El videoclip del viernes

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De la cabeza de Dave Grohl salen cosas maravillosas. El Ex-Nirvana ha sido capaz durante 20 años, y tras el trágico final del cuarteto de Washington, de diferenciar lo suyo de lo de otros creando un rock dinámico y directo, un compendio de piezas para nada complicadas cuyo único objetivo ha sido repercutir en nuestras vidas sin buscar nada más allá que el puro entretenimiento.

Foo Fighters no es Nirvana, no, pero tampoco creo que lo busque. No intenta ser lo que intentó ser Hole, grupo de la malograda Courtney Love, una subsidiaria sonora de la primera, una filial en la que depositar lo que creó en su día Cobain a base de salvajismo y entrega. Que va. Han aportado otro rollo a la escena del rock. Algo más comercial, menos puro pero aun así con un corazón extragigante. Gritos bestias, sonidos distinguidos, una voz melódica que no teme desbocarse y unas liricas notables han hecho que la banda lleve en activo tantos años, dos décadas llenas de altibajos, de álbumes insuperables (The Colour and the shape o Wasting light por citar algunos) y otros no tanto (Sonic Highways), de temas míticos, giras infinitas, momentos imborrables y rock legendario.

Revisamos hoy uno de esos himnos perdidos, perteneciente a, posiblemente, su peor trabajo hasta la fecha (con permiso del infumable Sonic Highways), de nombre Echoes, Silence, Patience & Grace (2007). De dicho lp extraemos una joya, un temón supremo que podría ajustarse como anillo al dedo a otras contribuciones de la banda, pegando más bien poco con el resto de cortes de dicho álbum. Salvaje, potente, brutal. Así es “The Pretender”, un auténtico himno a la garra, a las ganas de vivir y al espíritu de lucha. Levántate, lucha contra el enemigo, contra el poder establecido, no dejes que te digan lo que has de hacer y golpea primero; haz que se escuche tu grito, que tu fuerza te permita subsistir, haz que se escuche tu voz y gana. Ese es el mensaje.

Sam Brown, reconocido director de videoclips musicales (Adele y Jay-Z entre otros), se marca un auténtico versus entre la banda de Seattle y un grupo armado, en el que se muestra en primera plana lo mencionado con anterioridad: el poder del sonido contra todo lo demás. Con unas instantáneas cautivadoras, una fotografía sobresaliente y un uso de los colores extraordinario, Brown se marca un clip sencillo pero duro, sin demasiada creatividad ni artificios pero con una capacidad excepcional de sintetizar la fuerza del propio tema con fidelidad y alma. Una original experiencia.

 

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