Los reyes del mundo

Realismo y poesía en Colombia

La directora colombiana Laura Mora se ha ganado indiscutiblemente uno de los primeros puestos en la cinematografía latinoamericana y posiblemente internacional. Hace cinco años tuvo un notable debut en San Sebastián con Matar a Jesús, pero ahora, con su última película acaba de ganar la Concha de Oro del festival donostiarra, batiendo, entre otras, a un notable número de películas españolas de gran calidad, como La maternal (Pilar Palomero), La consagración de la primavera (Fernando Franco) o Suro (Mikel Gurrea). Es difícil entrar a fondo en Los reyes del mundo, un filme que puede contemplarse como una obra acerca de las dificultades que encuentra la aplicación de los Acuerdos de Paz en Colombia, o sobre la violencia y las condiciones miserables de los jóvenes en Medellín, o como la amplia descripción de las condiciones políticas, sociales y económicas del país.

El secreto y originalidad de la película —y lo que explica precisamente la consagración de su directora— es que mucho más allá de estos aspectos, todos los temas están tratados con un equilibrio muy conseguido entre lo realista (sin evadir la crudeza de las situaciones) con lo poético, lo simbólico e incluso lo onírico. La película se eleva también al alcanzar un tono universal abordando el tema de todos los exilios que nuestra época está sufriendo. El largo recorrido que a través de Colombia emprenden los cinco jóvenes de Medellín —Rá, Culebro, Sere, Winny y Nano—no es solo una expedición para recuperar la propiedad que Rá ha heredado de su abuela (obligada a un desplazamiento forzoso por los paramilitares), sino un viaje a la búsqueda de un lugar en el mundo, uno en el que puedan ser libres y felices, alejado de las agresiones y humillaciones que padecen todos ellos con asiduidad. No queda nunca clara la perspectiva desde la que tiene lugar este viaje, y se mantiene durante todo el metraje la ambigüedad sobre si se trata de jóvenes muertos o vivos. La película se inicia y se cierra con una voz en off que habla de que “todos los hombres de la tierra están dormidos y los cercos de la tierra ardieron” y en las escenas iniciales, en las mismas calles desiertas de Medellín, aparece un caballo blanco, que acompañará en numerosas ocasiones a los jóvenes y que simboliza, en palabras de la propia directora, la esperanza del regreso a casa.

Es particularmente deslumbrante el retrato de Colombia en múltiples de sus aspectos, que se va desplegando dentro de estos planteamientos realistas, simbólicos y poéticos: Medellín, el campo y la selva, las secuelas de la guerra, la violencia, la presencia de los paramilitares, el poder de los grandes terratenientes y de las multinacionales, el racismo (Nano, el joven negro, es el primero en desperecer), la mujer, las madres. Todas las escenas en el burdel rural tienen una significación especial. Los cinco jóvenes son acogidos allí con gran generosidad y tratados maternalmente. Según Laura Mora, el burdel es el lugar que representa más fielmente a su país, está lleno de símbolos de la identidad nacional (banderas, fotografías), y las prostitutas son también madres de los combatientes que se han visto obligados a ir la guerra. Las prostitutas y los jóvenes bailan como madres e hijos. De hecho, cuando abandonan la casa, las mujeres aparecen vestidas como madres y se dirigen a ellos como tales.

A lo largo de su viaje, los jóvenes permanecerán  en casa de un hombre en la selva que se hace pasar por loco para no ser abatido por los que dominan tiránicamente estas tierras. Será un momento de introspección. En los tramos finales, agredidos por los lugareños y frustrados por todas las dificultades que han encontrado, incluida la imposibilidad de cumplir la reclamación atendida de Ra (objeto de múltiples apelaciones), los jóvenes parecen inmolarse rociándose con gasolina, aunque luego reaparezcan. Muy cerca de la propiedad heredada, los viejos habitantes de una casa fantasmal les ayudarán a proseguir su camino. Alcanzada la propiedad, de la que queda solo un porche derruido, que ocupan y explotan los paramilitares, reaparecerán con ellos varios de los personajes de la película y se oirán tres disparos que se supone acaban con los tres jóvenes que quedaban. La interpretación de los cinco chavales (actores no profesionales) es espléndida, así como la fotografía de David Gallego y la música compuesta por Leonardo Heiblum y Alexis Diaz. Mora dirige con brío un filme (ganador también en el Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz) que es obra de una personalidad poderosa y original. Entraña dificultad encontrar en el cine actual esa capacidad de imaginación, creatividad y poesía combinados con una narración realista que no evita lo doloroso y lo cruento.

 

 

Título original: Los reyes del mundo

Año: 2022

Duración: 103 min.

País: Colombia

Dirección: Laura Mora Ortega

Guion: Leonardo Heiblum, Alexis Ruiz

Fotografía: David Gallego

Reparto: Carlos Andrés Castañeda, Davison Florez, Brahian Acevedo, Cristian Campaña, Cristian David Duque

Productora: Caracol Televisión, Ciudad Lunar Producciones, Dago García Producciones, Iris Productions, Tu Vas Voir Production, Talipot Studio, Mer Films

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