El videoclip del viernes
Demasiado habíamos tardado ya… demasiado. Después de un buen puñado de videos repasando algunas incursiones de directores de cine en el mundo del videoclip y de haber sacado a la luz alguna que otra obra curiosa de otros realizadores más ajenos a las salas de cine, toca hablar de un artista que es sin duda una de las grandes referencias del género, un autor que para más de un redactor de nuestro equipo es casi un fetiche, y no es para menos, pues si por algo destaca la obra de Chris Cunningham es por desmarcarse salvajemente de todo lo demás a base de imprimir un sello personal cimentado en la experimentación, lo arriesgado y lo desconcertante.
Nacido en Reading , en 1970, el artista británico es a día de hoy todo un mito viviente, un virtuoso especialista en producciones capaces de enrarecer atmósferas hasta traspasar los límites de lo que normalmente conocemos por tenebroso. Cunningham posee una imaginación retorcida y un talento único para inquietar hasta al más estoico de los espectadores. Su imponente catálogo de imágenes es el ejemplo perfecto de que un video musical puede entrar por la puerta grande del Olimpo de nuestras peores pesadillas; videoclips como Rubber Johnny o el elegido para esta ocasión, Comme to Daddy (ambos producidos para Aphex Twin) dan fe de ello. Aunque paralelamente el famoso video-artista demuestra poseer un peculiar sentido del humor que en numerosas ocasiones se mezcla con sus inquietantes atmósferas logrando como resultado una ambigüedad formal única y personal. Chris Cunningham también sabe reírse, pero a su manera. Su visión surrealista también impregna sus guiños cómicos. Podemos hacernos a la idea si vemos uno de sus videos más conocidos, Windowlicker (también para Aphex Twin), un tema que por cierto se saltó inesperadamente los parámetros que la música de Richard D. James suele seguir, para saltar al terreno de las grandes listas de ventas (incluso si no nos falla la memoria, llegó a ser utilizado como hilo musical en la publicidad de la MTV).
Si en Windowlicker se daba una extraña vuelta de tuerca al estereotipo Pimp que tan desgastado tiene la industria musical a base de jugar con la ambigüedad erótica introduciendo elementos cuanto menos perturbadores (no dejes que te lo cuenten y míralo por ti mismo), en Comme to Daddy no hay lugar para medias tintas; se acabaron los guiños y la media sonrisa (o casi), ahora toca vivir un mal sueño.
Tensión auditiva y visual, imágenes que complementan las distorsiones tonales que disparan los sintetizadores, adrenalina, velocidad… en definitiva, un mal viaje que transcurre entre lo frenético y lo demente. Si bien el corte de Richard D. James es una bofetada a nuestra mente que no disimula su veneno, el trabajo de Chris Cunningham es un escopetazo a nuestros instintos de supervivencia, un golpe de esos que nos nubla la vista y nos deja confusos.
Pero tranquilos, por más que nos lo repitan en el tema, no nos van a robar el alma, al menos no será así si hacemos caso omiso a la invitación a dejarnos llevar que hay implícita en Come to Daddy. Aún así, si alguno quiere adentrarse en el universo de Chris Cunningham, queda advertido. No será un viaje cómodo, pero sí un viaje único del que muchos ya no vuelven siendo la misma persona. Además, el viaje iniciático tiene un aliciente añadido ya que en el trayecto se esconden auténticas joyas de la música electrónica y otros géneros: Björk, Squarepusher, Madonna, Autechre, Leftfield, Portishead… ¿Hace falta que digamos más?.
Pues entonces que hablen los creadores.