La llegada

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Cuesta más escribir sobre las películas que tienen mucho que contar principalmente por dos motivos; primero, que no se consiga profundizar en su análisis y no hacerle justicia a la obra, y segundo pero no menos importante, expresarlo de manera que suene como una interpretación y no como una sentencia. Esta cinta en cuestión casi con toda seguridad dividirá opiniones por su apariencia de blockbuster que no obstante esconde una enorme ambición artística, así que vamos a ello.

En La llegada, vemos como una serie de naves extraterrestres llegar a la tierra, ante su silencio y la ignorancia de sus verdaderas intenciones, los Estados Unidos llaman a una lingüista y un físico para que logren ponerse en contacto con los visitantes.

Lo que podría ser una película industrial más se revela como una de las propuestas más inteligentes de la temporada, y pese a que el realizador se afana por dejar pistas constantes para señalar el camino correcto, no es una película fácil y el espectador debe poner de su parte constantemente, suponiendo un interesante reto. Difícil de describir tras un solo visionado, La Llegada es una autentica obra de arte, preciosa y consciente de su matiz artístico (aunque más cercano a Picasso que a Pollock, si se me permite el pedante pero adecuado símil pictórico) y sin embargo, funciona a todos los niveles, su elaboradísimo lenguaje visual (esa manera de cerrar el cuadro dentro del marco que supone la propia pantalla o de «cambiar de dimensión» con un simple movimiento de cámara, por poner un par de ejemplos), su montaje y su manera de jugar tanto con el espectador como con la propia película es una genialidad en la que perderse y dejarse llevar. Todo lo que barruntó de manera algo más irregular en Enemy (2013) aflora aquí de manera única y genial, conformando un poema cinematográfico autoconsciente y elegante, bien interpretada y mejor dirigida, que es todo un caramelo tanto para los aficionados a las películas que dejan poso.

Como decíamos, es posible que descoloque a todos aquellos ajenos a los recursos metatextuales y simbólicos, más aun si se acercan al cine con una idea preconcebida a fuerza de tráilers, es toda una reivindicación por un uso del cine que se ha perdido prácticamente por completo. En ella encontramos rasgos que recuerdan a Malick, Kubrick, Tarkovsky e incluso a Buñuel, y estoy seguro de que supondrá un gran punto de partida para los que quieran adentrar en las propiedades del cine como medio artístico. Lo último del canadiense funcionaría incluso siendo un mero ejercicio de estilo, como esos que asoman por los festivales de cuando en cuando, pero quiere más y consigue mantener un núcleo emocional complejo y efectivo. Valiente y arriesgada, La llegada camina por la fina línea que separa el cine puramente conceptual del “narrativo”, logrando también que no se vea eclipsada en un barullo de efectos especiales, asombrando a veces mucho más con sus diálogos que con su artificio.

Villeneuve se esfuerza por no abandonar nunca los conceptos del tiempo y del lenguaje, ya que éstos son utilizados para «desordenar» y revolver formalmente la propia película. Valiéndose de recursos ya conocidos pero poco empleados a día de hoy como la asociación libre, y subrayando así la tendencia actual que se opta por simplificar este arte, en el peor sentido de la palabra, para intentar llegar a todo el público y que, de forma paradójica y ayudado por más factores, obviamente, ha provocado que el publico siga involucionando intelectualmente. «No quiero insultar a mi público», declaró en una reciente entrevista, el maestro canadiense sabe perfectamente lo que se hace, y esperemos que lo siga haciendo por mucho tiempo.

Calificación: 10/10

 
 

la_llegada_cartel_original_mcTítulo original: Arrival

Año: 2016

Duración: 116 min.

