Lejos de los hombres

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A pesar de que Lejos de los hombres (Loin des hommes, David Oelhoffen, 2015) es una cinta más bien parca en palabras y de que su discurso se desarrolla casi a cuentagotas, ésta contiene una idea en concreto que se acentúa sobre las demás: «No se puede escapar de la ley». Esta concepción de la justicia como algo ineludible e incluso infalible resuena continuamente en la mente de Mohamed, uno de los protagonistas de la historia que el director francés nos propone. Cabe decir que la concepción que Mohamed tiene sobre dichas nociones no solo conservan un matiz terrenal, sino cultural y religioso; por lo que, ante cualquier deuda moral, no solo se siente obligado a pagársela a los hombres, sino que además debe rendir cuentas a los preceptos que ordena su dogma. Pues bien, Mohamed ha matado a un hombre, concretamente a su primo. Y ahora debe plantar cara, no solo a los dilemas éticos que dicho acto supone, sino a las circunstancias adicionales que esto produce en una familia musulmana de la Argelia de 1954. En otras palabras, Mohamed debe enfrentarse a un destino que pasa por la justicia de un país sacudido por la guerra y por una deuda de sangre que los allegados a su víctima están dispuestos a cobrarse. El resultado de ambos destinos es el mismo; la muerte, por lo que la existencia de Mohamed parece abocada a un final fatal.

El encargado de poner a Mohamed en las manos de la justicia es Daru (Viggo Mortensen), un profesor francés recluido en una aldea lejana en las montañas quien, en contra de su voluntad y por mandato de un oficial de la ley, debe escoltarlo hacia la ciudad más cercana para ponerlo en manos de los jueces. El dilema moral que se le presenta a Daru (un hombre de naturaleza humanista) no es menor que el de su compañero; poner la vida de un hombre en manos de quienes pueden aplicarle la pena capital no es una carga liviana. Será el peligroso y largo camino que separa ambos puntos el que les ayude a resolver sus dudas y planteamientos existenciales; un camino que cambiará los puntos de vista de ambos y que no solo separa físicamente la aldea de la ciudad donde debe ser juzgado Mohamed, sino a los hombres que los dos protagonistas fueron y pronto dejarán de ser.

En medio de todo esto está la guerra. Los enfrentamientos entre antiguos colonos franceses y su ejército contra los partidarios del Frente de Liberación Nacional de Argelia dificultan aún más el ya complicado sendero que estos deben recorrer, casi resignados a cumplir una ley tan injusta como inevitable. Esta lucha brutal y descarnada entre ambos bandos será el catalizador definitivo que potenciará que nuestros dos protagonistas empiecen a darse cuenta de que quizás no tiene sentido obedecer la ley de quienes actúan con tan poca justicia, siendo esta determinación rebelde ante lo injusto y carente de sentido el principal argumento que ofrece en lo temático Lejos de los hombres, una obra la cual, no olvidemos, está basada en un relato del irrepetible maestro de la literatura, Albert Camus.

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Por tanto, podemos definir la última película de David Hoelhoffen como una fábula humanista envuelta en un formato parecido al western que se permite cuestionar todas esas leyes que los seres humanos consideramos preceptos inamovibles, ya sea en tiempos de paz o de guerra. Lo más importante de Lejos de los hombres es con toda seguridad lo que se deduce de ella en cuanto a mensaje se refiere, ya que detrás de ésta se esconde un claro alegato contra todo tipo de dogma que atente contra la vida o la dignidad de nuestra existencia. El realizador francés no falla en subrayar el contenido ideológico de Camus y deja bien claro que no hay nada más sagrado que la vida de un hombre ni ley más digna de obedecer que la de vivir, y que más allá de esto poco o nada tiene sentido. Partiendo de este ideario, Lejos de los hombres es una obra que merece la pena ser vista, aunque solo fuese por disfrutar de su mensaje implícito. Aunque sus puntos a favor no se quedan ahí, sino que van más allá de todo esto.

Un apartado que suma, sin duda alguna, es el de la fotografía. De hecho el trabajo de Guillaume Deffontaines es uno de los aspectos técnicos más resaltables de la cinta. Los paisajes áridos, imponentes y pedregosos del desierto argelino están retratados con majestuosidad, siendo obvio que hay una intención manifiesta de que los parajes yermos omnipresentes en los planos de Lejos de los hombres no solo deben servir para potenciar metafóricamente el estado anímico de sus protagonistas, sino que toman una relevancia tal que los podemos considerar otro personaje más. Todo un acierto que hace aún más interesante a la película y que contribuye a que el tono seco y frío con el que se desarrolla la historia se termine de asentar con la suficiente seriedad y solidez. Aunque puede que debido a esto haya también quienes se quejen de que la película de Oelhoffen peca precisamente de ser excesivamente sobria y exigua. El caso es que puede que tengan su parte de razón, pero por otra parte resulta difícil concebir un relato mejor si no se hubiese tratado con el rigor y la templanza emocional de la que han hecho gala sus responsables.

A este humor comedido y deliberadamente mesurado con el que Lejos de los hombres se desarrolla han aportado su granito de arena Nick Cave y Warren Ellis, quienes con una banda sonora sobria y adecuada, han sabido interpretar los códigos que un relato como éste requería.

Por último, no podemos dejar de mencionar el que es quizás el aspecto más asombroso de todos los pequeños tesoros que ofrece esta producción. Nos referimos, claro está, al fenomenal trabajo de un Viggo Mortensen que parece que no tiene techo como intérprete. Y es que, a pesar del comedimiento que requería su rol, destaca para bien hasta el punto de convertirse en el claro referente a la hora de pagar en taquilla por esta película. Políglota y valiente, no hay lengua ni registro que se le resista, y en esta ocasión incluso se antoja el actor perfecto para encarnar a un hombre que no se siente especialmente de ninguna patria o bando en concreto, sino del mundo y de los hombres en general.

Con todo esto, podemos decir que Lejos de los hombres es una buena película que alberga muchos puntos interesantes tanto en su contenido como en su continente. Está bien dirigida y sabe muy bien cómo y a dónde quiere llegar. La única pega que se le puede poner en cuanto a factores negativos es que su contención puede dejar a más de uno con la sensación de que no había demasiado que rascar en ella, algo que, sin duda, sería una pena dados los potentísimos argumentos que ofrece. Y es que, a pesar de que estemos ante un relato que nos habla a todos y nos habla sobre todos, no estamos ante una película de esas que puedan decirse que son para todos. Sea como sea, los que quieran iniciar el camino difícilmente se arrepentirán. La recompensa que obtendrán merece indudablemente la pena.

Calificación: 7/10

 
 

Lejos_de_los_hombres_cartel_Ge_MCTítulo original: Loin des hommes (Far From Men)

Año: 2014

Duración: 101 min.

País: Francia

Director: David Oelhoffen

Guion: David Oelhoffen (Relato: Albert Camus)

Música: Nick Cave, Warren Ellis

Fotografía: Guillaume Deffontaines

Reparto: Viggo Mortensen, Reda Kateb, Djemel Barek, Vincent Martin, Nicolas Giraud, Jean-Jérôme Esposito, Hatim Sadiki, Yann Goven, Antoine Régent, Sonia Amori, Antoine Laurent, Ángela Molina

Productora: One World Films / Perceval Pictures

 

 

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