Jackie Brown

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Siempre sometido a riguroso examen, siempre en el punto de mira de los cinéfilos más exigentes; Quentin Tarantino es uno de esos directores que ya desde su primera película pasan a convierte en figuras populares y prácticamente de culto. En su caso, con la magnífica Reservoir Dogs (1992), firmaría un debut que ya es histórico y clave para entender el cine de los noventa y el que vendría después, algo que solo dos años más tarde, con Pulp Fiction (1994) pasaría a confirmarse como un hecho ya evidente. Dicho de otra forma, podría asegurarse que hay un antes y un después de la revolucionaria aparición de Tarantino en el panorama de lo que hoy consideramos el cine moderno. Siempre descarado y poco temeroso de generar polémicas, el de Knoxville se ha dedicado a hacer lo que más le gusta y como más le gusta, dejando que los demás nos dediquemos a hablar sobre él, llenando líneas y generando ruido.

Por supuesto, como suele ocurrir casi siempre con cualquier artista que no duda en arriesgar con su obra, entre las numerosas voces que se suman al debate sobre su cine hay un sector que disiente y le acusa de no ser poco más que un autor de corta y pega. Éste es el argumento más frecuente cuando alguien se decide a criticar los puntos flacos del que muchos llaman el Enfant Terrible de Hollywood, hasta tal punto que algunos aseguran que el mérito de su cine es más bien escaso o incluso inexistente, ya que éste no ha inventado nada nuevo. Sin embargo, a mí me gusta verlo todo de otra forma. Tarantino no es un autor que se limite a copiar las formas y cánones más superficiales de otros géneros y cineastas, sino más bien alguien que se divierte tomando las referencias del cine que más le gusta para amalgamarlas imprimiéndoles su sello personal.

Teniendo esto en cuenta y siguiendo un poco la lógica que esto sugiere, someter la obra de Tarantino a un examen crítico demasiado riguroso es tan injusto como torpe, pues quizás deberíamos considerar sus películas como un divertimento sin pretensiones de alguien que ama el cine en todas sus dimensiones dirigido a aquellos, que como él, disfrutan hasta con la joya más escondida del Séptimo Arte. Ya sea cine negro, policíaco, bélico, películas de artes marciales o maneje referencias de primera fila o de Serie B; en la coctelera de Quentin cabe todo y su único objetivo es fabricar esa combinación que satisfaga a cada uno de nuestros sentidos y nuestro gusto cinéfago más exigente y freak. Su cine es como un refresco burbujeante que hay que paladear sabiendo que seguramente haya bebidas con más cuerpo, pero no por eso vas a destrozar tu momento de gozo. Como esa hamburguesa de la que hablan en Pulp Fiction, un placer instantáneo y terrenal que sin embargo no se nos va de la cabeza una vez lo hemos probado.

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Paradójicamente, Jackie Brown (1997), su tercera película sin contar su co-dirección en Four Rooms, es uno de los trabajos que más pueden despistar a los que ya se hayan curtido en su ya conocido y continuo juego de referencias externas e internas, pues estamos ante una propuesta que, a pesar de guardar muchos de los inconfundibles tics del autor, se desmarca al mismo tiempo de algunos de sus vicios e inclinaciones.

En este caso, el género que rescata es el por entonces ya casi olvidado Blaixploitation, un género que allá por los setenta nos brindó una buena lista de perlas y que se encargó de aportar desde el rincón más underground  y marginal de la industria un toque étnico y contra-cultural tan necesario como importante. Entre aquellos tesoros que nos dieron directores como Gordon Parks o Jack Hill, destacaban películas como Las noches rojas de Harlem (Shaft, 1971), la magnífica Super Fly (1972) y, sobre todo (al menos en popularidad), Foxy Brown (1974), la película que convertiría a Pam Grier, la protagonista que a la postre también rescataría Tarantino para ésta, su tercera película, en un icono del género y del cine de Serie B de los 70. Todas estas referencias, bien conocidas por Quentin, sirvieron para que éste construyese su propio homenaje a este tipo de cine; y como resultado nos regaló Jackie Brown, una película que reformula las características más habituales de aquellas denostadas películas para revitalizarlas y reconstruirlas desde una nueva perspectiva.

Es cierto que, a priori, las constantes del Blaxploitation saltan a la vista sin tener que profundizar en su propuesta. Junto a Pam Grier, se ha rescatado aquella esencia descarada y algo hortera que tenían las producciones de entonces por motivos de presupuesto. También se han recuperado (como no podía ser menos en una peli de Tarantino) muchos mitos del soul y del funk de los setenta, volviendo a hacer de la BSO un protagonista más de la historia, algo que era igualmente habitual por entonces. E incluso aquellos polis sucios y tocapelotas que siempren andaban pisándole los talones a los delincuentes de poca monta que pisaban las calles buscándose la vida aparecen en Jackie Brown. Pero la gran diferencia entre aquellas producciones y ésta es que ahora se ha dotado a la historia de un trasfondo argumental mucho más sólido de las que aquellas solían gozar, haciéndose notables las artes del autor de Reservoir Dogs como guionista y confirmando que, detrás de sus frivolidades y su apabullante insolencia creativa, se escondía alguien capar de confeccionar buenas historias.

