Embriagado de amor
Después de más de dos décadas haciendo películas ya sabemos que Paul Thomas Anderson es uno de esos directores que no atienden a términos medios. O se bien se le encumbra en el podio de los mejores directores del cine norteamericano actual, o bien se le coge una aversión profunda y radical, convitiéndose en objeto de rechazo de algún cinéfilo que otro. El motivo por el que el realizador provoca reacciones tan viscerales es porque su obra se caracteriza siempre por ser arriesgada y transgresora. Anderson es uno de esos autores que parecen tener el objetivo perpetuo de romper los códigos temáticos y técnicos del séptimo arte con cada obra que filma. Siempre valiente y con su punto de autoconsciencia (todo hay que decirlo), el ejemplo perfecto para ilustrar lo que explicamos es Embriagado de amor (también conocida como Punch Drunk Love, 2002), una producción que toma los elementos típicos de la comedia romántica al uso hollywoodiense para subvertirlos y transformarlos en algo hasta antes nunca visto. Y es que no se puede negar que estamos ante una de esas obras únicas y particulares que no tienen espejo donde mirarse, pues Punch Drunk Love es una especie de celebración de lo marciano que hace de la rareza su leitmotiv y su motor central tanto en su trama como en sus aspectos puramente técnicos. Un derroche de creatividad que nada tiene que ver con las demás obras de su filmografía (la cual estamos revisando con motivo de su último estreno, Puro vicio) excepto por su ya citado espíritu innovador, el cual bebe de las fuentes del cine independiente y es capaz de convertirse a su vez en un fenómeno de taquilla, algo que no es, ni de lejos, fácil.
Antes hemos dicho que Embriagado de amor es una especie de comedia romántica pasada por el filtro del director, aunque muchos bien podrán decir que la película parece más un drama con extraños toques de thriller que otra cosa. La verdad es que ni a unos, ni a otros les falta parte de razón pues la cinta es una exótica amalgama de géneros la cual convierte la ya tradicional comedia de amores y desamores en un producto oscuro, afilado, tenso y extrañamente lleno de humor negro. Por tanto, es comprensible que la excéntrica personalidad de la cinta cause rechazo en muchos de los espectadores que se acercan a ella (los que menos la tachan de pedante, lenta o deliberadamente abstracta), pero más allá de su impacto inicial, hay que admitir que Punch Drunk Love es todo un regalo para el cinéfilo de pro y también (por qué no mencionarlo), una de las obras más injustamente minusvaloradas de Paul Thomas Anderson.
Embriagado de amor es básicamente una historia que nos habla de una manera muy singular sobre la soledad y la falta de amor y cariño. En ella se nos cuenta la historia de Barry (Adam Sandler), un tipo demasiado introvertido y apocado que se encierra en un trabajo poco prometedor incapaz de afrontar las rutinas habituales de la vida con cierto éxito. Si incapacidad social y su falta de buenas perspectivas de futuro parecen crónicas e inevitables, es por ello que sus hermanas intentan echarle un cable para que conozca gente nueva y alguna que otra chica. Es así como conocerá a Lena (Emily Watson) una chica algo más lanzada pero igual de solitaria que necesita urgentemente calor humano y comprensión en medio de un mundo que parece negarle lo que para otros parece algo de lo más normal y fácil de conseguir. Por tanto, estamos básicamente ante una historia de soledad y amor, una de esas que parece que nos han estado contando desde que tenemos uso de memoria y están demasiado trilladas para captar nuestro interés, pero nada más lejos de la realidad, pues el libreto de la misma es tan amargo, lúcido, y vitriólico que hace que aquello que en principio se nos antoja tan anodino termine luciendo como un nuevo invento. Y es que a la obra de Paul Thomas Anderson le sobra mala baba, sensibilidad y espíritu creativo como para pasar desapercibida; le sobra sal, hiel y tiene el punto exacto de azúcar para que nos la traguemos sin rechistar. Además, no solo toca los típicos temas de las comedias románticas y los pasa por un filtro nuevo, sino que el autor se permite introducir en la trama matices que completan un universo que deambula siempre entre lo irreal y lo cotidiano; el aislamiento emocional, el trabajo precario, las desesperanza, las ansias de ser comprendido por alguien o las desventuras que algunos criminales nos puden llegar a hacer sufrir son algunos de ellos, pues, como ya se ha señalado, Punch Drunk Love también tiene parte de thriller y drama, aunque sobre esto mejor no descubrir detalles, por si alguien aún no ha descubierto la joya de la que estamos hablando y puede disfrutar de la sorpresa de ver cómo la trama se torna turbia por momentos.
