Inland Empire
Inland Empire es extraña. Es casi imposible catalogarla y ni tan siquiera algunos se atreven a entenderla. Muchos la tildan de pretenciosa, de inexplicable o directamente se agarran al timo para defenestrarla y castigarla, pero ahí está. Permanece en el tiempo como un concepto nuevo; un experimento que utiliza nuestro cerebro como lienzo para dibujar cosas distintas, como si de un test de Rorschach se tratase, adaptado a cada individuo y alimentado por su propia predisposición para entender la obra, o para esbozar algo de entendimiento en torno a ella.
¿Intenta jugar con nosotros? ¿O hacernos parte del juego? Muchos todavía dudan del efecto Lynch. Desde cierto sector de la crítica y de forma global de usuarios cinéfilos, ese estilo pomposo y/o vende humo no deja de ser una burbuja demasiado autocomplaciente como para no tildarla de estúpida o innecesaria. Otros piensan lo contrario. Creen en él como creen en el estado cambiante en el individuo y contemplan su análisis de la parte oscura del ser humano como un instrumento onírico pero válido. Quizás su cine no sea tan irreal al fin y al cabo, aunque las formas si lo sean. Ese es el núcleo de su obra y se hace más intenso si cabe en su producto más extremo hasta la fecha: Inland Empire.
La irrealidad, la oscuridad, el descontrol y la extrañeza son los elementos en los que se basa nuestra cinta. Lo que empieza siendo un retrato diario de una actriz contrastada, tiempo atrás olvidada, pero nuevamente insertada en el camino a la élite hollywoodiense (cine dentro del cine), termina derivando en historias cruzadas alejadas en el tiempo y en el espacio en el que la irrealidad, la rabia, el odio, el dolor, la locura y la crueldad terminan por someter al espectador a cambios de planos alternos en los que finalmente se siente perdido, como la/s protagonista/s, entre la bruma, la pesadez y su propia indecisión (metáfora de la vida misma). Un retrato extremo y perforante del sufrimiento humano tomando como punto de partida, una vez más, la industria cinematográfica americana mostrando sus luces y sombras, sus lamentos y puntos de fuga.
Lynch pone piezas en el tablero y espera que las ordenes. No hay sentido aparente. No hay una línea que conecte todo, ni un camino ya prefijado. No hay horizonte, ni claridad. Tampoco esperes sentido en cada una de las escenas que se muestran en pantalla. Es complicada, pero puede captarse. La única forma o instrumento con el que cuentas son tus propias aptitudes, alejarte del pensamiento racional para adentrarte en la oscuridad, en un estadio repleto de sensaciones. Sensaciones sí. Este es otro tipo de cine muchachos, no es Nolan; aquí no hay inicio-desarrollo-desenlace, o al menos no se ve tan fácil. No hay que pensar complejo, sólo tienes que dejarte llevar. Se exige un visionado, un asentamiento de ideas para finalmente sacar conclusiones y quedarte con esa esencia final, con ese germen: ese es el núcleo de todo y su fin.
O te flipa o la odias. No hay término medio. Si eres fan de Mulholland Drive y de toda las atractivas idas de olla de Lynch (El hombre elefante, Una historia verdadera, Terciopelo azul y Twin Peaks ni se nombran, son totalmente básicas), Inland Empire es de esas piezas que te molará por el mero hecho de volver a experimentar ese aroma noir, inquietante y malsano. Si eres del otro grupo, de esos que buscan otras experiencias más didácticas, calmadas y/o básicas; esta no es la tuya. Es tan incomprensible y anárquica que puede resultar un ejercicio infinito y poco productivo para la mayor parte del público. Eso sí, una vez que entras, merece la pena, no sólo como película sino como viaje al centro del miedo sin más vehículo que tu propia inquietud e imaginación.
Abre la mente. Grita.
Calificación: 8/10
Título original: Inland Empire
Año: 2006
Duración: 176 min.
País: Estados Unidos
Director: David Lynch
Guión: David Lynch
Música: David Lynch
Fotografía: David Lynch, Odd Geir Sæther
Reparto: Laura Dern, Justin Theroux, Harry Dean Stanton, Grace Zabriskie, Jeremy Irons, Diane Ladd, William H. Macy, Julia Ormond, Karolina Gruszka, Krzysztof Majchrzak, Jordan Ladd, Mary Steenburgen, Laura Harring, Nastassja Kinski, Scott Coffey, Naomi Watts, Peter J. Lucas, Terryn Westbrook, Stanley Kamel, Jason Weinberg, Jan Hencz, Amanda Foreman, Kat Turner, Cameron Daddo, Kristen Kerr, Emily Stofle, Michelle Renea, Nae, Terry Crews, Weronika Rosati
Productora: Coproducción USA-Francia-Polonia; Studio Canal / Camerimage / Asymmetrical Productions