El videoclip del viernes
Foals suena a hierba fresca, a atardecer en invierno. Es de esas bandas en las que te cobijas cuando debes de reposar tus ideas, aquello a lo que no tienes miedo a acceder cuando tu corazón pide calma y soledad. Un oasis de serenidad. Un espacio en el que guardar tus sentimientos para que florezcan rápidamente y prosperen las emociones.
La música debería llevarnos a eso: conseguir abstraernos, transportándonos a una realidad alternativa para olvidar problemas, preocupaciones y edulcorar nuestros constantes «puntos de carga». Para eso y para más, la agrupación de Jack Bevan y Yannis Philippakis, resulta uno de los mejores platos dentro del indie para quedarnos satisfechos e incluso diría que con ganas de repetir. Ritmos cuidados, melodías precisas y preciosas y una voz fina (y bella), hacen que subirse al carro de Foals sea siempre una experiencia digna de contar. Por mucho que puedan llegar a repetirse los conceptos. Por mucho que con el paso del tiempo su estilo únicamente sufra retoques sensibles. Y es que cuando tienes unos cimientos tan sólidos, cambiar todo o gran parte de lo que tienes al menos, se vuelve un ejercicio tan brutal como parcialmente innecesario.
Surgido directamente del corazón de la banda de Oxford, y como parte de su tercer álbum de estudio (también el más comercial y también más escuchado) Holy Fire (2013), aparece una verdadera bocanada de aire fresco, un auténtico espacio en blanco para que sentimientos floten, dejándonos llevar por esa cercanía, por ese calor esencial y primario desprendido en cada compás de nuestro viaje. El corte en cuestión es «Bad Habit», una verdadera experiencia sensorial. Y no resulta así por la dificultad en la creación, ni la artificiosidad de sus motivos; lo que verdaderamente desprende es tranquilidad basada en un ritmo constante, electrónico, con el peso suficiente para decorar una jungla controlada de matices emanada de un cantante que narra belleza en cada tramo, en cada segundo de este cuento sincero y delicado.
Aportando mucho a esa «delicadeza terrenal» encarnada en el propio tema aparece la figura de Nabil Elderkin: fotógrafo-publicista-realizador-creador con recorrido de sobra tanto en el mundo de la publicidad (campañas para Rolling Stone o MTV) como en la dirección de videoclips (Kanye West, Frank Ocean, Arctic Monkeys … ), que adorna más si cabe el ornamento creado por Foals para sintetizar una toma eterna del desierto, en la que un superviviente (el propio Yannis) venciendo a los agentes externos, sigue la figura de una enigmática mujer desnuda, quizás el único elemento que pueda hacer que sobreviva al caos. El único punto verde entre tanto oceáno de tierra.
Sin más, aquí teneís esta auténtica obra de arte en movimiento, una sucesión de clases de fotografías hiladas con majestuosidad, diseñada, vuelvo a repetir, para elevar la calidad de nuestro tema hasta niveles casi divinos.
Disfruten del vídeo. Disfruten del show. Disfruten de Foals.