Le parc
Cuando uno se prepara para ejecutar un experimento, es recomendable que se mentalice y prevea que la cosa lo mismo puede salir bien que mal. Y es que, a veces, lo que en principio funciona sobre el papel resulta un auténtico desastre una vez se traslada a la realidad. Con la película de Damien Manivel se tiene la sensación de que un concepto que de salida resultaba original, por unos motivos u otros, no se ha sabido plasmar de una forma atractiva.
La idea es la siguiente: Un chico y una chica acuerdan verse en un parque un caluroso día de verano. Apenas tendrán veinte años. Es su primera cita y se muestran algo tímidos, pero a pesar de los primeros nervios se conocen y se gustan. A las pocas horas, se enamoran con inocencia. Durante la tarde pasean y juguetean, algo patéticos e ilusos; sin embargo, al caer la noche su comportamiento cambia radicalmente y algo muta en distancia y frialdad. Es entonces cuando la película de Manivel se transforma también. Pasamos de la luz y el verde de la naturaleza idílica que sirve de marco a un amor de verano a una oscuridad opresiva que acentúa la soledad y el frío. Los lazos que se han estrechado durante el día asfixian ahora de noche cuando los amantes se han separado. Con las estrellas afloran sus inseguridades y algún que otro secreto difícil de asimilar. Es entonces cuando también florece el deseo de desandar el camino, de volver sobre los pasos que uno dio y de regresar atrás para no sentir la amargura del recuerdo cálido de lo compartido roto por el desengaño. Pero, ¿es esto acaso posible en la vida real?
Comprendemos la metáfora del joven director francés. De hecho no ha facturado nada retorcido. Su película se antoja más como un juego cinematográfico que como un ensayo serio sobre el amor. Su poesía tiene que ver más con lo humorístico y lo travieso que con lo pomposo. El problema está en que, sencillamente, Le Parc es demasiado fría e incluso carente de ritmo como para mantener el interés del espectador.
Demasiado plano fijo, demasiada conversación estéril. Demasiado vacío más allá del ejercicio cinematográfico y la idea en sí misma. Demasiado poco de todo. No basta con darle un giro onírico a la naturalidad y apostar por un realismo mágico mutante. La sencillez y su pretendida frescura puede convertirse en un vicio cuando se huele el vacío argumental que hay a niveles más profundos, tanto es así que al final el espectador puede terminar pensando que incluso sus escasos 72 minutos son demasiados. Cuando se olvida que lo bueno es mejor si es breve, la tragedia suele ocurrir. Y lo realmente trágico es que, más allá de los dos o tres trucos que Damien Manivel propone, no hay nada realmente que merezca la pena. Ni siquiera el dúo de actores principales (de los escasos cinco que aparecen) ayuda a transmitir algo que encienda la chispa del receptor. Y esto es algo que, tratándose de la temática que se trata, resulta cuanto menos imperdonable.
Concluyendo, se podría afirmar que Le parc no tiene enjundia más allá de la curiosidad que pueden despertar en un principio sus juegos técnicos y conceptuales. Algunos citarán a David Lynch, Antonioni o Apichatpong Weerasethakul, pero nada más lejos de la realidad. A pesar de su afán experimental y su presumida falta de pretensiones, la cinta de Manivel queda demasiado lejos de estos maestros. Tanto que quizás los que manejan este tipo de comparaciones quizás deberían plantearse darse un paseo y pensar un poco mientras toman el aire. No todo lo onírico es Lynch, por supuesto que tampoco todo lo Lynch es onírico ni bueno por sistema. Pero tampoco vendamos lo que no es a quienes pagan y prestan su tiempo a una obra cinematográfica. Lo que está a medias, está a medias. Y Le parc no pasa de ser un paseo de esos que uno se da para poco más que matar la tarde.
Olvidable. Suspende.
Calificación: 3/10
Título original: Le parc
Año: 2016
Duración: 72 min.
País: Francia
Director: Damien Manivel
Guion: Julie Roué
Música: Isabel Pagliai
Fotografía: Isabel Pagliai
Reparto: Naomie Vogt-Roby, Maxime Bachellerie, Sobéré Sessouma
Productora: MLD Films / Shellac Sud