País: Estados Unidos

Director: Denis Villeneuve

Guion: Eric Heisserer (Relato: Ted Chiang)

Música: Jóhann Jóhannsson

Fotografía: Bradford Young

Reparto:  Amy Adams, Jeremy Renner, Forest Whitaker, Michael Stuhlbarg, Mark O’Brien, Tzi Ma, Nathaly Thibault, Pat Kiely, Joe Cobden, Julian Casey, Larry Day, Russell Yuen, Abigail Pniowsky, Philippe Hartmann, Andrew Shaver

Productora: Paramount / FilmNation / Lava Bear Films / 21 Laps Entertainmen

2 comentarios en «La llegada»

  • el 6 diciembre, 2016 a las 2:46 pm
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    No me pareció tan buena, de entre 7,2 en conjunto, pero he de reconocer que tiene puntos muy interesantes y considero que tiene algo de imprescindible. Como filólogo, el plantearse cómo sería la comunicación con un ser de otro planeta es una fantasía común y aquí veíamos cosas que cumplían de forma coherente con esa fantasía y cosas que no. El elemento de no usar elementos icónicos físicos me parece un riesgo pequeño comparado con lo que puede facilitar la comunicación. El hecho de que usen una lengua escrita y otra oral no significa que ninguna de las dos sean imposibles de llegar a entender. También faltaba la presencia explícita de un equipo más amplio; se habla de que hay un equipo por ahí pero ni se menciona la cantidad de cosas que son precisas, enfoques que necesitan una intercomunicación; expertos en semiótica, en música, en antropología, en etología, en matemática, en lengua de signos o en otros campos de la lingüística podrían ser precisos y en comunicación constante, frente al peso prácticamente exclusivo de los dos protagonistas. La protagonista se coge con pinzas respecto a su verosimilitud como lingüista por ser demasiado buena, pese a que puede que haya algún caso más o menos así. La información que se da crea esa sensación de «Has captado mi atención», pero no da ese «algo más» que hubiera contribuido mucho, para mí, a dar ese sobresaliente.

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  • el 6 diciembre, 2016 a las 3:11 pm
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    En el lado de la ciencia ficción y el drama personal, la escena de inicio es potentísima, reforzada por la música adictiva y magnífica de toda la película. He llegado a preguntarme si el bebé es de Amy Adams o ha sabido conectar de forma tan potente con su lado maternal. En interpretaciones, por lo demás, me parecen correctas pero sin pasarse. El elemento de declarar el estado de emergencia me parece un poco tópico y forzado cuando lo más inteligente sería mantener la calma a nivel civil y preparar al ejército por si las moscas, aunque parecía obvio que un ataque sobre una nave tecnológicamente tan avanzada seguramente causaría pocos daños. A nivel visual, los paisajes y las naves no estaban mal pero algo había que me chirriaba; me faltaba esa sensación de maravilla y genuina genialidad que sentí, por ejemplo, viendo Prometheus. En cambio, el momento pasillo, con esas anomalías gravitacionales y la estética Cubrik, es maravilloso; recuerda un poco a Ex-Machina. Ya no digamos la impresión cuando vemos a los personajes interactuar con los alienígenas. Por contra, la parte de los gobiernos, es, en general, un tanto pesada, de esas que da casi la sensación de sobrar, aunque argumentalmente sea un componente preciso. El tema de los flashbacks está muy bien, aunque no me cuajaron del todo por esa impresión de no ser del todo creíble la protagonista. El adquirir esa habilidad por aprender el idioma me parece perfecto bajo el supuesto de que el cerebro de un alienígena y el del ser humano logran funcionar igual en ese sentido. El único problema que le veo en ese punto es el uso de lo que llamo «La Paradoja Terminator»: En la saga Terminator, genial en su uso de esta paradoja como espectáculo narrativo, tenemos dos paradojas; una es la paradoja del abuelo, que supone que en un universo que asuma la coherencia absoluta de información un evento del pasado no debe afectar sobre lo que provocó esa interacción desde la información llegada del futuro, y el rizar el rizo de la paradoja, en el fondo, incoherente con la del abuelo y opuesta, de un evento futuro es la génesis de ese mismo evento futuro por algo que se causa en el pasado, para llegar a un bucle. Aquí todo podía haberse resuelto sin recurrir a esa paradoja Terminator de forma que, pudiendo darse los sueños igualmente, se hubiera dado una mayor verosimilitud y mucha más fuerza de abordar el propio sentido de la historia. La sorpresa con los flashbacks fue genial.

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