Hungry Hearts
Algunas relaciones nunca funcionan. Ya sea por el carácter de los participantes, su propia naturaleza o, simplemente, por la forma de pensar. Puede llegar a generarse una lejanía solemne fruto de las emociones contrariadas, aunque puras, inestables y del todo primarias que habitualmente nos invaden. El ser humano es así. Es capaz de sufrir injustificadamente hasta rozar la locura. Es capaz de encontrar fugas en la normalidad, generando heridas sin razón de ser, capaz de inventar mundos tejidos por dudas terribles e insustanciales encontrando en su propia frustración una vía hábil para liberarse. La locura está tan cerca de nosotros. Ten cuidado con las teclas que tocas o puedes terminar mal.
Hungry Hearts, película presentada dentro del SEFF 14 en Sección oficial, muestra ese proceso de eliminación de toda conciencia, de toda realidad; la forma en la que el ser puede llegar a sumirse en otra dimensión alternativa y enrarecida para escapar, para dejar de sufrir (o al menos intentarlo). A través del personaje de Mina (Alba Rohrwacher) y de su relación con Jude (Adam Driver), se muestra en primera persona el proceso de distanciamiento en la pareja cuyo desgaste progresivo y enrarecimiento progresivo se hace más latente con la aparición de su hijo. Ahí empieza a cambiar algo entre ellos, empiezan a joderse las conexiones de la relación. Ahí es donde aparece el problema, el conflicto; en el desarrollo y la crianza de su hijo. Por una parte esta ella, que lo único que hace es defender a su hijo alejándolo del mundo y de su maldad, aislándolo del entorno, incluso de su pareja, desconfiando del todo de esta en los cuidados del retoño. En el polo opuesto se encuentra su marido, una persona amable y enamorada, con un enfoque distinto al de su mujer, más abierta al resto del mundo, más justa y, sobre todo, más consecuente. No concibe ese hermetismo como una vía hábil para su hijo, no entiende la conducta de su mujer, en torno a la alimentación del bebé y sus cuidados (en general respecto a su salud). Eso le afecta, le carcome. Se convierte en el principal punto de conflicto, en el foco de dolor, en la razón de ese distanciamiento. Ahí es donde se separan los caminos. Aunque pensándolo bien, nunca estuvieron del todo juntos.
El amor es secundario a veces, se olvida, se fuga; ahí es cuando la oscuridad nos invade. Hungry Hearts se encarga de transmitir ese agobio en evolución, esa tensión injustificada (no totalmente) e irreal, sufrida por la pareja protagonista, con una maestría y recursos más que suficientes consiguiendo que te sientas peor de ánimo y más en tensión a medida que avanza la historia. Consigue crear una ambientación sórdida utilizando tanto los recursos interpretativos de los protagonistas, los cambios de plano (forzados, inverosímiles) y el sonido; eliminando todo rastro de humanidad dentro de los límites del apartamento, transformando la calma en enfermedad, extinguiendo tanto lo bueno como lo malo. Salvando las distancias, podríamos estar hablando de una continuación natural de «la trilogía del apartamento» de Roman Polanski (Repulsión–La semilla del diablo–El quimérico inquilino, 1965-1968-1976) tomando como premisa principal aquello de: aislamiento + apartamento = locura paranoide. Un proceso de deshumanización ambiental teñido en dolor y sufrimiento. Una fría y cautivadora estampa de la sordidez humana tejida a base de desesperación y miedo. Experiencia ambiental y absorbente.
Sus principales puntos fuertes radican en la cercanía respecto al espectador y la potencia en las interpretaciones, mostrando una eficiencia inusual y sobresaliente, una calidez en escena digna de recordar. Tanto Driver como Rohrwacher están inmensos, espectaculares, logran encogerte el corazón y ejemplificar la inestabilidad humana con un temple y naturalidad aplastantes. Sus miradas, sus gestos, sus gritos y, de forma global, su relación resulta tan real que se puede tocar con los dedos; se siente su estupor en cada escena, en cada milímetro de su cárcel mental (su apartamento). Lo que menos importa al final es el bebé, lo que más es la lucha de egos entre ambos. El único defecto de la cinta, quizás, sea la pérdida de gas que sufre la historia en el último tramo, dejando en el camino esa chispa inicial entre personajes, llegando a resultar del todo previsible. No logra cerrar el círculo, sufre un bajón y pierde las buenas formas iniciales. Llega a resultar demasiado común. Una lástima.
Trabajo recomendable y atípico. Si buscas algo distinto no te defraudará. Cala brutalmente en tu conciencia, consigue llegar a tus sentimientos primarios eficazmente. Una buena muestra de lo cerca que está el amor del odio, la luz de la oscuridad. La gente cambia. Ya no crecen las flores en el ático….
Calificación: 6/10
Título original: Hungry Hearts
Año: 2014
Duración: 109 min.
País: Italia
Director: Saverio Costanzo
Guión: Saverio Costanzo (Novela: Marco Franzoso)
Fotografía: Fabio Cianchetti
Reparto: Adam Driver, Jake Weber, Natalie Gold, Toshiko Onizawa, Victor Williams, Alba Rohrwacher, David Aaron Baker, Roberta Maxwell, Victoria Cartagena
Productora: Wildside Media / Rai Cinema / Ministero per i Beni e le Attività Culturali (MiBAC)