Entrevista con William Miller

William Miller da vida a Hugo en Los miércoles no existen

Aunque mucha gente no lo sepa, William Miller (Windsor, Inglaterra, 1978) lleva veinte años dedicado en cuerpo y alma a la interpretación. Muchos todavía lo recordarán como Mike, más conocido como «My Darling», el bohemio inglés que enamoraba a la rebelde Inés Alcántara (Irene Visedo) en Cuéntame cómo pasó, pero lo cierto es que este intérprete tiene un amplísimo recorrido en todos los campos y medios. En cine hemos podido verlo en cintas como Rottweiler (2004), Águila Roja. La Película (2011) o la mexicana 5 de mayo. La batalla (2013), aparte de en multitud de cortometrajes.  Consumado cantante, formó parte del elenco sobre las tablas de 40. El Musical, y ha dedicado muchos de sus esfuerzos también al mundo de la música en bandas como Raw, Candymen y más recientemente Deniro, un interesantísimo conjunto de rock donde fue vocalista y con quien grabó dos discos, El extraño disfrazado de normal y De héroes y gobernantes. Pero sin duda es la televisión la que más popularidad le ha otorgado gracias sus apariciones en ficciones como Hispania, Un paso adelante, ¿Hay alguien ahí? y la reciente Isabel, donde interpretaba a Beltrán de la Cueva, mano derecha de Enrique IV de Castilla y después también de la católica soberana.

Trilingüe en inglés, español y catalán (ha llegado a rodar incluso en gallego, en la miniserie Mar libre a las órdenes de Dani de la Torre, en auge gracias a El desconocido) y muy centrado ahora en su gran pasión, la interpretación, William es un profesional que se mueve a caballo entre diferentes países e idiomas siempre en busca de un buen personaje y una oportunidad para demostrar su talento. Hace cinco años encontró una de esas oportunidades que llegan una sola vez en la vida, en forma de una función de teatro llamada Los miércoles no existen. El resto es historia: Mundo Crítica se ha reunido con él para hablar sobre la adaptación cinematográfica de este texto de Peris Romano, que ya triunfa en la taquilla española y en la que William repite el mismo personaje que interpretó sobre las tablas. Las excelentes críticas que está recibiendo por su interpretación y la buena acogida de la película en todos los ámbitos le hacen feliz, y eso se nota en el entusiasmo que desprenden sus respuestas mientras conversa con nosotros, café mediante en una terraza del centro de la capital, con palabras que denotan una genuina humildad y un contagioso entusiasmo por su trabajo.

Ha sido un lujo poder charlar un rato con William y transmitiros todo lo que nos ha contado:

Después de tanto tiempo haciendo la función de teatro (Los miércoles no existen acaba de comenzar su quinta temporada en Madrid), ¿cómo recibiste la noticia de que por fin se iba a convertir en película?

Yo estaba en Los Angeles y me llamó Peris (Romano, el director y guionista de Los miércoles no existen) para decirme que ya teníamos productor y que la película iba para adelante. Obviamente, me alegré mucho. Él me dijo después que iba a ser difícil que pudiéramos estar todos los que hacíamos la función. Yo llevo veinte años trabajando en esta industria, sé cómo funcionan las cosas y ya me lo esperaba. Peris lleva mucho tiempo peleando por sacar adelante otra película después de Ocho citas (2008), así que le deseé lo mejor y, si yo no podía estar, pues adelante con todo igualmente, porque hay que estar ahí para apoyarle. Y al final me llegó la sorpresa de que sí estaba en el reparto y fue una alegría muy grande, aunque también me quedó una sensación agridulce porque es un viaje que hemos hecho muchos compañeros durante mucho tiempo, pero el reto era hacer una película y me gusta pensar que los otros actores de la obra están contentos de que al menos estemos dos, Gorka y yo, y dejemos el pabellón bien alto.

¿Cómo definirías a tu personaje, Hugo?

