El último cazador
El director australiano, Daniel Nettheim, tras una dilatada carrera dirigiendo series para la televisión australiana, se embarca en un proyecto basado en la novela homónima de la escritora australiana Julia Leigh. La película nos cuenta la historia de como un cazador- mercenario profesional, David Martín , es contratado por una empresa de biotecnología para que de caza al supuesto último ejemplar de Tigre de Tasmania que queda vivo, (especie que se creía ya extinguida en el Siglo XX).
Para ello tiene que viajar desde París a Tasmania. A su llegada, no es recibido de manera hospitalaria por los vecinos del lugar, y comprueba con sus propios ojos que en la región subsiste un conflicto entre los madereros y los activistas, ( éstos últimos defendiendo a los bosques de la tala indiscriminada de árboles ).
Martín se adentrará en los bosques tasmanos para buscar a tan ansiada presa y para ello decide hospedarse en la casa de una mujer con dos hijos. El hombre de la casa es un zoólogo activista ecológico. que se encuentra en paradero desconocido desde hace unos meses. Por ello, decide presentarse ante esa familia como un investigador universitario naturalista, cuando realmente es un Lobo solitario a la búsqueda y captura de otro lobo solitario: el tigre de tasmania.
La película depende y se sostiene por la interpretación pausada y contenida de un gran Willem Dafoe; ese actor camaleónico, que a menudo ha sido elegido para interpretar personajes inestables o villanos, ( como el Duende verde en Spiderman ), y que guarda en sus alforjas papeles tan dispares como el mismísimo Jesús de Nazaret en La última tentación de Cristo, ( Martín Scorsese), o el del actor protagonista en Anticristo, ( Lars Von Trier ). Más recientemente le hemos visto metiéndose en el pellejo del mismísimo Pasolini. Se podría decir que tiene ese don, del que no todos los actores están dotados, y es que todo lo que hace, lo hace mejor que bien.
El lobo solitario, que interpreta el Sr. Dafoe, es parco en palabras y la sociabilidad parece no ser su punto fuerte. Su único refugio parece ser la música clásica. La película no se sustenta con grandes diálogos. Cada silencio vale y dice más que las palabras.
El personaje es complejo y su actuación es encomiable, mostrándonos unos registros extremos; fortaleza y sensibilidad. Somos testigos directos de como va cambiando la escala de valores del protagonista.
El último cazador nos ofrece un viaje a lo más profundo de la naturaleza, en un lugar tan lejano, desconocido ,fascinante y hermoso como es Tasmania. Aunque la defensa de la naturaleza subyace de fondo, la película no pretende el adoctrinamiento. Los fines de la empresa de biotecnología nos hacen presagiar que el futuro que quieren para el último tigre de tasmania guarda demasiadas semejanzas y similitudes con el de la ovejita Dolly.
Quizás la parte más floja de la película sea algún agujero de guión, o algún personaje secundario, ( Jack, interpretado por Sam Nelly ), del que no nos queda del todo claro cuales son sus motivaciones e intenciones.
El cine australiano nos vuelve a traer otro trabajo destacado como ya lo hizo Babadook o El maestro del agua. Sin duda, se ha convertido en un referente a tener en cuenta como alternativa a otro tipo de cine más convencional.
Aunque la cinta haya llegado a las salas con retraso, el último cazador es un oasis en el desierto de la cartelera de verano, lo que la hace ser más que recomendable.
Calificación: 7/10
Año: 2011
Duración: 88 min.
País: Australia
Director: Daniel Nettheim
Guión: Alice Addison, Wain Fimeri (Novela: Julia Leigh)MúsicaAndrew Lancaster, Michael Lira, Matteo ZingalesFotografíaRobert Humphreys
Reparto: Willem Dafoe, Sam Neill, Frances O’Connor, Sullivan Stapleton, Dan Wyllie, Callan Mulvey, Jacek Koman, Morgana Davies, Jamie Timony, Dan Spielman
Productora: Porchlight Films