El videoclip del viernes

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Hay ocasiones en las que las palabras resultan innecesarias y vacías; otras incluso pueden ser dañinas y estar llenas de violencia. Es en ese tipo de situaciones cuando necesitamos buscar un refugio y ser los reyes de nuestro silencio. Irónicamente, de esta sencilla idea surge una de las canciones más famosas de Depeche Mode, un tema que a pesar de invitarnos a disfrutar del mutismo, no ha dejado de sonar durante más de dos décadas.

Corría por entonces el año 1990 y la banda británica publicaba su aclamadísimo álbum, Violator. Desde entonces el panorama de la electrónica y el synthpop ya no sería el mismo. Y es que a nadie se le escapa que los de Essex son una de las formaciones más importantes del género y quizás de la historia de la música contemporánea. Temas como Personal Jesus, Never Let Me Down Again, Strangelove Policy of Love tienen el suficiente peso como para dar garantía de lo que decimos. Puede que Violator, junto a Some Great Reward (1984), Black Celebration (1986) y su Songs of Faith and Devotion, sea uno de los mejores trabajos de la banda. De hecho muchas de las canciones que hemos señalado como principales baluartes de la banda aparecen en el mismo. Además, a día de hoy sigue siendo el disco del que más copias han vendido, llegando a más de 15 millones de unidades. No es para menos, pues la sugerente mezcla de géneros y el magnetismo de las melodías sintéticas y la voz de Dave Gahan son ineludibles para los que gustan de escuchar buena música.

Enjoy the Silence es una oscura y sincera oda al silencio considerado como refugio ante la virulencia que muchas veces toman las palabras. Una especie de metáfora musical que nos da a entender que la comunicación es un arma de doble filo cuando las pasiones salen a relucir, por lo que a veces es mejor convertirnos en amos de nuestros silencios y reyes de nuestro reino de quietud. Dicha metáfora viene reforzada en el apartado visual de la mano de Anton Corbijn, quien aporta mediante la imagen una dimensión adicional que viene como anillo al dedo al trabajo de los ingleses. El videoclip nos muestra al líder de Depeche Mode deambulando por una serie de bellos parajes, bajo un atuendo de rey, buscando un rincón en el mundo donde disfrutar de la paz y el reposo, para quizás allí reflexionar. En cada corte entre plano y plano aparece la rosa que figura en la portada del álbum que acoge a dicha canción; además, se intercalan ciertas escenas puntuales en las que aparecen los integrantes de Depeche Mode al completo, funcionando como contraposición estética y formal al resto del trabajo. Una propuesta tan sencilla como perdurable, ya que igualmente estamos ante uno de los vídeos musicales más famosos de la historia.

Resumiendo, hoy nos adentramos en el fin de semana con un trabajo icónico. Uno de esos videoclips que perdura durante generaciones y generaciones y uno de esos temas míticos que de vez en cuando nos regala la música.

Sin más, relájense y disfruten de estos días de descanso.

Que suene la música.

 

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