Isabel Coixet en el SSIFF 2022
Coixet analizó su trayectoria, su presente y su futuro profesionales en una fabulosa masterclass
La cineasta catalana Isabel Coixet impartió una clase magistral en el marco del Festival de cine de San Sebastián del pasado 2022. A las 16:00 horas del lunes 19 de septiembre, la directora y guionista de títulos tan emblemáticos de nuestro cine como Mi vida sin mí (2003) o La vida secreta de las palabras (2005), ofreció a los asistentes una charla acerca de su trayectoria profesional y sobre su nuevo filme, el espinoso documental El sostre groc (El techo amarillo), proyectado en la Sección Oficial fuera de concurso.
Coixet se adentra en un caso real de abusos de género: un grupo de nueve mujeres presentaron una denuncia contra sus profesores del Aula de Teatro de Lleida por delitos sexuales ocurridos entre el 2001 y el 2008, cuando eran unas adolescentes. Fue demasiado tarde. El Sostre Groc se ha llevado el premio RTVE Otra Mirada del SSIFF. “Es fantástico venir a San Sebastián fuera de concurso y que te den un premio” expresaba mientras recogía el galardón. El mismo festival nos concedía en la sala Tabakalera una masterclass convertida en una conversación poco encorsetada y muy íntima gracias a la autenticidad que nos regalaba Coixet.
La trayectoria de Isabel es tan relevante, tan reconocida y tan consistente a lo largo del tiempo que se resiste a cualquier tipo de resumen, estamos hablando de una de las cineastas del panorama contemporáneo español más premiadas y con más trabajos. Ante el exceso de halago Isabel corta con “y más vieja, también lo puedes decir, eh” provocando las primeras carcajadas del público. Además de ocho goyas, la Creu de Sant Jordi…
Me gustaría empezar por el trabajo que vas a presentar, un documental en el que te adentras en un caso escalofriante de abusos sexuales que tuvieron lugar a lo largo de muchos años en el Aula de Teatre de Lleida. Y la primera pregunta que te quería hacer es ¿cómo has planteado tu aproximación al grupo de víctimas que al final son el verdadero centro, la voz, y la cara.
Bueno, cuando leí el artículo, que era un artículo de dos periodistas que admiro mucho. Me sorprendió la hondura del artículo y las voces de esas chicas. Porque normalmente las víctimas son reducidas a la condición de víctima. No ves a la persona que hay detrás. Hay una especie siempre de revictimización de la víctima. En este caso me sorprendió que no iba por allí. Y había un texto, de una de ellas, de Cristina, que se llamaba El Sostre Groc, el Techo Amarillo, que me gustó mucho y además porque entronca con una gran novela, el papel pintado de amarillo (Cuento de Charlotte Perkins Gilman). Hablé con los periodistas, con las chicas, no tenía muy claro lo que quería hacer, si una ficción, si un documental y de alguna manera, al conocerlas, después de muchas conversaciones pensé que me gustaría que ellas tuvieran voz, que fueran ellas el centro del documental, no lo que yo pudiera pensar o hacer o reconstruir en una ficción. En mi ingenuidad, pensé que iba a ser una cosa sencilla, lo que no preveía es que iba a ser tan difícil, que hay una especie de conspiración de silencio de lo que ocurrió allí. Fueron muchos años de abusos repetidos. Cada una de ellas es un mundo, cada una ha reaccionado de una manera completamente diferente, había algo bonito también en mostrar como cada uno se reconstruye. Y todos podríamos ponerlo un poco más fácil ¿no? Pero claro, la paz social. “En principio” todos estamos en contra de la violencia y los abusos, pero en el momento que alguien habla y rompe la paz social, allí hay repercusiones y represalias.
Ellas en la película comentan que no habrían dado este paso de palabra pública si antes no hubieran dado el paso de colectividad.
