High-Rise
Las películas extrañas siempre generan confusión en la gente y terminan por dividir al público en dos bandos claramente diferenciados y que terminan lanzándose dardos envenenados y, muchas veces, defendiendo argumentos estúpidos solamente para intentar tener razón. Ben Wheatley ha agarrado un libro de J. G. Ballard (el mismo escritor de Crash y El imperio del Sol) para intentar adaptarlo, con una guionista que le habrá costado sudores fríos desgranar cada capítulo para llevarlo a las pantallas. Tenemos ejemplos relativamente cercanos (en tiempo) y conocidos sobre este tipo de adaptaciones, libros difíciles que han sido lanzados al cine con más o menos acierto: Enemy y Puro Vicio. Cabe destacar que yo soy muy fan de ambas adaptaciones, porque consiguieron crear en mi cabeza una red hilada sobre cuál considero que es la historia, ya que no se muestran de ni manera lineal ni de manera clara. High-Rise es diferente, porque tiene un inicio que hace entrever que es bastante fácil de seguir, pero llega un punto de inflexión donde la cabeza se vuelve loca.
El doctor Robert Laing (Tom Hiddleston) se traslada a la torre Elysium, un rascacielos de cincuenta plantas donde parece ser que existe la sociedad ideal. Fiestas, piscina, alcohol y diversión cada noche hacen ver que se está en la perfección, sin embargo no tardarán en darse cuenta que algo se oculta en las plantas bajas del rascacielos. Una lucha de clases que se va desarrollando de una manera básica, con ostentaciones para las clases altas y delirios para las clases bajas con una simple separación de una planta, y que de repente genera conflictos que acaban desembocando en un puro apocalipsis. Un camino de rosas que termina con más espinas de las deseadas y pinchará el globo sonda que Wheatley dibujó en el espectador para llegar a ser inentendible.
Hay talento en los aspectos técnicos, la fotografía es buena teniendo en cuenta que transmite cierta oscuridad con los planos, los actores tampoco es que sean un horror, la dirección tampoco es mala, el problema radica en la historia. Inicialmente se crea tensión por conocer qué está pasando en el edificio, porqué la gente reacciona así, qué problemas cosecha… hasta que Robert es invitado por el director a subir a la última planta, donde el plano que muestra la riqueza y la soledad, la gran caída que se vislumbra, hace que el sentido común caiga durante esas cincuenta plantas hasta estrellarse a gran velocidad en el suelo. Delirios de grandeza, paranoias que ni de broma te llevan por el camino de conocer qué está ocurriendo, comportamientos más propios de ritos satánicos con posesiones que de gente buscando igualdad (o venganza en este caso), niños deambulando y observando coitos, espías de ventana,…. Toda esa hora que queda es para practicar caída libre sin paracaídas. Ni la realidad de las escenas macabras y obscenas pegan nada con lo que se quiere transmitir, ni la sangre fría de la actuación de ciertos secundarios consiguen aflorar los sentimientos tan aplastados que se generaron. Una pérdida de tiempo donde habrá gente que consiga descifrar el enigma que Wheatley nos enseña, pero que un servidor no ha conseguido ni ver un ápice de sentido común, y que, si no fuera porque está bien tratado el aspecto técnico, habría abandonado la sala.
Calificación: 2/10
Año: 2015
Duración: 118 min.
País: Reino Unido
Director: Ben Wheatley
Guion: Amy Jump (Novela: J. G. Ballard)
Música: Clint Mansell
Fotografía: Laurie Rose
Reparto: Tom Hiddleston, Sienna Miller, Jeremy Irons, Luke Evans, Elisabeth Moss, James Purefoy, Keeley Hawes, Reece Shearsmith, Peter Ferdinando, Sienna Guillory,Stacy Martin, Enzo Cilenti, Augustus Prew, Tony Way, Dan Renton Skinner
Productora: Recorded Picture Company (RPC) / British Film Institute (BFI) / Film4 / Embargo Films