Festival de San Sebastián 2018 (Día 7)

El antepenúltimo día de Zinemaldia comenzó para quien esto escribe con el visionado de un título de la siempre interesante sección de New Directors. En este caso con The Third Wife, primer largometraje de la directora vietnamita Ashleigh Mayfair. Ambientada en el Vietnam rural del siglo XIX, la película refleja cuáles son las circunstancias de una joven que, con 14 años, se plantea casarse con un hombre adinerado y se obstina con la idea de tener un hijo varón como única opción para ascender de posición social y salir de su pobreza, lo que le llevará a su despertar sexual que terminará desencadenando en un amor prohibido. La puesta en escena muestra un ambiente muy oscuro donde todo se encuentra bastante medido y controlado, reflejando cómo era todo ese entorno dentro de la sociedad vietnamita de esa época donde importaba más la posición social de alguien con quien te vayas a casar que el hecho de conocerlo antes. Es esta una de las características que están reflejadas con mayor acierto a través de escenas que generan cierta emoción en la historia. Lástima que el ritmo durante todo el metraje no esté a la altura de una trama que, además, conforme avanzan los minutos termina resultando insulsa y convencional.

Seguidamente le llegó el turno al tan ansiado nuevo filme del director Isaki Lacuesta, Entre dos aguas, enmarcado dentro de la Sección Oficial. El cineasta, que ya ganó la Concha de Oro en 2011 con Los pasos dobles, recupera ahora a los personajes protagonistas de su documental La Leyenda del tiempo (2006), Isra y Cheíto, para reflejar cómo ha pasado el tiempo por encima de ellos y cómo han evolucionado esos niños doce años después. Unos niños de etnia gitana que reconocían tener sueños, como ser guardia civil (en el caso de Isra) o vivir tranquilamente en la isla de San Fernando (en el caso de Cheíto), pero que más tarde se han convertido en adultos y tales ansiados deseos se disiparon, quedándose ambos anclados en un presente donde en sus vidas impera la inercia y la ausencia de sorprersas. Todo lo que ahora tienen ha sido marcado por las decisiones tomadas, equivocadas y acertadas. pero decisiones propias al fin y al cabo. Doce años después, Isra acaba de salir de la cárcel y su hermano Cheíto vuelve de una misión en la Infantería de Marina donde está alistado. Desde ese momento se evidencia la posición que diferencia a los dos hermanos: a Isra le ha ido mal en la vida por acciones equivocadas en un pasado y su hermano Cheíto decidió encauzar un camino y lleva una vida tranquila. El proceso de reinserción después de salir de la cárcel será difícil, Isra deberá afrontar la no aceptación de su mujer y de parte de su familia, además de tener que buscar trabajo cuanto antes. Por ello, la obra de Lacuesta nos habla sobre el hecho de asumir responsabilidades y cargar con las culpas, en un retrato donde la crudeza siempre está presente, pues se muestra el sufrimiento de un expresidiario al que su familia le da la espalda y solo le queda el apoyo de su hermano, y que incluso recurre al tráfico de drogas para conseguir dinero fácil y ser aceptado por los demás. Dura realidad social acerca de personas que al salir de prisión observan cómo la vida no le da oportunidades verdaderas para poder reinsertarse de forma positiva en la sociedad, y de cómo está lo arrastra hacia el ostracismo de una forma despiadada. Como en el cine quinqui español, los protagonistas no son actores profesionales, lo que le otorga al filme una verdad y credibilidad en sus diálogos que con actores profesionales difícilmente se conseguiría. Precisamente otra de las claves es el acento gaditano de estos personajes que -aunque cierto público se quejó de que no se entendían algunas conversaciones- es muy necesario para ser absolutamente veraces con lo que se quiere reflejar. Y aunque es cierto que el metraje puede ser algo excesivo, sinceramente, Entre dos aguas es una de las joyas de esta edición.

Por último destacar una pequeña obra enmarcada dentro de la sección de Horizontes Latinos, se titula Enigma y supone el primer largometraje del director chileno Ignacio Juricic Merillán, quien relata la historia de una familia que nueve años atrás perdió a una de sus hijas víctima de un asesinato. Transcurridos ese tiempo y a causa de un programa especial de televisión sobre el asesinato de la chica, la familia volverá a cargar con el peso de la culpa una vez más. La película la protagoniza la matriarca de la familia, interpretada con rigor por la actriz chilena Roxana Campos, y es el reflejo del dolor producido cuando el tormentoso pasado vuelve para desestructurar mentalmente la vida de una familia ya recuperada. Enigma realiza una dura crítica a cómo los medios de comunicación se aprovechan de las tristezas de pobres familias, con muertes a sus espaldas, para obtener a cambio beneficios económicos derivados de las audiencias televisivas de sus programas. Precisamente uno de los momentos más decisivos del filme -que evidencia esta crítica al sensacionalismo televisivo- es cuando la madre acude a televisión para participar en el especial sobre su hija y es testigo del circo que se monta con su desgracia a cambio de buenos datos de audiencia. Una pequeña película que merece ser visionada.

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