Ayer en una cena con Juliette Binoche y Claire Denis, Claire que es una cineasta que admiro mucho, ella hablaba de un profesor de ciencias muy reputado en Francia al que acaban de echar de la universidad porque dos alumnas le denunciaron. Y Claire nos hablaba “no puedo creer que esta persona, este sabio, amigo mío..” y yo le dije “Claire, si eso es lo que dicen todos los vecinos de los psicokillers. Pero si era super simpático, pero si siempre bajaba la basura y acariciaba a mi perro”. Yo no digo que todas las personas acusadas sean culpables, no va por allí el tema. Las protagonistas del documental son siete, pero entrevistamos a cuarentaicinco, y todas hablan del mismo patrón, del mismo arquetipo, de cómo empezaron las cosas, del mismo modelo de conductas… pues yo opto por creer lo que me dicen. Y también es verdad, que, si yo no las hubiera creído, no hubiera hecho el documental. Creer también es un acto de fe, pero cuando ya has escuchado muchos testimonios, puedo saber cuándo alguien exagera o me la quiere colar, y lo reconozco porque me ha pasado. En este documental siempre iba con el freno puesto, investigamos realmente como fue: Qué dice la orden, el texto de fiscalía. Cuando nueve de ellas decidieron denunciar, el delito había prescito. Pero, aun así, hubo una investigación y la fiscalía dice claramente que aprueba la veracidad de los hechos: los hechos han prescrito, pero los hechos ocurrieron. Yo no quiero que esto sea un auto-de-fe, no somos la inquisición. Esto ocurrió, estas son las consecuencias. Quiero que El Sostre Groc sea una herramienta práctica para ellas. Que el documental sirva para que la gente hable, se pregunte. Vamos a ver qué se puede hacer para que esto cada vez ocurra menos, y que los alumnos, sobre todo los adolescentes, tengan claro que cuando un profesor de teatro apaga las luces de la clase y manifiesta que se tienen que tocar y que, de repente, el profesor está metido allí, se te pone encima, y te mete los dedos en la boca, eso no es teatro ni es nada. Esto es un señor que abusa.
Es imposible no recordar la importancia que ha tenido el movimiento MeToo, que es un movimiento estrechamente vinculado al mundo del cine que a muchas víctimas les ha ayudado para dar el paso de enfrentarse a la complejidad social que implica denunciar algo de esto. ¿Se te ha removido al aproximarte a este caso la importancia social que ha tenido al entorno del escándalo Weinstein que acaba afectando a todas las esferas de la sociedad?
Yo creo que justamente el momento del Metoo hizo que ellas empezaran a hablar porque una de las reuniones de una asociación que ha sido muy importante para ellas que es Dones A Escena en Lleida, en un momento dado, todas estaban hablando del MeToo, y justamente es una de las cosas que se plantearon. Qué pasa, qué pasa aquí. No en Donosti, Madrid, Barcelona. Qué pasa en Lleida. Y no solo es el Metoo sino creo que aquí se habla de cómo seguimos ciegamente a una persona solo porque el estatus aclara que esa persona tiene el poder y tenemos que obedecerla.
Hay varias personas que hacen referencia a la idealización de cierto tipo de feminidad, cierta noción del amor romántico, el cine a participado mucho en deconstruir esto.
Lo que sí creo es que tenemos una gran gelatina en la cabeza, y la hemos tenido. Creo que uno puede reconocer incluso como adulto… A ver… Un profesor y puede ser estupendo de treinta y ocho años tiene una alumna de catorce años que le pone, pero para eso eres adulto y te cortas. Que exista un sentimiento, una pulsión, y por parte de la alumna quizás también, pero como adulto responsable y en posición de poder ni abusas, ni abusas de tu posición.
Volviendo a la figura del abusador y al dispositivo de la película; la película despliega dos estrategias que se van trenzando entre sí, por un lado, esta toda la parte de los testimonios, y otra parte fundamental de la película está toda esta parte que haces con imágenes de archivo, archivos muy diversos que van de imágenes de la televisión local de Lleida a imágenes producidas por el propio grupo de estudiantes.
