El videoclip del viernes

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Puede que jamás esté en el podio de las mejores voces de la historia, pero jamás abandonará el corazón de muchos por su frescura, solidez y creatividad en sus creaciones. Katy Perry ha aportado con el paso del tiempo algo que muchas otras solo han aspirado a conseguir: entretener al público a base de ritmos divertidos y líricas directas y rompedoras. Ha conseguido darle oxígeno al pop, siento tan inteligente como para ofrecer un producto muy diferente de lo visto hasta la fecha, tirando de ingenio, frescura y naturalidad. Perry es una fuerza de la naturaleza que no teme el uso de pelucas o vestimentas estrambóticas para dar al oyente una cascada de sentimientos positivos que les haga abandonar los terrenos baldíos de la desesperanza, el desconsuelo y la tristeza.

¿Un producto de marketing? Puede que sí, pero no solo es eso. Hay algo más; no solo es beneficio y espectáculo. En las creaciones de Perry se atisba calidad en la ejecución, respaldada por unas producciones tremendas y un contenido más que suficiente, contando además con unos videoclips sobresalientes (y también algo extravagantes) que aparecen como la guinda en su particular y versátil propuesta. Dan fe de ello temas de la talla de “Fireworks”, en el que se muestra la parte más sensible y cercana de la artista, o “Roar”, esa ola sonora incontestable que nos marcó hace un par de años; cortes que ilustran de manera inmejorable su capacidad para ofrecer muestras diferentes, con distintas formas, pero con la misma facultad innata de levantarnos de la butaca y hacer que sintamos.

De entre todo lo creado en estos años, a nosotros, como cada semana, nos toca quedarnos con un tema y su correspondiente videoclip. Nos resulta imposible no elegir ‘Last Friday Night’; por la letra, lo pegadizo en su melodía, pero sobre todo por su videoclip. Marc Klasfeld, un auténtico especialista en esto de los videos musicales habiendo trabajado entre otros para Slipknot o Alien Ant Farm, es el encargado de recrear con lujo de detalles lo que sería una fiesta de instituto en la casa de la protagonista de 16 Velas (John Hughes, 1984). Deportistas cachas, Nerds con gafas exageradas, laca en botes de litro y medio, pantalones lavados a la piedra y mulets fabulosos son los elementos fundamentales sobre los que se basa esta fantástica “ida de olla” en la que se narra en primera persona una noche de viernes pasada por el filtro de los 80, desde la perspectiva de una Katy adolescente y algo tímida, que termina dándolo todo en una pista de baile repleta de compis de instituto.

Oficialmente quedas invitado a nuestra fiesta del viernes. Aquí no necesitas media etiqueta, y obviamente debes de dejar la seriedad y los problemas en la calle. Solo tienes que pulsar el play.

 

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