Elle
Diez años sin ver pasar nada de Paul Verhoeven por la gran pantalla son demasiados. Al menos ésa es la sensación que se despierta una vez el último plano de Elle (2016) desaparece ante nuestros ojos. Unos ciento treinta minutos antes, sentado en la butaca con la difusa pero a la vez clara memoria de su anterior película, El libro negro (The Black Book, 2006), uno no sabe qué tipo de expectativas guardar ante lo que se dispone a ver. Y es que, no lo neguemos, a pesar de la considerable calidad cinematográfica de su última cinta, diez años dan para mucho; especialmente cuando se trata de directores de edades tan longevas (el holandés ronda ya los ochenta). Pero para aquellos que guardasen reticencias sobre las facultades del director que en su día filmara Instinto Básico (Basic Instinct, 1992) queda el siguiente dato encabezando nuestro análisis: Paul Verhoeven no ha perdido ni un ápice de su garra, más bien todo lo contrario, vuelve más afilado que nunca.
Al igual que muchas de las películas que acapara su extensa filmografía, Elle es una obra que no se corta a la hora de indagar en nuestros laberintos más oscuros como sociedad e individuos. Los temas tabú y los mecanismos que erigimos para tapar nuestras perversiones y fallas morales sirven para cimentar una historia que, más allá de ser un relato sobre la venganza de una mujer que sufre un asalto sexual, se convierte en un puñetazo certero en forma de retrato decadente sobre nuestras calamidades y obsesiones más primarias. Con un pie en el humor más negro y corrosivo y con el otro en la frialdad heladora del thriller europeo, Verhoeven se las arregla para facturar un potente y afiladísimo producto que recuerda por momentos al Haneke más punzante y retorcido y que de no ser por sus ácidos toques de humor y su inteligencia sería casi imposible de digerir para aquellos que se atragantan con lo excesivamente controvertido.
Tan retorcidos y envenenados pueden llegar a resultar los postulados de Elle, que de tomárnoslos demasiado en serio (algo que a todas luces ni el propio Verhoeven invita a hacer) el resultado previsible sería el de la total negación, desconfianza y desapego respecto a nuestros vecinos, seres queridos y semejantes; una misantropía que por otra parte sería un planteamiento lógico si la falta de escrúpulos, códigos éticos y valores mostrada por los personajes de su historia fuera el pan de cada día de nuestra realidad. ¿O acaso lo es y no queremos verlo? Sea como sea, Verhoeven nos invita a mirar a nuestro interior y a quienes nos rodean planteando, como siempre, una serie de preguntas inquietantes que tienen mucho que ver con nuestra conducta, nuestras pasiones y nuestro eterno conflicto entre lo racional y lo instintivo. En Elle el sexo, la lujuria y nuestras necesidades más básicas y a la vez ocultas desafían continuamente a las leyes de la lógica convirtiéndonos casi en esclavos del deseo, en seres que a pesar de no cesar de intentar disimular que nuestra ética e integridad no dejan de ser meros disfraces grotescos, caen continuamente en los barros de lo inconfesable y lo contradictorio. Además, no todo queda ahí, sino que su estupendo guión se las afana estupendamente para arremeter contra los cimientos del prototipo de familia moderna europea que tantos golpes suele recibir por parte de intelectuales y artistas a día de hoy. Toda esta complejidad argumental no hace sino enriquecer los matices de una película que además está dirigida con una mano firme y una solidez apabullante. Un conjunto que, alzado por una soberbia Isabelle Huppert y una banda sonora más que acertada, se antoja como una de las propuestas más interesantes de la cartelera no solo de la semana, sino de los últimos meses.
Claro que tampoco estamos hablando de una película perfecta, ya que su trama en ocasiones puntuales se siente forzada y llevada a límites algo inverosímiles, no se sabe si con el afán de hacer encajar alguna pieza o provocar ciertas situaciones. Tampoco ayudará a muchos su hiperbólica voluntad de meter el dedo en la llaga hasta el fondo y escandalizar para remover la conciencia del espectador. Sea como sea, Verhoeven nunca ha temido ser excesivo, más bien al revés… el director siempre ha hecho del abuso de las formas y lo violento un vehículo narrativo con el que atropellar mentes dormidas en su zona de confort, algo que siempre genera debate y por tanto no siempre es bien recibido. Pero más allá de la polémica que pueda despertar una cinta como Elle; más allá del ruido (recuerden esto) queda el eco de lo que casi nadie se atreve a decir en voz alta; ese murmullo que envuelve siempre nuestros secretos es el filón que aprovecha Paul Verhoeven para amplificarlos y lanzarlos a nuestra cara. Siempre valiente, siempre arriesgado. Siempre atractivo.
Calificación: 8/10
Año: 2016
Duración: 130 min.
País: Francia
Director: Paul Verhoeven
Guion: David Birke (Novela: Philippe Djian)
Música: Anne Dudley
Fotografía: Stéphane Fontaine
Reparto: Isabelle Huppert, Laurent Lafitte, Anne Consigny, Charles Berling, Virginie Efira,Lucas Prisor, Christian Berkel, Alice Isaaz, Jonas Bloquet, Vimala Pons
Productora: Coproducción Francia-Alemania-Bélgica; SBS Productions / Entre Chien et Loup