en sus inquietudes personales como cinéfilo) y que representa un desafortunado paso inicial en su carrera como director de cine.
Podría decirse que Lost River es una de esas obras que son víctimas de sus propias pretensiones. Y es que no debe ser fácil aventurarse a rodar un largometraje de unas características tan complejas como la de la película que nos ocupa. Quizás parezca sencillo a ojos neófitos, pero manejar la abstracción de una forma seria y coherente en el lenguaje cinematográfico está solo al alcance de los grandes maestros; los demás, si no tienen el bagaje y las herramientas adecuadas, corren el riesgo de caer en lo frívolo y lo vacío, como es el caso de Gosling, quien ha creído que con copiar lo más superficial de los autores consagrados en lo indefinido basta. Pero nada más lejos de la realidad; por mucho que Lost River quiera parecerse al cine de Lynch, Malick, Cronenberg o Nicolas Winding Refn, al final termina pareciendo un obra bastarda de estos, pues, a pesar de que visualmente Gosling demuestra dominar los patrones típicos de este tipo de cintas, todo se presupone demasiado vacuo en cuanto a conceptos y peso argumental.
Lost river es una obra intencionadamente oscura con aires pseudosimbolistas que lleva por bandera el cine de espíritu experimental y pretende alejarse de las convenciones habituales del Séptimo Arte, aunque, a decir verdad, su narrativa resulta menos intrincada de lo que puede parecer en principio ya que, como hemos señalado, Gosling es un autor poco competente a la hora de desnaturalizar el discurso habitual imperante en el celuloide. Así pues, estamos ante una obra que no es demasiado difícil de interpretar y que, sorprendentemente, da lugar a menos lecturas de las que cabía suponer en un principio. Construida como una lóbrega fábula urbana, la historia que nos quiere contar tiene poco de original en el fondo: Billy (Christina Hendricks) es una madre soltera a cargo de dos hijos que tiene problemas para pagar la hipoteca. Debido a la precaria situación económica que vienen sufriendo y ante la inminente catástrofe que supone el desahucio, ésta decide aceptar un trabajo en un inclasificable club nocturno donde el peligro, la muerte y la sangre son la tónica habitual de sus espectáculos. La compleja relación que Billy tendrá que mantener con Dave (Ben Mendelsohn), el regente del local, la pondrá en una encrucijada difícil de resolver y complicada de definir, siendo su historia la que más interés tiene en toda la cinta, una historia en la que la fantasía y ideas más oscuras del ser humano se funden en un cóctel tenebroso y medianamente sugerente.
En el otro lado tenemos a su hijo mayor, Bones, quien tendrá que enfrentarse a una especie de emperador de la ciudad cuasi-abandonada donde viven que es tan delirante y violento como ridículo. Es en esta subtrama donde parte del atractivo argumental de la cinta flojea, hasta casi quedarse en los huesos. En medio de todo tenemos a una Eva Mendes haciendo «más de lo mismo» y a una Saoirse Ronan sujeta a una historieta de amor y tragedia tan famélica como innecesaria.
En definitiva, hay demasiada paja en la película de Gosling como para ser digna de pagar en taquilla. Poco hay de atractivo en ella más allá de su apartado visual, el cual, aunque no sea original ni lleve la huella del propio artista sugiere cierto instinto plástico y auspicia un puñado de obras magnéticas en cuanto éste decida desprenderse de sus propios referentes. Tampoco se maneja mal construyendo el tono y la ambientación de su propuesta, pero al final todo se antoja más como un mero capricho de uno de los niños mimados de Hollywood que otra cosa; un delirio de grandeza que le ha salido por la culata.
Sea como sea, habrá que esperar al futuro para ver si las ideas de Gosling acaban tomando su propia forma o si prefieren usar moldes ya inventados con anterioridad. Parece que ésta es solamente la primera incursión de Ryan en el terreno de la dirección ya que todo apunta a que no va a ser la única, pues a pesar del flagrante fracaso que Lost River supone en la corta trayectoria del norteamericano como realizador, éste ya ha asegurado en más de una ocasión que su intención primaria es abandonar su faceta de actor para dedicarse exclusivamente a crear películas. Se ve que el gusanillo de rodar cine le ha picado bastante fuerte. solo nos queda esperar que Gosling pronto se deje llevar por sus propias corrientes creativas. Y si de camino se busca un buen guionista, seguro que entonces todo le irá mucho mejor.
Calificación: 3’5/10
Título original: Lost River
Año: 2014
Duración: 95 min.
País: Estados Unidos
Director: Ryan Gosling
Guion: Ryan Gosling
Música: Jonny Jewel
Fotografía: Benoît Debie
Reparto: Christina Hendricks, Saoirse Ronan, Iain de Caestecker, Matt Smith, Eva Mendes,Ben Mendelsohn, Barbara Steele, Reda Kateb, Demi Kazanis, Carey Torrice,Torrey Wigfield, Garrett Thierry
Productora: Bold Films / Marc Platt Productions / Phantasma