Si bien el guión de la película es intencionadamente raro y marciano y llama la atención para bien o para mal, hay que decir que la realización de la misma tampoco es para menospreciarla. Más bien al contrario, pues Embriagado de amor es un sorprendente derroche de recursos visuales y técnicos que además de demostrar que Anderson domina la dirección como pocos lo hace hoy en día, le sienta como un guante al tono y sentido de la trama. Recursos experimentales, vistosos movimientos de cámara, planos fijos impresionantes, secuencias largas cámara en mano, un uso del color inteligentísimo y una imaginería casi ilimitada hacen de lo formal lo más valioso de una cinta que, si bien puede causar extrañeza en su propuesta temática, es imposible no abrazar con los ojos. Por cierto, ojo al peculiar uso del sonido y al peso que éste tiene en toda la producción.
Otro de los elementos que destacan sin duda es el del reparto de actores. Ya sabemos que el director de Magnolia (1999) siempre saca lo mejor del plantel que se pone a sus órdenes, cosa que en este caso se confirma y cobra un especial matiz, pues todos sabemos que la elección de Adam Sandler es tan arriesgada, como poco casual y acertada. Y decimos acertada porque Sandler, además de ser esa cara conocida y prototípica de las trilladas comedias facilonas del género romántico, es una figura que cobra especial particularidad en un contexto como el de Punch Drunk Love. A nadie se le escapa que el reto de encarnar a un personaje con tantos matices dramáticos podría haber sido algo difícilmente afrontable por el mismo, pero la verdad es que el actor se las arregla para salir airoso de semejante trance interpretativo, haciendo de su personaje una figura creíble y no exenta de carisma. La elección de Emily Watson (también con un halo extraño para la ocasión), refuerza con convicción un apartado que con más dejadez podía haber echado por tierra la película. Además, el plantel de secundarios no es moco de pavo, destacando el breve pero llamativo rol del ya ausente Philip Seymour Hoffman, quien era y seguirá siendo un fetiche interpretativo particular de éste que ahora escribe.
Como contrapunto podríamos decir que Embriagado de amor peca de ser deliberadamente extraña y demasiado autoconsciente como para no tocar la moral de más de uno en la sala. Puntualmente parece que a Paul Thomas Anderson lo han mimado tanto en Hollywood que se permite hacer lo que le viene en gana sin temer a bordear la pedantería o el exceso. ¿Pero acaso es eso un defecto? Sí y no… Es cierto que lo pomposo siempre es susceptible de generar reacciones adversas, pero igualmente es de reconocer que la valentía que implica aquello de tirarse a la piscina sin saber si hay agua dentro, además de ser una locura, es algo que no todo el mundo está dispuesto a hacer.
Por tanto, como en el amor, como en la vida… no nos queda otra que tomar o dejar lo que nos se propone, aceptar o rechazar lo que nos viene. Ya dijimos que no cabían medias tintas en este caso, el amor tibio y las relaciones estables son para «la gente normal». Hay que ser valiente. La obra de Paul Thomas Anderson es una de esas entidades que raramente se cruzan en tu camino y te piden que las aceptes tal como son; en la plenitud de su rareza y con todas las consecuencias. Yo particularmente me he enamorado de esta película. Ojalá dure mucho el espíritu marciano de Anderson porque si no, muchos de los cinéfilos vamos a volver a sentirnos bastante más solos.
Calificación: 9/10
Título original: Punch Drunk Love
Año: 2002
Duración: 89 min.
País: Estados Unidos
Director: Paul Thomas Anderson
Guion: Paul Thomas Anderson
Música: Jon Brion
Fotografía: Robert Elswit
Reparto: Adam Sandler, Emily Watson, Philip Seymour Hoffman, Luis Guzmán, Mary Lynn Rajskub
Productora: Columbia Pictures presenta una producción Revolution Studios / New Line Cinema