El videoclip del viernes
Entramos en el mundo electrónico, pero alejado de los páramos en los que nos habíamos movido anteriormente. Ahora es el turno de indagar en algo diferente; en una mezcla entre lo megatrónico, experimental y el hiphop más esencial de la mano de un artista mayúsculo nacido como Steven Ellison (Los Ángeles, 1983), más conocido en la «galaxia musical» como Flying Lotus.
Este es un tipo que se ha criado entre músicos y más teniendo en cuenta que es el sobrino de Alice y John Coltrane. Teniendo en cuenta eso, ya os imagináis de que estamos hablando. Dotado de un poder para la creación musical sobresaliente, su estilo es de esos que transgrede de los parámetros normales para ofrecer artificio tras artificio, mezclando sonidos, efectos y estilos para ofrecer cortes antológicos dotados de una potencia digamos ac*jonante. Lo que hace no es más que un hiphop instrumental (con colaboraciones esporádicas) pero con una pincelada de electrónica y con una influencia del triphop, del IDM o de incluso el Jazz. Es normal rendirse a su música, sobre todo si eres de esos a los que les gusta hacer evolucionar sus oídos con productos diferentes, arriesgados y del todo frescos sin importar la fuente de la que procedan e independientemente de si te has criado escuchando a Biggie o a Kraftwerk (por citar varios).
Es complicado quedarnos con sólo uno de sus trabajos. Quizás 1983 (2006) por su fuerza y originalidad o aquel espléndido trozo de paraíso con el título de Los Angeles (2008). Muy difícil, lo dicho. Hoy, ya a final de mayo, nos decantamos por explorar algo más su último lp, You’re dead!, extrayendo de él uno de los singles, «Never Catch Me», que cuenta con la colaboración en las líricas de uno de los raperos de moda a nivel mundial, Kendrick Lamar. Elegante, rápido, definido al milímetro y con un aroma a jazz astral muy mágico (tenéis que escucharlo chavales), los versos de Lamar le sientan como anillo al dedo a un cúmulo de cambios que recuerdan al hiphop más clásico pero con un traje más estelar. Como coger lo antiguo y darle un baño de color distinto, menos puro, pero igualmente brillante y exquisito. Una auténtica delicia para escapar del ruido/agobio diario.
El artista Hiro Murai, especialista en esto de los clips musicales (Queens of the Stone Age o Massive Attack lo conocen bien), se encarga de traernos su respectivo trabajo, su colosal trabajo. Aquí hay otro nivel la verdad. Todo parte del funeral de dos niños, para dar una lección visual de la vida y la muerte, de su trascendencia, del recuerdo y del paso efímero por esto que nosotros llamamos «existencia». Murai nos ofrece un retrato preciosista de los efectos de la muerte desde la gravedad y la levedad. Es capaz de hablar de la infancia perdida, dejando de lado lo catastrófico, haciendo que los críos fallecidos bailen, disfruten, se rían, aunque ya no estén entre nosotros. La muerte es el fin, aquí no, y ojalá fuese así en realidad.
Disfrutad, reíd o llorad; yo que sé, el tema es «sentir».
Sin más, aquí el vídeo.