Entrevista a Manuel Martín Cuenca
A las 19:00 horas del día de ayer tuvo lugar en el Teatro Principal la proyección para la prensa de El autor, el último filme de Manuel Martín Cuenca. Viene de ganar el Premio FIPRESCI en el Festival de Toronto, concursa ahora en Sección Oficial del Festival de San Sebastián y está llamado a ser uno de los títulos españoles del año. Nos recibe el propio Martín Cuenca (1964, Almería) en uno de los habitáculos del hotel María Cristina que en estos días se habilitan para precisamente poder realizar entrevistas. Esta mañana ha sido el pase para el público general y al mediodía ha tenido lugar la rueda de prensa. En ambos lugares su director ha podido escuchar los aplausos, las felicitaciones y el cariño de los espectadores que ya la han disfrutado. Es para estar contento, y él lo está, su cara de satisfacción lo refleja todo. Empezamos hablando por el principio, el punto de partida, por cómo surgió la inspiración.
¿Cuándo leíste por vez primera la novela de Cercas y cuándo decidiste realizar su adaptación a la pantalla grande?
Fue justo después de la etapa de promoción de Caníbal (2013), de ir a festivales, viajar mucho y todo lo demás, que es un poco agotador y vaciante. Entonces me fui a despejarme a la República Dominicana junto a mi mujer, donde leí mucho y empezaba ya a pensar en nuevas historias. Y un día paseando por la ciudad me topo en una librería con una novela de Javier Cercas titulada El móvil. Yo había leído varias novelas suyas como La velocidad de la luz (2005) o Anatomía de un instante (2009) pero no había oído ni hablar siquiera de esta. La compré por curiosidad, la leí del tirón y me quedé maravillado con la inteligencia de Cercas, quien trata un tema muy serio como es el de la creación o la autoría desde el punto de vista de un personaje que es pura ironía. Inmediatamente vi la posibilidad de hacer una película con este material. Y además me parecía una buena obra para hacer después de Caníbal. Quería sacudirme a mí mismo.
¿Y el trabajo con Cercas cómo ha sido?
El trabajo con Cercas ha sido muy cercano, pero él no ha participado en la elaboración del guion. Yo le propuse si quería colaborar de alguna manera, pero prefirió no hacerlo. Fue muy generoso porque me insistió en que la trama la hiciera mía, a mi manera. Lo que sí hicimos fue hablar un poco sobre el concepto, sobre la ambigüedad moral del personaje principal, de no saber realmente si ha escrito una gran novela o, en cambio, es un idiota. Porque nunca se le otorga al espectador etiquetas sobre los personajes, si este es el bueno, este es el malo, etcétera. Cercas también estuvo presente en los primeros días del rodaje en Sevilla dándonos apoyo. Y ya luego ha visto la película y está satisfecho, de lo contrario no hubiese venido a San Sebastián a presentarla con el equipo.
Porque siempre existe el temor a que el autor rechace la adaptación cinematográfica que le han hecho de su novela, ¿no?
Yo he tenido muy buena suerte en este sentido. En La flaqueza del bolchevique (2003) Lorenzo Silva me ayudó con la escritura del guion y posteriormente apoyó bastante la película, y algo similar con Caníbal, cuyo autor es un novelista cubano, Humberto Arenal, a quien también conocimos y se mostró muy contento con que hiciésemos la película, dejándonos libertad para hacer la adaptación que quisiéramos. Lamentablemente falleció poco antes de que la termináramos. Es por ello que según mi experiencia no puedo hablar mal de los escritores, todo lo contrario.
¿Por qué razón quisiste plasmar la trama en Sevilla y hacer de la ciudad un personaje más del filme?
Sevilla es una ciudad hermosísima en la que yo siempre he querido rodar. Es una de esas ciudades que son un grandísimo escenario para cualquier película. Que tiene una atmósfera que de alguna manera tiene que ver con el personaje, que bien podría ser una metáfora de Álvaro en cierto sentido. Sevilla ha sido capital del Imperio, capital de grandeza. Y 400 años después eso sigue estando incluso en el sevillano, no solo en los monumentos. Pero al mismo tiempo Sevilla es ahora capital de una provincia y de una Comunidad Autónoma, ya no es la capital del Imperio. Es por tanto por lo que mantiene esas dos cosas, por un lado su ansia o su espíritu de trascendencia de ser algo más que cualquier ciudad, y al mismo tiempo es una ciudad normal, cotidiana. Esa doble condición que hoy día sigue existiendo hizo que me decantara por Sevilla, como un subtexto muy profundo de la película.
Además se ha grabado en muchos paisajes de la ciudad, desde el río Guadalquivir a las “Setas de la Encarnación”.
Yo he de admitir que soy un enamorado de “Las Setas”. La primera vez que las vi me parecieron fascinantes. La gente en aquel momento las criticaba pero yo creo que se han integrado de una manera maravillosa. La modernidad y lo antiguo conviven bien en Sevilla. Yo quería retratar lugares mágicos, románticos de la ciudad, como filmar desde debajo del puente de Triana, el Paseo de la O o la Plaza del Cabildo. Eso sí, yo me he inventado la geografía sevillana totalmente, todas las calles o plazas quedan distribuidas a mi manera. (Risas). Y muy importante para mí era retratar a esos pequeños personajes que aparecen en la película y que de alguna manera construyen una radiografía de una ciudad como es Sevilla.