Así pues, una vez nos liberamos de la inmediatez de lo superficial y profundizamos en lo que nos ofrece Jackie Brown, nos daremos cuenta de que los personajes que en un principio parecen tan volubles como los de Jack Hill y compañía ahora tienen motivaciones profundas que hacen que por primera vez una obra Blaxploitation tenga un cierto regustillo crepuscular. Si bien antes solo podíamos encontrar personajes estereotipados y clichés andantes, ahora se nos antojan reales y podemos encontrar similaridades entre sus preocupaciones y las nuestras. El paso del tiempo, el miedo a envejecer y a la soledad están tan presentes en el guión, que sería una injusticia no señalarlo ni reconocer el mérito de su autor al haber introducido estos elementos en la película.

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Aun así, los habrá que sigan poniendo en duda el valor de esta cinta en comparación con las demás de su filmografía. Otros seguirán con la eterna letanía de que es «su película menos Tarantino». Pero háganme caso, no se pierdan entre el ruido y simplemente observen. Tarantino se palpa en cada fotograma; desde el típico plano desde el interior de un maletero, al plano detalle que evidencia su fetiche por los pies femeninos. Se le reconoce en la dirección de un fenomenal casting en el que, por cierto, repite un Samuel L. Jackson que se come al resto con su jerga y su acento carismático. De nuevo vemos otra de sus constantes cinematográficas (¿influencia de Russ Meyer quizás?); la de incluir un personaje femenino de gran valentía y coraje, repleto de fuerza e incluso sexualidad rebosante (ahí Pam Grier es infalible). Su montaje, lleno de ritmo y planos detalle se combina a la perfección con esas ya conocidas escenas en la que sus personajes hablan largos y geniales diálogos repletos de buenas frases. Y estas son solo algunas de las señas más reconocibles del autor entre las muchas que se pueden identificar.

Si con lo de que es «la película menos Tarantino» de toda su obra se quiere decir que en esta ocasión hay menos dosis del habitual histrionismo que muchas de sus otras películas tienen, ahí sí que cabe asentir. Si se refieren a que tiene menos acción de lo que podría esperarse, también. Pero, por otra parte y con toda seguridad, darle ese punto extra de futilidad hubiera herido de muerte el magnífico y equilibrado tono del que hace gala la película. Sea como sea, la violencia tan típica de Tarantino sigue ahí, pero estalla solo puntualmente, aunque se trate con el ácido discurso con el que se la trata siempre en su cine.

Es cierto que puede que Jackie Brown sea la obra más contenida de Quentin. Es cierto también que no es su obra más icónica, ni la más redonda, pues en ocasiones se muestra un poco confusa en su trama y quizás le sobra algo de metraje. Pero de ahí a caer en comparaciones injustas, hay un enorme trecho. Jackie Brown siempre perderá puntos si se le anda juzgando entre el mar de referencias internas y externas que siempre mueve el cine de Tarantino.

Como decíamos al principio, quizás lo mejor sea simplemente sentarse a disfrutar de la historia de esa azafata de vuelo que se ve presionada por polis corruptos y delincuentes de poca monta, pero que no se deja joder ni piensa dejar pasar su última oportunidad para tener éxito en su vida. Una vez abandonadas todas las expectativas y prejuicios que siempre acarrea el enfrentarse a una obra de un director tan influyente, la obra funciona por sí sola a las mil maravillas. Una vez se deja de lado el ruido que siempre se genera alrededor de los genios, nos podemos concentrar en lo que más importa, que es disfrutar de lo que nos cuentan y de sus ideas. Luego, una vez termine todo, podemos volver al debate. Podemos volver a hablar. Porque el cine que está vivo siempre da para debatir. Y sobre Quentin Tarantino se ha dicho ya mucho y siempre habrá mucho por decir mientras siga detrás de las cámaras pasándoselo tan bien como nosotros delante de la pantalla.

Calificación: 7’5/10

 
 

Jackie_Brown_cartel_GE_MCTítulo original: Jackie Brown

Año: 1997

Duración: 154 min.

País: Estados Unidos

Director: Quientin Tarantino

Guion: Quentin Tarantino (Novela: Elmore Leonard)

Música: Varios

Fotografía: Guillermo Navarro

Reparto: Pam Grier, Samuel L. Jackson, Robert De Niro, Robert Forster, Bridget Fonda,Michael Keaton, Michael Bowen, Chris Tucker, Lisa Gay Hamilton, Tommy ‘Tiny’ Lister, Sid Haig, Aimee Graham

Productora: Miramax International presenta una producciónde A Band Apart

 

 

 

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