El viento se levanta
Vive y siente. Ama y sueña. Nada está tan lejos como para no emprender el camino, vive tu vida dignamente y siéntete pleno. Nunca es tarde para dejar de ser un niño; los sueños hacen que la vida sea deliciosa, extraordinaria; no desaproveches el tiempo que tienes y haz que todo merezca la pena, convierte la magia en realidad y hallarás la felicidad. Si logras simplificar los problemas y te centras en el lado bueno de las cosas encontraras la senda a seguir, la ruta perfecta, el camino correcto. Todo eso y más representa el cine de Hayao, el cine de Ghibli: Bondad, ternura, imaginación y, sobre todo, corazón, mucho corazón.
Llevar 50 años en el mundo de la animación, hace que Miyazaki sea un maestro, un referente, un clásico. Autor de obras maestras como Nausicaa del valle del viento (1984), El viaje de Chihiro (2001) o La princesa Mononoke (1997) entre otras; su cine siempre se ha caracterizado por ser bello y sencillo, por ser un alegato a la normalidad y a la bondad; por conseguir enmudecer y entretener a generaciones y generaciones, haciendo llorar y reír, sentir y amar. Navegar por su filmografía supone viajar a otro espacio, vivir una aventura, temblar de emoción; supone una de las razones por las cuales amo y amaré siempre a Japón como país sin haber estado nunca allí, sin haber visitado sus montañas y valles, sin haber conocido su cultura. Vuelve Studio Ghibli, vuelve Miyazaki, vuelve la fantasía: El viento se levanta.
Sueño soñar, me da miedo vivir, busco la felicidad y el amor; no se si lo conseguiré, pero merecerá la pena. El viento se levanta se podría resumir en esa línea, es tan sumamente íntima y transparente que emociona; es tan sencilla y tan bella que en algunos momentos apasiona, sólo por los diez primeros minutos y su significado merece la pena su visionado. La historia se centra en Jiro y la forma en la que este alcanza su sueño: Poder innovar haciendo aeronaves en una época de cambio, en un Japón mermado a consecuencia del gran terremoto de Kanto (1923) e instalado en las puertas de la Segunda Guerra Mundial, sin por ello dejar de ser fiel a sí mismo en ningún momento, evolucionando día a día, encontrando no sólo la felicidad en su trabajo sino también el amor verdadero . Partiendo de una idea simple pero atractiva y dentro de un contexto puramente enfocado al campo de la aeronáutica/ aviación (algo aburrido en ocasiones) logra que el espectador se sienta fascinado por una consecución de imágenes preciosas y una banda sonora cautivadora y suave, obra del gran Joe Hisaishi (Nausicaa, Porco Rosso), colaborador permanente de Miyazaki durante toda su carrera. Los personajes, por otra parte, suponen una delicia tanto en sus concepción como en su complejidad emocional; siendo tan amables, deliciosos y encantadores que cuesta desprenderse de ellos una vez terminada la película; están tan llenos de humanidad y amor que uno siente una implicación total con su forma de actuar y sentir haciéndote partícipe en todo momento de su historia y sus vivencias, de sus subidas y bajadas.
Debido principalmente a su temática de aviones + aviones + aviones puede que en algunos momentos, El viento se levanta, resulte del todo redundante y aburrida, siendo esa quizás, su principal laguna; lo que hace que el film roce el notable, no llegando al excelente. Aún no siendo una de las grandes películas de Ghibli supone una experiencia bella y conmovedora, un reducto perfecto para poder escapar de la rutina y respirar. Vayan al cine a verla y no se arrepentirán. Siempre merece la pena volver al mundo de Miyazaki.
Calificación: 6,5/10
Título original: Kaze tachinu (The Wind Rises)
Año: 2013
Duración: 125 min.
País: Japón
Director: Hayao Miyazaki
Guión: Hayao Miyazaki (Cómic: Hayao Miyazaki. Novela: Tatsuo Hori)
Música: Joe Hisaishi
Fotografía: Animation
Reparto: Animation
Productora: Studio Ghibli