Ha sido un trabajo bastante largo. Y casi hasta el final he pensado quizás esto no es un documental, es otra cosa. Pero cuando encontramos ese material de archivo que contrasta muy bien con la realidad oficial, allí fue definitivo, se mantenían cintas rodadas por alumnos grabadas con el teléfono que conseguimos investigar gracias al trabajo de una documentalista que hizo un trabajo arduo durante años porque nadie quería prestar nada. Había el miedo siempre de “esto se puede malinterpretar”. Claro, una cosa es que una de las chicas dijera que eso era como una secta. Lo que se dice verbalmente, se puede creer o no, pero cuando ves el material, y lo ves y lo sientes cómo efectivamente funcionaba como una secta… claro, para mí fue muy definitivo ese material.
Es cierto que las imágenes sectas son muy llamativas. Aunque a mí personalmente me aterrorizaron incluso más cuando el abusador aparece en los medios arropado y mimado por los medios y se atreve incluso a hacer bromas con la posibilidad del abuso y te da a entender mucho cuánto han cambiado las cosas gracias a la lucha feminista de los últimos años para que nos parezca intolerable algo que fue emitido por una televisión pública hace dos días.
Hace muy poco sí. Sí, sí. Y estamos hablando de una escuela de teatro para adolescentes, no para adultos y él se atrevía a sostener “el teatro sirve para evitar los casos de bullying. El teatro sirve para que el joven esté muy seguro de lo que hace”. Cuando lo que hacía era romperlos para que no estuvieran seguros de nada. Esa versión oficial de esa presentadora diciéndole “Es maravilloso lo bien que te entiendes con ellos”, luego ves lo que realmente pasaba detrás de eso y efectivamente es muy chocante.
Has trabajado tanto en ficción como en no-ficción. ¿Hay puntos de contacto o realmente desarrollas metodologías diferentes? ¿Hay un aprendizaje mutuo ante esos dos caminos?
A mí siempre me ha gustado mucho el documental, sobre todo por lo que tiene de güerilla. A mí esta cosa aventurera me va porque uno aprende, es estar donde ocurren las cosas sin filtros… siempre hay un filtro, evidentemente, los documentales tampoco son la realidad. Hasta ahora había hecho intentos, mediometrajes, pero nunca había hecho un largo-documental como este. Cuando tú escribes una película y un guion sabes lo que quieres, pero esto ha sido ir recibiendo inputs, ver como encajaban, y ver como con Mariona, la montadora, encontrábamos una manera de contar esta historia.
Eres una gran lectora y muchas de tus películas tienen una relación estrechísima con la literatura, tomando notas: Mi vida sin mí, Elegy, Nieva en Benidorm, La librería. Quería preguntarte cómo la Isabel lectora y la Isabel cineasta, cómo se encuentran y cómo se retroalimentan entre sí.
Para mí es muy difícil diferenciarlos. Es más fácil hacer el guion directamente y no empeñarte en hacer una adaptación, que para eso yo siempre digo que es mucho mejor el autor muerto, porque el autor muerto nunca va a criticar lo que vas a hacer. (el público ríe) Y dicho esto pues ahora voy a hacer una adaptación de una autora viva. Pero bueno, la podemos matar. (sarcástica) –No, por favor. (el público sigue riendo) Yo recuerdo cuando estuve hablando con Philippe Roth que se quejaba de todas las adaptaciones literarias que se habían hecho de sus libros, me acuerdo que le dije “Philippe tú eres millonario ¿por qué vendes los derechos? Si no quieres que te las destrocen no los vendas, criatura.” En fin… Es curioso porque hay veces que una novela despierta un guion en ti. Yo recuerdo haber leído La Librería y pensar Florence soy yo. Pero también me parece que el cruce de disciplinas es lo que hace rica la cosa.
