El videoclip del viernes

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No era fácil, pero lo consiguió. Salió de un escenario repleto de pop pomposo y desgastado ya, para hacer «algo distinto». Justin Timberlake se unió a los mejores para crear piezas más curradas, más complejas y muchísimo más cercanas e instintivas. Empezó a dejar atrás el tufillo a banda pop, a rollo infantiloide y a Club Disney para acercarse más al oyente y madurar, crecer, cambiando de perspectiva y de sonido. Una evolución medida y en constante progresión que no ha cesado desde entonces.

2002 fue su particular punto de inflexión, su renacimiento artístico por así decirlo. Justified salió al mercado con una fuerza descomunal. Timberlake se alió con Neptunes (Pharrell Williams y compañía) y Timbaland, cuya influencia-contribución en el rap y en el r&b en los últimos 15 años ha sido más que esencial, para crear un producto fresco y profundamente atractivo para el público tanto fan como no fan de NSync, un lp de debut repleto de composiciones rompedoras y con una inercia ganadora espectacular. Aquí hay auténticos temazos. Cortes que a día de hoy permanecen indelebles, ya sean explotando más el soul+rap como en el caso de aquel primer single «Like I love You», pasando por la más bailable «Rock your body» o ya desde una vertiente más sensible con «Cry Me a River»; el tema objeto del videoclip de este viernes.

Sencillo, tierno, magnético. Podría definirse como una cuasibalada en 4×4, con ritmo potente y una percusión impresionante. Coge a Timbaland aléjalo del rap y mételo en el pop y lo transformará a su antojo. Si a eso le sumamos una voz perfilada y versátil, unos dardos en secuencia dirigidos hacía su ex (menuda letra directa a Britney), nos encontramos con uno de los temazos de la primera década del nuevo milenio. Un puzzle bien conectado, majestuosamente redondo, que recoge el aroma de aquel soul efectivo y profundo más Craig David para convertirlo en un «todo» más dinámico y fuerte. Un tema de esos catalogados como inmortales familia. Grandioso.

Francis Lawrence, realizador de Los juegos del hambre y Constantine entre otras (además de vídeos musicales para Jay-Z, Greenday…) dirige y compone un cuadro activo y distinto acerca del desengaño amoroso, mostrando un único escenario (la casa de la ex en cuestión), a un Justin melancólico invadiendo ese espacio con cercanía, furia medida, mostrando en primera persona ese sufrimiento por el desengaño, la tristeza por el final de algo que fue muy fuerte; una historia basada en hechos reales que reabrió heridas.

Sin más, aquí tenéis el vídeo, disfrutad del pop-soul más estético y compacto. Disfrutad del finde. Disfrutad del show.

 

 

 

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