Creo que es un eterno Peter Pan, un niño atrapado en el cuerpo de un hombre. Por desgracia para él está llegando a un momento en la vida en que hay que tomar decisiones acerca de por dónde va a seguir uno. Esos 30 años es el momento en que empiezas a tomar decisiones que van a marcar el resto de tu vida, tanto de relaciones, amistades, trabajo… No se puede ser un niño siempre. También es un personaje que lleva toda la vida intentando complacer a la gente: a ellas con lo que intenta complacerlas, y a sus amigos diciéndoles lo que cree que quieren escuchar. Quiere caer bien, quiere gustar. Y al final uno tiene que ser sincero consigo mismo y darse cuenta de que tiene que hacerse esas mismas preguntas a sí mismo: ¿Qué es lo que quiero yo? ¿Qué me gusta a mí? Hugo entra en esa vorágine de crisis existencial (risas)

¿Qué ha sido lo más difícil de interpretar este personaje en el cine?

La contención. En teatro todo es mucho más grande porque tienes que llegar hasta el último espectador que haya en la sala. En cine todo ha de ser mucho más pequeño porque la pantalla es muy grande y todo se ve, y hay que controlarlo mucho. Tuvimos una lucha muy grande para ver hasta dónde «bajábamos» al personaje de Hugo. Yo no quería bajarlo demasiado porque, si funcionaba así de bien en teatro, había que dejarlo arriba. Si no, matábamos esa cosa tan grande que tiene el personaje, y hubo mucha discusión allí hasta que llegamos a un consenso, que fue probarlo arriba y, si veíamos que no funcionaba, siempre se podía «bajar» un poco.

La música tiene un peso enorme en esta historia y los números musicales llaman mucho la atención. Creo que además habéis cantado todo en directo…

Sí, todo lo que se oye es en directo. Peris lo quería así. La música en la película es el subtexto de lo que va pasando con los personajes, nos explica sus emociones y el momento por el que están pasando. Era importante que todo fuera en directo para conseguir transmitir esa emoción.

¿Cómo fue la interacción con los actores que se incorporaban nuevos a la película sin haber pasado previamente por la función teatral (Inma Cuesta, Eduardo Noriega, etc)?

Lo bonito de Los miércoles no existen en teatro es que siempre se da la oportunidad a los nuevos actores que se incorporan para proponer su propia visión de Mara, Hugo, César, Pablo, Irene… hacer el personaje que ellos quieran hacer. Mi personaje, Hugo, también lo han interpretado Nacho Rubio, Daniel Guzmán, Daniel Muriel… y sus Hugos no se parecen en nada al mío. Eso es lo bonito de este proyecto desde el principio, tener un mismo texto y ver cómo un actor puede transformar un mismo texto en algo totalmente diferente. Gorka y yo llevábamos con estos personajes incluso desde antes de Los miércoles no existen, porque hace años hicimos un corto con Peris que luego se convertiría en la escena «Trío» de la obra y la película, y estamos muy familiarizados con esta historia y estos personajes. Con los compañeros nuevos, uno puede pensar que se puede relajar porque ya conoce muy bien el texto, pero es necesaria esa escucha entre los actores, porque su reacción va a ser distinta a la de cualquier otro, y han puesto cosas nuevas encima de la mesa que han sido maravillosas, así que ha sido como empezar todo otra vez de nuevo. Cuando entra gente nueva surgen siempre cosas nuevas, y eso ha sido lo bonito de este trabajo.

William Miller en un divertido momento musical de Los miércoles no existen

 ¿Crees que era importante que en la película, a diferencia de la función teatral, las historias sí tuvieran un final mucho más claro?

A mí me gusta que se haya cerrado ese círculo, porque para mí hacer la película ha sido también como cerrar el círculo de todo este viaje. Saber qué pasaba después ha sido bonito. Me parece un final bonito para Hugo también, porque seas como seas, al final si te atreves, eres valiente y decides dar el paso y arriesgarte (aunque a lo mejor no sepas lo que quieres), la vida es maravillosa. Eso no quiere decir que luego no vaya a pasar nada después, pero hay que atreverse, hay que pelear. Yo, en este momento de mi vida personal, también necesitaba ver ese final.

