La partícula de Dios
Banderas haciendo ciencia ficción, hay que joderse, ha llegado el Apocalipsis. Si ya de por sí ver a nuestro latino favorito haciendo de espadachín (La máscara del zorro, 1998), de cura (El cuerpo, 2001) y de morisco amigable (El guerrero número 13, 1999) resultaba un coñazo extremadamente desagradable; ver como hace de detective privado hablando del bosón de Higgs en plan Carl Sagan oscurece mis gayumbos y mi corazón. Amo al cine y todo lo que representa pero, cada vez más, odio lo que representa Antonio Banderas.
Aún siendo un mito para el colectivo abuelas-madres-hijas por sus atributos más que por sus interpretaciones (su pelito rollo 2 tontos muy tontos sigue partiendo cuores), el nivel mostrado por nuestro latin lover en sus últimas películas (las que ha hecho en los últimos 15 años) se puede catalogar de «atentado nuclear a la raza humana». Encadenar tantos truños y seguir en la cima no es fácil, muchos lo han intentando y se han quedado en las puertas (Nicolas Cage, Christian Slater…); para conseguirlo tienes que tener carisma y saber vender la moto en modo experto rozando lo divino. Llevar en Hollywood la tira de años tirando solamente del papel en Philadelphia (1993) y del papel de actor principal en un balcón de Málaga cada Semana Santa tiene un mérito colosal. Aunque más mérito tiene cagar bodrios como La partícula de Dios.
Mezclar los tiros de Sin City, la ambientación de Carretera perdida y la estética de Snatch puede que en principio no resulte tan mala idea pero, no cualquiera puede ejecutar una obra de dicha complejidad con éxito, necesitas tirar de guión y de recursos, tener cierta maestría a la hora de mezclar distintos géneros sin que el producto explote en tu cara; con La partícula de Dios se ha roto el molde.
Si bien la historia principal no resulta nada inaccesible: Un investigador privado es contratado para encontrar a una stripper desaparecida viéndose sumergido a medida que el caso avanza en un conflicto mayor (robo de joyas de por medio); la excesiva complejidad en el guión (de forma injustificada) al profundizar en un campo tan difuso como la física cuántica y la poca destreza para tratar dicho tema, hace que la película sea infumable e irrisoria en algunas ocasiones. El resultado navega entre el descojone general y la burla, dándole una hostia suprema al cine de acción y al thriller, cagándose en la boca de la ciencia desde el minuto cero. Puede que el big bang, los protones y el acelerador de partículas sean temas muy de moda; pero sin tener ni p**a idea, mojarse en exceso es de idiotas, de panolis. Es como si Primer (Shane Carruth, 2004) la hubiera hecho un mono del planeta de los simios. Hollywood y sus ideas cojonudas.
En resumen, una pérdida de tiempo. Resulta un truño colosal de principio a fin, un coñazo del tamaño de Godzilla. Una obra de retroingeniería directo al espinazo. Ni para alquilarla en DVD.
Calificación: 2/10
Año: 2011
Duración: 101 min.
País: Estados Unidos
Director: Tony Krantz
Guion: Erik Jendresen
Música: Johnny Marr
Fotografía: Shelly Johnson
Reparto: Antonio Banderas, Thomas Kretschmann, William Fichtner, Delroy Lindo, Sienna Guillory, Sam Elliott, James Van Der Beek, Autumn Reeser, Rebecca Mader, Jimmi Simpson, Robert Maillet, Snoop Dogg, Bill Duke, Sean Cook
Productora: Anchor Bay / Big Bang Production / Flame Ventures / North by Northwest Entertainment