It Follows
Encumbrada en la última edición del Festival de Sitges, y convertida recientemente en el fenómeno de terror indie arrasador en la cartelera norteamericana, It Follows está destinada a convertirse en un clásico instantáneo. Aunque no me atrevería todavía a pronosticar que vaya a convertirse en película de culto… Esto sólo el tiempo lo podrá decir.
Parte de referencias obvias al slasher adolescente – Pesadilla en Elm Street (Wes Craven 1984) y Halloween (John Carpenter 1984) – son las citas más evidentes; esas películas en las que el asesino te persigue y no descansa hasta dar contigo. El terror que nos describe rehúye del susto repentino y fácil para recrearse en los mecanismos de la pesadilla que se retrata, y que paso a paso se va volviendo más intensa, inquietante y angustiosa. El filme se centra en un “miedo”… ¡del que no puedes escapar!.
It Follows es entretenimiento garantizado que desprende aroma a vieja escuela, pero que no por ello deja de ser fresco y original. Una de esas películas que, con mucho viento a favor, son capaces de volver a generar entusiasmo por un subgénero que desde hace un tiempo se olvidó de correr.
La trama nos propone acompañar a un grupo de adolescentes que, en pleno auge de su sexualidad se ven amenazados por una presencia desconocida que los acecha, precisamente, tras tener relaciones sexuales. Lo “complejo” del asunto es que estos “fantasmas” , que harán las delicias de la audiencia, solo pueden ser visualizados por sus víctimas, razón por la cual estos no pueden contar con la ayuda práctica de sus amigos ni de sus seres más cercanos.
Mediante el ingenioso juego que predispone la maldición que afecta a la protagonista, cuya amenaza solo puede ver ella y los espectadores, lo que logra el director es convertirnos en espectadores-cómplices de la historia, en los aliados que velan por la seguridad de esta inocente chica y en los únicos testigos oculares de unos fenómenos que los propios personajes de ese universo ficticio no alcanzan a comprender en su totalidad. Y lo hace con un trabajo del espacio cinematográfico encomiable y efectivo. Utilizan los espacios abiertos, (una Detroit desolada y devastada), para llevar al espectador a plantearse siempre esa duda inquietante de si la figura que se acerca por el horizonte es el monstruo que los atormenta o es un simple transeúnte. Porque posee grandes ideas y sabe cómo plasmarlas en pantalla con efectividad. Éste es el gran acierto de esta película, que te sirve algo ya masticado con una presentación alejada de los convencionalismos del terror contemporáneo
Todas estas imágenes nos van conduciendo hacia una sensación acusada de inquietud, ansiedad y terror que queda potenciada con el subrayado que propone la magistral banda sonora de Rich Vreeland, una vez más, de origen carpentiano.
Por supuesto, no es un trabajo perfecto. Hay algunos desajustes y agujeros de guión en el transcurso, especialmente un final no demasiado bien resuelto, y poco imaginativo. Pero lo que no se puede negar es que es una de esas cintas que te sacuden durante su trayecto, alterando el pulso cardíaco mediante un artefacto construido sin trampas ni artimañas, que confirman a su artífice, como una de las nuevas voces de la cinematografía norteamericana a las que no tenemos que perder el rastro. Se agradece este golpe en la mesa de un director a tener en cuenta, que demuestra que en el séptimo arte, aunque todo esté inventado, siempre se pueden transgredir las normas.
Calificación: 7/10
Año: 2014
Duración: 100 min.
País: Estados Unidos
Director: David Robert Mitchell
Guion: David Robert Mitchell
Música: Disasterpeace
Fotografía: Michael Gioulakis
Reparto: Maika Monroe, Keir Gilchrist, Daniel Zovatto, Jake Weary, Olivia Luccardi, Lili Sepe,Linda Boston, Caitlin Burt, Heather Fairbanks, Aldante Foster, Ruby Harris,Christopher Hohman, Bailey Spry, Rich Vreeland
Productora: Northern Lights Films / Animal Kingdom / Two Flints