¿Cuál crees que es la clave del éxito continuado de Los miércoles no existen, ahora también en el cine?

Yo creo que tiene que ver con que ha sido un trabajo durísimo por parte de una serie de gente que ha puesto mucho esfuerzo en esto, mucho amor, muchas ganas, desde que se empezó en plan cooperativa sin cobrar nada. Me gusta pensar que todo ese esfuerzo al final tiene recompensa, sea la que sea. En cuanto al éxito profesional que pueda tener, yo creo que son historias con las que se puede identificar todo el mundo, da igual la edad que tengas. Las relaciones entre un hombre y una mujer, un hombre y un hombre, una mujer y otra mujer… son las mismas desde hace siglos y siglos. Los problemas son los mismos, solo que estamos en una sociedad un poco más inmediata en la que acabar con una relación no está tan mal visto, pero estas situaciones se planteaban antes igual. Las soluciones que se daban eran otras, pero cualquier generación se puede identificar con ellas. Para gente de mi generación o gente más joven refleja también un momento que estamos viviendo ahora: la dificultad de enfrentarse a un mundo en el que no hay oportunidades y cómo lidiar con eso.

¿Qué ha significado para tu carrera Los miércoles no existen? ¿Qué te ha aportado?

Sobre todo me ha aportado una familia. Todos los que hemos pasado por el proyecto tenemos una relación muy estrecha. Me ha aportado amigos increíbles. Y a título personal me ha permitido hacer algo que siempre he querido y amado hacer, que es comedia. A veces no te dejan hacerlo, porque no saben o no te han visto, y si no te han visto significa que no sabes hacer comedia. Para mí ha sido la oportunidad de poder trabajar, y por otra parte abrir los ojos a mucha gente. Hay muchos actores ahí fuera que trabajamos día a día, nos lo curramos muchísimo, llevamos años y años en la brecha y… ¡somos actores! Podemos hacer más de lo que la gente piensa. Somos actores, actuamos, hacemos personajes, y aunque no se sea la cara reconocida del momento, hay gente muy buena ahí fuera. Me alegro de que con esta película haya habido una respuesta tan buena conmigo, porque yo soy uno de esos actores de pico y pala que lleva sobreviviendo durante años, y demostrar que alguien de profesión puede estar a ese nivel creo que es importante. No solo para mí, sino para todos esos compañeros con los que me identifico, que están en el Microteatro, o en salas enanas, o en la calle haciendo teatro de calle, y que son gente estupenda, maravillosa y talentosa, pero no se les brinda la oportunidad de demostrarlo.

¿Cómo ves la situación del cine español? Cada vez es más difícil levantar los proyectos y contar después con una buena promoción…

