Festival de San Sebastián 2017 (Día 4)
Primer día de lluvia intensa en la 65 edición de Zinemaldia. Lo que no impidió que siguiésemos disfrutando del buen cine, eso sí, con las indumentarias mojadas. Mi maratón del lunes comenzó con Licht, cinta austriaca que compite en la Sección Oficial. Está dirigida por Barbara Albert, quien ya estuviera compitiendo en San Sebastián con Die lebenden, su anterior obra, y se encuentra basada en hechos reales. Los acontecidos en Viena en 1777, donde vivía Maria Theresia Paradis, una excelente pianista de tan solo dieciocho años de edad y ciega desde los cuatro. Tras recibir innumerables tratamientos, a cual más variopinto y excéntrico, y no obtener resultados favorables, sus padres deciden llevarla hasta el médico Franz Anton Mesmer, creador de la doctrina del magnetismo animal (hoy conocida como mesmerismo) y cuyas prácticas no serán bien vistas por la comunidad médica de la época.
Este debate entre la medicina científica y la parapsicología, el ocultismo o las terapias alternativas eran frecuentes en el siglo XVIII, y tales discusiones se nos presentan en la película, como igualmente hiciera hace poco Albert Serra en La muerte de Luis XIV. El machismo de la época o el dilema de los artistas para conjugar su vida personal con la profesional son otros de los asuntos que aquí se trata. Brillantemente cuidada la recreación histórica, así como el vestuario, maquillaje y decorados. Como también los diálogos y expresiones que utilizan los personajes, acordes a su contexto. Maria-Victoria Dragus es la protagonista absoluta, acaparando casi todos los planos y realizando una actuación muy loable. En líneas generales, Licht no me ha entusiasmado en demasía. Me ha resultado correcta, sin más.
You Were Never Really Here es la última película de la realizadora escocesa Lynne Ramsay. Basándose en la novela de Jonathan Ames, Ramsay elabora una extrañísima y muy curiosa obra en donde la estética jugará un papel fundamental. La fotografía, el montaje o el uso de la banda sonora son elementos esenciales aquí, los cuales se utilizan notablemente. La trama sigue a un veterano de guerra que desea suicidarse a toda costa, que cuida a su anciana madre y al que le atormenta continuamente varios momentos vividos en su infancia y en su paso por las batallas bélicas. En su camino se le cruzará un senador que le encomienda la misión de rescatar a su hija menor desaparecida. Dicho veterano es Joaquin Phoenix (barbudo para la ocasión), que le va como anillo al dedo el personaje. Con la mirada perdida y cicatrices en cuerpo y mente, hemos de decir que Phoenix lo borda.
En realidad, nunca estuviste aquí (su título traducido al español) siempre te sorprende, aunque intuyas qué podría ocurrir a continuación finalmente te acabará asombrando. Eso sí, Ramsay está convencida de lo cool que es, y se le aprecia demasiado que ha creado su obra pensando en los jurados y críticos de festivales. Lo que no quita que aplaudamos el mérito de haberse arriesgado con tal propuesta, y que no sienta ningún tipo de temor a que el espectador se vaya insatisfecho de la sala porque no se les han resuelto todas sus preguntas. Su proyección se enmarca dentro de la sección Perlas. Y en el pasado Festival de Cannes recibió dos galardones: el de mejor actor y mejor guion.
Con muchos interrogantes salimos también de La cordillera, que se estrena en salas españolas este mismo viernes. El argentino Santiago Mitre, responsable de las aplaudidas El estudiante (2011) y La patota (2015) regresa ahora con la película más costosa y ambiciosa de su filmografía. Con un reparto de lujo, la cinta nos sitúa en una crucial Cumbre de presidentes latinoamericanos que se celebra en Chile, siendo el Presidente de la Nación Argentina nuestro protagonista principal. Lo que en un principio parece un drama político al uso, pronto tomará rumbos altamente insospechados (con sesiones de hipnosis incluida). Me atraen bastante estos devaneos que poco o nada aportan realmente a la propia trama, más si tenemos en cuenta lo que le importan a Mitre en su desenlace, y es más, me resultan hasta inquietantes y divertidos, aportándole originalidad al asunto. El problema es que nunca me llego a creer que estoy presenciando una Cumbre y mucho menos que el grande de Ricardo Darín sea el presidente de Argentina. El juego que propone Mitre me mantiene enganchado hasta el final, aunque no sé si eso es suficiente.
Dentro de la sección Nuev@s Director@s pude visionar dos obras. Primero la filipina Pailalim, que la dirige el neófito en largometrajes Daniel Palacio y que viene avalada por la producción de su profesor en la escuela de cine, el veterano Brillante Mendoza. Se nos cuenta la mísera vida de una pareja y su hija enferma, que habitan en el interior de un cementerio de manera ilegal, siempre con el temor de que en cualquier momento les van a volver a echar de allí. La desesperación de estos padres para poder pagarle el hospital a su hija será la base principal es la que se construya la narración, entre el drama y el suspense. La cámara se sitúa casi a ras de suelo, con nervio, temblor. Parece que convulsiona, al igual que la pobre niña de la historia. Sin miedo a poder caer en la reiteración sigo sosteniendo que este cine es bastante necesario. Deben seguir habiendo directores y productores que se animen a hacerla, programadores que quieran exhibirla y espectadores que deseen verla. Un cine incisivo, punzante, que duele.
Y segundo la belga Cargo (Gilles Coulier, 2017), en la cual tres hermanos deberán resolver sus problemas personales ante un acontecimiento importante que les incumbe a los tres: su padre se encuentra en un profundo coma tras tener un accidente con el barco. La homosexualidad, la migración o la soledad de los menores que nacen en pueblos empobrecidos son algunos de los temas que se cuelan en esta obra que merecía menos dispersión y algo más de una trama que se recrea en lo obvio.