No sé si te apetece contar algo más de lo que está por venir en la producción de esta adaptación que harás de “Un amor” de Sara Mesa.
Las hipérboles son un coñazo, pero a mí Sara Mesa me parece una gran escritora. Me parece que tiene un tono y una ambigüedad que a mí me tocan profundamente, me parece fascinante lo que hace. Y Un amor es una novela redonda. También me planteo, siendo redonda ¿por qué quieres hacer la película? (ironiza) Cuando la leía pensaba en una actriz muy determinada y oía todos los diálogos con su voz, tuve una especie de flechazo místico. He hablado con Sara, ya le he comentado que algo la vamos a cambiar, le ofrecí si quería colaborar en el guion, pero ella está con otros trabajos, acaba de publicar otra novela La familia que es demoledora. Yo creo en esa cosa pasada de moda del flechazo.
Quiero rebobinar al principio de tu carrera y a la primera vez que viniste al festival. Si nuestro archivo no falla fue en el año 1988 con “Massa vell per morir jove” (Demasiado viejo para morir joven). ¿Qué significó para ti que tu primer largometraje fuera seleccionado en San Sebastián?
Un hostión que te cagas. Fue un momento de esos que te das cuenta que uno puede tener mucha ilusión y muchas ganas, pero que hace falta más que ilusión, ganas y cinefilia para hacer películas y bueno mi primera película es una película fallida, y que, además, todo lo que ahora parece una ventaja para las cineastas de hoy día, era en el momento en que era un Íncubo, una pesadilla para las cineastas de entonces, éramos una especie de cosa residual donde había muy poco respeto. Y si eras joven y mujer te trataban como “esta tía no tiene ni idea, adiós”. Luego tardé ocho años en hacer otra película.
Es curioso que menciones esto. El festival de San Sebastián, como otros muchos, lleva varios años produciendo una serie de informes de género y de mapeos de la industria contemporánea justamente para analizar qué sucede con la brecha de género, y una de las conclusiones más claras en apoyo al primer largometraje, o espacios formativos como escuelas de cine o laboratorios, la presencia de mujeres cineastas es mayoritaria, pero sin embargo el problema reside en la permanencia, la segunda película y la consolidación de toda una carrera. ¿Cuál es tu visión sobre esta cuestión?
Es la industria. Está claro que hay muchas mujeres haciendo cine, muchas directoras de fotografía, hay talento, hay profesionalidad… Pero hay una industria que te permite hacer una primera película que hable de madres primerizas, pero qué pasa con la segunda, y con la tercera. ¿Qué pasa con los grandes presupuestos?
Como a mí me parece que el cine es como una especie de milagro, pues a veces me da la sensación que por ello no me han pagado películas, quiero decir: he trabajado y rodando una película durante año y medio, y no me han pagado. Tengo algo que es tristemente muy hispana que es lo de quejarse y no reclamar, y creo que hay que aprender a reclamar y quejarse menos. Las mujeres tenemos que aprender a pedir, que es algo que no hacemos, y me incluyo.
Yo siempre pienso que mi carrera es un puto milagro porque soy una persona que tiene unas habilidades sociales limitadas, que mete la pata constantemente porque digo cosas inapropiadas… y viniendo de dónde vengo. Vengo de una familia obrera por los dos lados. Yo siempre recuerdo ese momento de Anthony Hopkins en el Silencio de los corderos diciéndole a Jodie Foster solo una generación la separa del hambre. Y yo pienso que me habla a mí. Mi abuela materna no sabía ni leer ni escribir, yo soy la primera persona en mi familia que ha ido a la universidad. Cuidado, que yo haya podido hacer cine… vengo de un páramo que me digo a mí misma “no está mal”. Esto me lo digo cuando me come el rollo quejica. Pero mi carrera es un milagro, de verdad que lo pienso.