Creo que grupos como Mediaset o Atresmedia están haciendo bien las cosas, porque están convirtiendo la industria en industria. Están apostando por proyectos que saben que la gente quiere ver y les están dando la promoción necesaria para que puedan competir con el mercado de fuera. Eso es industria, apostar por el cine como un negocio, como algo que nos haga ganar dinero. Sí, vale, lo que hacemos es arte, pero si yo me meto a producir o dirigir no es para que la película la veamos mis amigos y yo en casa, sino para que la vea la gente. ¡Si hasta Van Gogh se pasó la vida intentando vender cuadros! No los hacía para él. Nosotros esto lo hacemos para entretener a la gente, para que rían, para que lloren, para que piensen… de acuerdo, es arte, pero también es un negocio y debe entenderse como tal. Hay que apostar por películas de arte y ensayo, por supuesto, siempre, pero hay que hacer películas que interesen a la gente, a nuestro público. Y el público de España es el público de España. Y no vale criticar lo que viene de fuera, lo americano, y decir que porque es americano es malo cuando las salas se llenan de miles y miles de personas. Vale que tienen mucho más tirón promocional, pero al final la gente va a ver esas películas de todas formas. El cine español también lleva mucho tiempo relacionándose con algo malo. Tampoco estoy de acuerdo. Creo que se están empezando a hacer cosas de mucha calidad, con historias muy diferentes, comerciales… que «comercial» no tiene por qué querer decir «malo»… me viene a la cabeza El desconocido (Dani de la Torre, 2015), hecha con mucho menos dinero del que tendría una película americana para hacer lo mismo. Pero la industria tiene que convertirse en industria. Tenemos que conseguir una ley de mecenazgo que nos sea propicia y que sea justa. Tenemos que dar beneficios fiscales para que vengan aquí rodajes de fuera y podamos convertir España en un plató natural. Aunque algunos actores no podamos trabajar en ciertos idiomas, da igual, pero eso va a dar dinero y sobre todo va a generar trabajo para los que trabajan detrás de las cámaras, que son más que nosotros, y mucho más importantes. Eso genera riqueza y genera que se hagan más películas aquí. En el caso de Los miércoles no existen, eOne está apostando mucho por nosotros y nos está dando mucha promoción, aunque hayamos estrenado con menos de la mitad de copias que otras películas. La promoción es esencial y hoy en día hay que gastar mucho más. Ya puedes tener la mejor película del mundo, que como no la promociones bien no va a verla nadie.  Y Atresmedia y Mediaset están haciendo eso muy bien. Si la ley de mecenazgo fuera diferente a lo mejor podríamos tener otras empresas o grupos interesados en distribuir películas interesantes.

Mara (Inma Cuesta) y Hugo se encuentran en un videoclub para tratar un delicado asunto en una escena de Los miércoles no existen
Mara (Inma Cuesta) y Hugo se encuentran en un videoclub para tratar un delicado asunto en una escena de Los miércoles no existen

¿En qué proyectos te vamos a poder ver próximamente?

Acabo de llegar de Asia, donde he estado trabajando en una película de terror que se llama The Medium. A finales de año estreno una película en EEUU que se llama Ruta Madre y es una comedia, y también a finales de año estreno una película mexicana de Rafa Lara, con quien ya trabajé en 5 de Mayo. La batalla, que se llama El tamaño sí importa. Haré también algunas funciones de Los miércoles no existen. Volver a casa un fin de semana siempre está bien (risas). He empezado también a escribir y producir. Tengo un corto, En Alabama sí, que se va a estrenar en la Sección Oficial del Festival Internacional de Gijón, y empiezo ya a rodar en Almería un personaje que me ha salido en una película americana sobre la Guerra de Irak, con Kate Mara.

¿Hay algo que aún no hayas hecho en tu carrera y te gustaría poder hacer en el futuro?

Si pudiera elegir, me pasaría el resto de mi vida haciendo comedia. Con este personaje, Hugo, la gente me para por la calle para decirme lo mucho que se han reído conmigo. Creo que la expresión más dulce que se puede ver en la cara de una persona es cuando está riendo, y me encanta poder hacer eso. Creo que se me da bien, además, la imaginación me fluye muchísimo cuando estoy haciendo comedia y es mi género favorito por encima de cualquier otro.  También me gustaría hacer un malo, malo (risas) Ya hice uno en 5 de mayo. La batalla, pero bueno, era un malo un poco bobo. Realmente lo que quiero es trabajar. Si me viene trabajo, bienvenido sea. No he podido elegir nunca y no creo que pueda empezar a hacerlo ahora. Un actor tiene que tener muy claro que estamos al servicio de otros para que cuenten sus historias, y hay tantas maneras de contar historias como personas hay en el mundo. Y aunque no coincidas con una manera de contar esas historias, como actor estás al servicio del otro para contar esa historia de la manera que él quiera. Somos herramientas para eso. Así que… que me manden historias y me digan cómo quieren contarlas (risas)

William, muchísimas gracias por hablar con Mundo Crítica. Te deseamos muchísima suerte en tu carrera.

Gracias a vosotros.

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