El videoclip del viernes
En ciertas ocasiones hay música que suena a nostalgia. Sonidos bellos que tienden a recordar lo que fuimos en el pasado para seguir caminando con paso firme en el futuro, mirando atrás para únicamente esbozar una sonrisa. No hay crisis, ni estrés, ni agobios. En ese hábitat es en el único rincón en que uno puede llegar a sentirse vivo; y eso es justamente lo que representan las melodías entonadas por una banda de otra pasta, de otra época: Beirut.
Ukeleles, trombones, trompetas, guitarras, líricas sensibles y una continua transmisión de sentimientos es lo que convierte a Zach Condon y los suyos en una de las principales referencias del folk de la última década. Y con razón. Aquí se nota el amor al instrumento y a la música. Ese perpetuo homenaje a la creación musical y hacía las músicas del mundo y su espíritu errante. Beirut es una fotografía en tonos sepia. Una de esas fotos que evocan recuerdos gratos. Una de esas instantáneas inolvidables. Una escena permanente que transmite nostalgia, amor y «familia». Si has escuchado «Brandenburg» o «Nantes», ya sabes de que va este tremendo viaje. Esta odisea a otra época distinta a la nuestra, aromatizada en todo momento por una banda sonora diseñada para conmover, generada para soñar, dispuesta para encantar a nuestro sentidos como si de magia se tratara.
La joya de su particular corona es sin duda «Postcards from Italy» (Gulag Orkestar, 2006). El tema aparece como una oda a la inocencia, a la adolescencia y, sobre todo, a los parientes, a los familiares, a esas piezas tan importantes en nuestro corto recorrido vital. Aquí aparecen sus principales señas de identidad: unas líricas finamente medidas, melodías suaves y cultivadas (con una coordinación entre componentes de la banda sobresaliente) y mucho corazón. Escucharla es disfrutar de un himno apasionante. De una obra de arte imborrable, atemporal, suprema. Su poder para transmitir sentimientos deja casi sin palabras. Esa intro de ukelele te lleva a otro estado y eso es impagable.
Y todo mejora más si cabe si le echas un vistazo al vídeo. Dirige en este caso Alma Har’El, cineasta israelí experta en vídeos musicales (habiendo trabajado para Sigur Ros o We Are The World entre otros), que aquí crea un álbum inolvidable. De esos que se digieren con gusto, de los que llenan las páginas de una vida y que te trasladan a un estado mejor. Disfrutas viendo como otros ríen, pasando unas vacaciones inolvidables e inmejorables. Los años pasan pero siempre tendremos esa fotografía que perdurará por siempre. Ese es el mensaje: el viaje al pasado, la travesía por esa infancia feliz y cercana.
Nada más. Toca disfrutar y sentir.