Festival de San Sebastián 2018 (Día 8)
La última jornada de festival ha comenzado con Blind Spot, ópera primera de la actriz sueca Tuva Novotny y último largometraje a concurso de la Sección Oficial. La película se centra en las dificultades de unos padres por intentar entender las decisiones de su hija adolescente, teniendo aquí la enfermedad mental un peso importante. Rodada en un solo plano secuencia -que se tuvo que repetir en tres ocasiones- la cinta presenta a una niña que, tras venir de dar clases de balonmano y hablar con una amiga sobre sus deberes, llega a su casa, saluda a su madre, cena un bocadillo, llama a su padre por teléfono y se tira por la ventana. A partir de ahí, y sin romper en ningún momento el plano, la protagonista de esta historia pasa a ser la madre, que es quien soporta los duros momentos posteriores. Cuenta Novotny que escogió a actores no profesionales para dar así más credibilidad al relato, un aspecto positivo a destacar, así como la decisión de rodar en un solo plano secuencia, y es que tal y como ella ha reconocido en rueda de prensa, con ello quería mostrar de la mejor forma -y siendo lo más veraz posible- unos duros acontecimientos sin necesidad de dramatizar absolutamente nada y no caer en ningún tipo de sensacionalismo. En un conjunto, Blind Spot es bastante fría, pero también necesaria, para así conocer cuál es el sufrimiento de estas personas y tratar de entender qué les lleva a cometer la fatal decisión de acabar con su vida.
Enmarcada en la sección Perlas se proyectó el último trabajo del director catalán Jaime Rosales, Petra. La protagonizan Bárbara Lennie, Marisa Paredes, Joan Botey y Alex Brendemühl, y narra la historia de Petra (Bárbara Lennie), quien no conoce la identidad de su padre y cuyas sospechas la conducen hasta la casa de una familia. El trasfondo de la historia es bastante dramático, una especie de tragedia griega, si no fuera porque Rosales plantea las escenas, los diálogos y las interpretaciones de manera cómica, como si de una película francesa al estilo Rohmer se tratase, lo que ha provocado carcajadas durante la proyección, dando la sensación de incertidumbre ante la extrañeza que se muestra. En resumen, Petra posee una curiosa trama, un destacable reparto y aspectos cuidados en su decoración y puesta en escena, pero en el fondo no termina dejando huella, sobre todo debido a esos jocosos momentos que tanto desconcierto produce.
Por último, Bad Times at the El Royale, segundo largometraje del realizador estadounidense Drew Goddard, tras su aplaudida La cabaña en el bosque (2012), que se ha presentado en Sección Oficial fuera de competición. El argumento gira en torno a siete desconocidos que se reúnen en el Royale, un decadente hotel con un pasado lleno de secretos, durante una frenética noche en la que se descubrirá el pasado oculto de cada uno de ellos. El entusiasmo del público al finalizar la proyección confirma que se trata de uno de los filmes más originales que han pasado por esta edición. Con ecos del cine de Tarantino, desde el principio ya se evidencia que no va a dejar indiferente a nadie, apostando Goddard por personajes marcados por las huellas pasadas y que tienen mucho de que callar. Interesante es su puesta en escena, con decisiones como grabar desde distintos ángulos una misma secuencia, pues cada uno de los personajes está grabado desde un punto de vista distinto para finalmente llegar a la conclusión de que a todos les une algo esa noche. Este aspecto se une a la atractiva unión que el director plantea entre el pasado y el presente de los personajes, conformando así una película notable, donde brillan las interpretaciones de todos y cada uno de los actores del reparto, quienes dan vida a personajes llenos de pretéritas miserias y frustraciones. Una propuesta que no cae en los clichés de las convencionales películas de intriga y acción.