Los otros
Después del boom de Mar adentro (2004), nadie pareció acordarse ya de la anterior película de Alejandro Amenábar. Pasada ya la moda de las historias de fantasmas reiniciada por El sexto sentido (M. Night Shyamalan, 1999) y apuntalada por la ola de cine asiático con espíritu vengativo de por medio con Ringu (Hideo Nakata, 1998), Dark Water (Hideo Nakata, 2002) o La maldición (Takashi Shimizu, 2003) a la cabeza, y con medio mundo rendido ante la sensibilidad del retrato que el realizador madrileño hizo de los últimos meses de vida de Ramón Sampedro, ya no había espacio para la pobre Grace y sus hijos en esa mansión abandonada de la isla de Jersey. Por suerte, las mieles del éxito habían acompañado a la película desde el principio, consiguiendo algo francamente difícil: poner de acuerdo a crítica, público y ceremonias de entrega de premios. Y no es para menos, porque muy lejos de ser una simple copia de la obra magna de Shyamalan antes mencionada (cosa que se le achacó desde el principio por la cierta similitud de su argumento y de otros elementos de la historia que es imposible detallar aquí sin reventar las sorpresas), Los Otros ofrece una pieza de orfebrería cinematográfica de primerísimo orden.
Amenábar, desde su silla de director, no sólo nos ofrece una película bellísima desde un punto de vista visual, sino también desde el argumental. Los Otros es un retrato sincero y realista de las luces y sombras de la familia y la maternidad, de las relaciones entre hermanos, del sentimiento de culpabilidad y soledad de una madre y de las tensiones del día a día, aderezadas, por supuesto, con la trama «fantasmal» de unos seres que parecen aparecer en la casa de la familia, aterrorizando a diestro y siniestro. La película, como casi todas las mejores obras de terror y suspense, es mucho más un drama que otra cosa, en la que la maternidad en toda su complejidad tiene un peso importantísimo en la trama (algo aún muy vigente en el género… y si no, piensen en Mamá y Babadook, por mencionar sólo dos ejemplos recientes). La enfermedad de los niños, fotosensibles hasta el extremo de que la simple luz del día podría acabar con su vida, es por supuesto vital en la trama y una maravillosa excusa que Amenábar encuentra para explicar por qué Grace y sus hijos no salen corriendo al primer síntoma de que hay fantasmas en la casa, que es lo que cualquier persona normal haría en la misma situación. Amenábar tiene también una mano exquisita para el diálogo más intimista y emotivo, como se demuestra en todas las conversaciones entre Grace y la señora Mills, o por supuesto en la confesión final de Grace a sus hijos, un momento que destaca por su extraordinaria emotividad. Pero, amigos, no olvidemos que Los Otros es ante todo un thriller que pretende ponernos la piel de gallina en muchos, muchísimos momentos. Y vaya si lo consigue. Que levante la mano aquel al que no se le acelerase el corazón al ver por primera vez (o segunda, o tercera…) secuencias como la de la conversación nocturna de Anne y Nicholas con el ¿fantasma? Victor, el momento en que se descubre que ciertos objetos importantísimos han desaparecido de la casa, el registro que Grace lleva a cabo en el desván o el piano que suena solo en mitad de la noche, por no mencionar, por supuesto, toda la secuencia final, que combina perfectamente drama y horror. Elemento fundamental (repito: fundamental) de todo esto es la magistral fotografía de Javier Aguirresarobe. La luz, tal y como explica Grace al principio de la película, es fundamental en la casa, y Aguirresarobe diseña un juego de luces y sombras absolutamente maravilloso que no solo acentúa el goticismo de la historia y aumenta la inquietud de espectador y personajes, sino que además combina perfectamente con el resto del espléndido trabajo técnico de la cinta (vestuario, dirección artística, montaje, la música del propio Amenábar… todo es brillante).
Por si fuera poco, los escasos actores de la cinta se prestan perfectamente al juego de sorpresas de Amenábar. Nicole Kidman está simplemente soberbia, totalmente entregada al papel de Grace y con una capacidad asombrosa para transmitir al público lo que siente su personaje. Junto a ella, encontramos a una excelsa Fionnula Flanagan entre siniestra y maternal, en un personaje vital en la trama como es la señora Mills. Los niños Alakina Mann y James Bentley no sólo cumplen, sino que se convierten en las involuntarias estrellas de la función, especialmente la primera. Eric Sykes y Elaine Cassidy, aunque con menos peso, aportan también muchísimo, sobre todo en la entnte que forman con Flannagan como ejes del misterio.
En definitiva, un thriller turbador y emocionante, visualmente perfecto y en ocasiones más dramático que el mejor de los dramas. Todo un acierto para Amenábar.
Lo mejor: Prácticamente todo, desde la puesta en escena magnífica del director (con la lección de Kubrick, Shyamalan y por supuesto Hitchcock muy bien aprendida) a la excelsa fotografía de Aguirresarobe, pasando por la presencia de una Nicole Kidman en la que es seguramente la mejor interpretación de su carrera.
Lo peor: Nada, salvo que su estreno tan seguido del de El sexto sentido y en plena moda del cine de fantasmas le quitó algo de brillo pese a sus muchos valores. Y por supuesto, los repetidos visionados pierden algo de interés en lo argumental por el hecho de conocer ya sus sorpresas, pero sigue siendo de lo más recomendable revisarla para seguir descrubriendo sus infinitos detalles de sabiduría cinematográfica.
Calificación: 9,5/10
Título original: Los otros (The Others)
Año: 2001
Duración: 104 min.
País: España
Director: Alejandro Amenábar
Guión: Alejandro Amenábar
Música: Alejandro Amenábar
Fotografía: Javier Aguirresarobe
Reparto: Nicole Kidman, Fionnula Flanagan, Christopher Eccleston, Alakina Mann, James Bentley, Eric Sykes, Elaine Cassidy, Renée Asherson
Productora: Coproducción España-USA; Sogepaq / Canal + / Dimension Films / Studio Canal + presentan una producción Cruise-Wagner Productions / Sogecine / Las Producciones del Escorpión